Por Atilio Molteni
El 27 de agosto, el presidente Donald Trump aceptó formalmente la propuesta de la Convención Nacional del Partido Republicano para ser nuevamente candidato en la elección que tendrá lugar el 3 de noviembre, que es una de las más reñidas de los Estados Unidos. La ceremonia tuvo lugar en los jardines de la Casa Blanca, como consecuencia de las restricciones impuestas por la pandemia.
Al descartarse la posibilidad habitual de optar por uno de los numerosos centros de convenciones distribuidos a lo largo del país, Trump eligió dicho sitio que tiene una gran importancia en la historia estadounidense, buscando resaltar este acontecimiento. De esta manera, combinó un acto partidario con un símbolo del Estado.
Trump aceptó su mandato frente a un grupo de más de 1200 funcionarios y partidarios, donde los tapabocas no estuvieron presentes, pero si carteles de campaña que decían “Trump-Pence”, quien es su compañero de fórmula, constantes expresiones y aplausos de los participantes en favor de cuatro años más de Gobierno republicano, y después de que tuvieran lugar intervenciones de distintos partidarios y familiares resaltando sus políticas y su personalidad.
El presidente habló durante 70 minutos con la ayuda de un “telepronter”, medio audiovisual que siempre criticó que fuera utilizado en debates políticos. Su énfasis estuvo puesto en el mensaje “Ley y Orden”, calificando a su oponente Biden como un instrumento de la izquierda radical, por sus débiles actitudes para enfrentar la violencia y no dar apoyo a las fuerzas policiales. Estos cargos están alejados de la verdad, pero forman parte de su relato.
En cambio, el plan político de Biden es transformar las elecciones en un referéndum sobre Trump y sus errores en el desmanejo de la pandemia, que a la fecha provocó 5.8 millones de enfermos y más de 180.000 muertes, con un ritmo de contagios que no cesa.
Trump, entre otros conceptos, sostuvo que frente al Covid-19 estaban aplicando terapias que salvaban vidas y que producirán una vacuna antes de fin de año o antes, mientras que la tasa de mortalidad era una de las más bajas entre los países desarrollados, por lo cual al derrotar al virus el país sería más fuerte.
Reiteró que Biden es el caballo de Troya para el socialismo, y por no haber tenido la fuerza de enfrentar a marxistas como Bernie Sanders y sus acompañantes radicales, los votantes no podían esperar que los defienda.
Subrayó que en su plataforma partidaria se ataca la seguridad pública, al facilitar la libertad de 400.000 presos bajo proceso, calificándolos de criminales que estarían en sus calles y vecindarios, mientras está en favor de disminuir los fondos a las policías. Afirmó que nadie estará seguro en los Estados Unidos de Biden.
El presidente subrayó que los demócratas estaban en favor de eliminar la producción de petróleo, carbón, “shale” y gas natural en siete Estados, lo cual tendría como consecuencia la pérdida de millones de empleos. También dijo que Biden siempre ha estado en el lado equivocado de la historia al apoyar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (“Nafta” por sus siglas en inglés) con México y Canadá, que a su criterio fue el peor acuerdo comercial de la historia y por su promoción al ingreso de China a la OMC.
Uno de los temas dramáticos actuales en Estados Unidos es la represión a afroestadonidenses por las policías locales, como fue la muerte de George Floyd en Minneapolis en mayo, dando lugar a protestas contra la injusticia racial en todo el país, a 57 años del gran discurso del Reverendo Martin Luther King (Tengo un sueño) en el cual defendió la libertad y la igualdad, ante el mausoleo de Lincoln en Washington.
El último incidente ha sido el 23 de agosto cuando Jacob Blake fue herido por la policía con siete disparos en la espalda (quedó paralítico) en la localidad de Kenosha sobre el Lago Michigan, en Wisconsin, motivando nuevas manifestaciones y destrozos que fueron contenidos por la policía, pero en cuyo desarrollo dos participantes fueron muertos por un joven tirador de 17 años enrolado en la tesis de la supremacía blanca.
Trump sostuvo que, durante la Convención demócrata, Joe Biden y sus partidarios habían estado callados respecto de los manifestaciones y actos criminales, que tenían lugar en ciudades administrados por representantes de su Partido que estaban fuera de control, cuando su posición es la reforma de las policías, pero no privarlas de fondos. El presidente argumenta que ellos están destruyendo el modo de vida estadounidense. Su objetivo político es obtener el apoyo de la población blanca y de cierta edad a quienes le preocupan las protestas violentas y los ataques a la propiedad privada.
La respuesta a sus expresiones la dio la candidata a la vicepresidencia de los demócratas Kamala Harris, quien afirmó que para la justicia racial el camino por recorrer no es fácil, pero que si actuaban en conjunto la sabiduría de los que la han defendido por muchos años, con los líderes jóvenes de hoy, todos tendrían la oportunidad de hacer historia, en este lugar y ahora.
Atilio Molteni
Embajador
IN/BN/CC/rp.
