Las huellas de Canetti, acerca de algunos fenómenos de movimiento colectivo

“Masa y Poder”
“La inexorable calidad de su obra es el cimiento de uno de los mundos más aterradores del siglo” Salman Rushdie

Eduardo A Moro

A través de sus escritos Elías Canetti (1905-1994) dialogó con Sigmund Freud y su “Psicología de las masas y análisis del yo”, en lo que pasó a ser una obra monumental que lo llevó al Nobel. A medio camino entre el estudio antropológico y el ensayo histórico, religioso, político y jurídico, Canetti intentó explicar por qué la psicología de la masa es distinta, y a menudo opuesta, a la de los individuos que la componen. En lo esencial, entendía que su obra era un análisis del nacionalsocialismo que pretendía explicar. Desde entonces hasta aquí, el torrente ha crecido, las metáforas y mitos compartidos han remontado a las cimas en que naturaleza e historia, religión, ciencia y literatura confunden sus fronteras invadiendo la posmodernidad a través de la imagen y lo digital. Incluso dando lugar a los tsunamis democráticos de contenido variable con tendencia y aspiraciones a la masividad.

Según Canetti, nada teme el hombre más que ser tocado por lo desconocido y en todas partes, elude el contacto con lo extraño, como ante la noche oscura. Solamente inmerso en la masa puede el hombre liberarse del temor a ser tocado por lo extraño. Como parte de la masa todo acontece como si se tratase de un solo cuerpo. Y cuanto más se estrechen entre sí, más seguro se está de no temerse los unos a los otros. Nos abandonamos a la masa y dejamos de temer su contacto y cualquier otro. Con la misma rapidez y violencia con que surge, la masa fuga, se desintegra y sus efectos quedan suspendidos en el anonimato. No cabe allí el concepto de responsabilidad, el autor –la masa- ha desaparecido, se ha evaporado.

A su vez, lo que ha dado en llamar la muta, es la unidad más antigua de la masa: hordas de reducido número, que se desplazan en pequeñas bandas de diez o veinte integrantes. Forma de excitación colectiva con la que nos topamos en todas partes, que por sus características no puede -ni quiere- crecer demasiado. Tiene sentido exclusivo de pertenencia simbólica jerárquica entre quienes además son conocidos entre ellos, se frecuentan y actúan juntos, en espacios de cierto prestigio social. Cualquier parecido con la realidad, basta con mirar las noticias festivas y sus desarrollos durante y post ceremonias compartidas con personas que no integran el “círculo cerrado” de la muta.

En el interior de la masa -o la muta en su escala-, el individuo supera los límites de su propia persona y con sus gritos y acciones, los actores procuran demostrar a los demás y a sí mismos que de verdad son los más fuertes, pretendiendo enmudecer al otro bando (los extraños): paralizarlo.

Su estallido es la repentina transición de una masa cerrada a una abierta, con repentina voluntad de atraer la atención, de llegar a todos. Con la repetición de los ritos se garantiza a la masa una experiencia domesticada a sí misma, compensando necesidades de índole más dura y violenta. En el interior de la masa el individuo supera los límites de su propia persona y se siente aliviado cuando no estimulado ya que las distancias y obstáculos desaparecen. Después del incendio ya nada es como antes. La masa que prende fuego (símbolo principal) se cree irresistible, porque el fenómeno más importante en el interior de la masa es su descarga: sólo la descarga constituye la masa de verdad. Es el instante en que todos los que forman parte de ella se deshacen de las diferencias y se sienten iguales.

Así, la masa tiene doble vertiente: fenómeno que atrae y fascina, por un lado, pero también de espacio donde el yo se diluye y queda a merced de las manipulaciones del poder, generalmente encarnado por uno de los personajes, que orientan como las historias de cuentistas o la plegaria que surge de algún minarete: esa alta y fina torre habitada por una voz (el decidor) que para el que escucha suena como la epifanía de que su ser existe, y lo ayuda a salir, reverencialmente y por un instante, de la inexistencia anónima y perdida en la soledad existencial.

La velocidad informática y otras nuevas tecnologías, incluidas la nuclear y cuántica, acrecientan los temores tanáticos mundiales. Entre decisión y acción a nivel mundial hoy solo media un instante. ¿Qué son Gengis Kan, Tamerlán o Hitler comparados con nuestras posibilidades? (recordar Hiroshima). Simples aprendices y chapuceros provincianos.

Con enfoques y propósitos muy diferentes al de Canetti -centrado sobre el núcleo y efectos de los comportamientos simbióticos de sus componentes- vale la pena pensar en los textos de Antonio Negri y Michael Hardt (“Imperio” y “Multitud”), quienes muy posteriormente ensayan una síntesis del movimiento alterglobalizador, en el que trazaron una nueva forma de soberanía global, tratando de entender la formación de una clase emergente que ellos llaman «multitud». Los autores consideran que la clase obrera industrial ya no desempeña un papel hegemónico en la economía global, sino que existe un nuevo modelo dominante, «producción biopolítica», en el que los trabajadores no sólo producen bienes materiales en el sentido económico, sino que atañen a todas las facetas de la vida cultural, social, económica y política. No existirían ya silenciosas masas oprimidas, sino un nuevo sujeto que forma una multitud espontánea capaz de luchar contra las guerras, insistir en la democracia y buscar políticas alternativas.

A su vez, corresponde no olvidar que el fenómeno del comportamiento del sujeto singular, dentro de una muchedumbre, actuando con ella y tal vez delinquiendo junto a otros intervinientes de la misma, en el frenesí del despliegue masivo, es un tópico que desde siempre ha interesado a las inquietudes de las sociedades, a la cultura, la sociología, la política y la Justicia.

Estas reflexiones constituyen un recorrido posible sobre las geniales huellas de Canetti, acerca de algunos fenómenos de movimiento colectivo, que al margen de explicaciones y propuestas ideológicas sin adjetivaciones, merecen mayor atención en el análisis de la civilización contemporánea.
Eduardo A. Moro 22 de enero de 2021

CC/BN/rp.


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