Desde que el mundo es mundo, los animales han provisto a la humanidad de alimento y abrigo y han sido fuente de inspiración en la vida, las artes y el diseño.
Con el cuero, la lana, la piel; el marfil, la seda, el nácar o el carey, entre tantos otros materiales, han inspirado a decoradores y arquitectos en el diseño de muebles, lámparas, juguetes, telas, tapicerías o alfombras.
Remontándonos hacia la antigüedad, descubriríamos en el mobiliario, infinitas representaciones de cabezas, patas, pezuñas, colas o garras, en mesas, sillas o triclinios.
Si aterrizáramos en pleno medioevo, en el salón de un castillo, nos encontraríamos rodeados de trofeos de caza.
¿Y porque no imaginarnos recorriendo las calles de Paris deleitándonos con las muchas representaciones de cisnes, pavos reales o mariposas del magnífico Art Nouveau, o recordar a los hermanos Eames, durante los años cuarenta, adaptando las formas del mundo animal y aplicándolas con maestría al mobiliario, hasta llegar a los contemporáneos y fantasiosos diseños de Máximo Riera en Madrid?
Creadores, arquitectos y diseñadores, se han servido de sus materiales, y sus formas, como inspiración.
Supongamos que con el transcurrir del tiempo, el hombre ha crecido en técnica e inteligencia… y que muchos de estos materiales utilizados a lo largo de los siglos, hoy están prohibidos, y que como consecuencia de esto, el hombre moderno, aspira a una conciencia diferente y a una estética impregnada de ética.
Llegaríamos entonces a la conclusión, de que ya nadie querría empuñar un arma para ornamentar su salón con la imagen de un animal, o caminar sobre la suave piel de un león, eliminado para tal fin.
Y sin embargo, hoy ellos están más presentes que nunca, con sus inagotables formas, motivos y colores. Un empapelado representando a un elefante nos vuelve a acercar a ese mundo natural, que sentimos cada vez más lejano en nuestra cultura, y que añoramos. Pero esta vez, será sin sufrimiento.
Aquellos que interpretan las necesidades de la gente, las tendencias y los valores, son los artistas, los diseñadores.
El desafío hoy, para todos ellos, es controlar que la producción se haga de la manera más ética posible. Sin daños ni peligros para el planeta, las personas, los animales…
Por Isabel de Estrada
Periodista de Interiores. Presidente Fundación Zorba (www.fundacionzorba.org)
Autora de “Perros sin collar”, “Correr para vivir”, “Buenos Aires Guau”, “Aullidos en el Viento”
IG/BN/CC/rp.
