viernes 19 abril 2024

Cuaderno de opiniones: El Feudoperonismo desde J.M.de Rosas hasta Gildo Insfrán

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Por Blas Hoyos

Es muy evidente la alianza y respaldo históricos que el PJ mantiene con los feudalismos provinciales, y no deja de sorprender que una tendencia que hace alardes de progresismo y de izquierda como el kirchnerismo, a priori encuentre coincidencias con organizaciones políticas de origen medieval.

Si hacemos un poco de historia veremos que no se trata de un apoyo facultativo y oportunista sino que el peronismo y su versión posmoderna, el kirchnerismo, son parte esencial de lo que he denominado el Feudoperonismo.

El peronismo reconoce diversas vertientes históricas, políticas e ideológicas. Desde su origen variopinto y pragmático a ultranza, siempre reivindicó a los caudillos feudales del siglo 19, tales como Facundo Quiroga, Chacho Peñaloza, Estanislao López, etc., para terminar elevando a la categoría de mito a Juan Manuel de Rosas, el Todopoderoso Gran Restaurador de las Leyes.

Estaríamos ante una suerte de proto-peronismo, que prefiguró su concepción del ejercicio del poder; como contrapartida, el peronismo rechaza y descalifica a través de lo que se denominó el revisionismo histórico, a figuras como Domingo F. Sarmiento, Juan B. Alberdi o Bartolomé Mitre que representaban en aquel entonces formas modernas en la construcción del poder, en el ejercicio de la política, ideas revolucionarias, pues hablaban de democracia y república, diferencias que fueron tan bien definidas en la obra suprema de Sarmiento, “Civilización o barbarie”.

Fueron estas corrientes de pensamiento las que, más adelante, dieron origen a partidos políticos nuevos con prácticas democráticas, tales como el socialismo, el radicalismo, el liberalismo, la democracia cristiana y a demócratas progresistas. Son esos partidos los que disputaron el poder a los conservadurismos feudales.

Mientras tanto, el verdadero germen del peronismo se gestaba en el nacionalismo colorado del partido militar, que se inició con Jose Félix Uriburu, ridiculizado por sus opositores con el sobrenombre de General Von Pepe, por su pasión prusiana.

Y en estas fuentes abrevó el joven capitán Juan Domingo Perón apoyando fervientemente el primer golpe de estado de la historia contra Don Hipólito Irigoyen, es famosa la foto del capitán Perón exultante subido al pescante del auto en el que el general Von Pepe se dirigía a tomar por asalto el gobierno democrático de don Hipólito, imagen que expresa más que mil palabras.

La historia continuaría con la organización de un grupo de coroneles y oficiales intermedios de inequívoca tendencia germanófila denominados GOU – Grupo de Oficiales Unidos- encabezados por Perón. El golpe del 43 lo depositó en el cargo de vicepresidente de facto y Secretario de Trabajo, desde donde amasó su poder.

La incipiente clase trabajadora se referenciaba con anarquistas , radicales y socialistas, y hacia allí dirigió su estrategia de acumulación política; se sumaron el partido laborista de Cipriano Reyes, desprendimientos de la UCR como el radicalismo renovador y Forja.

Es a partir de aquí donde el peronismo ve la posibilidad de sumar a los feudalismos provinciales, los que encontraron una nueva oportunidad para reciclarse hasta con cierto barniz progresista. Así es como se suman los feudos o señoríos provenientes de clanes tradicionales y acaudalados de cada provincia, aunque es justo decirlo, no todos los feudos se sumaron al Feudoperonismo.

La incorporación contra natura del pensamiento de izquierda nacional a un esquema filofascista como el que ostentaba el peronismo de aquel entonces, se realiza hacia fines de los 60 y la década del 70 con Perón en el exilio y se plasman en la formación de lo que se denominó la Tendencia, y por supuesto Montoneros, integrada por jóvenes generaciones que optaron por la lucha armada, trágica experiencia que aceleró la muerte de Perón, al que sucedió el escandaloso gobierno de Isabel y López Rega, y terminó en el golpe de estado del 76, y en una verdadera masacre.

Con el advenimiento de la democracia, en el 83’, el peronismo derrotado pagaría el precio impuesto por la guerra desatada entre sectores antagónicos como la Triple A y Montoneros y su ambigua actitud ante la dictadura militar.

Sobrevivió como tantas veces en su historia, refugiado en sus caudillos feudales. Prosperaron entonces la Catamarca de Saadi, el San Luis de los Rodríguez Saá, el Sgo. del Estero de Juárez y Nina, el sapagismo de Neuquén, con ADN feudoperonista, , la Rioja de los Menem y la Salta de los Romero, luego desplazados por el Clan Urtubey.

En el conurbano bonaerense se fue configurando el esquema de poder de los Barones, en Formosa el Gildismo daba su primeros pasos. El mismísimo kirchnerismo es en esencia, con un barniz de progresismo impostado, un derivado del caudillismo feudal.

En todos los casos las diferencias son solo cosméticas y permite identificar una matriz común: 1) Fuerte tendencia a la perpetuación en el poder, garantizado por reformas constitucionales que permiten reelecciones indefinidas.
2) Falta de alternancia, se preceden y se suceden a sí mismos.
3) Esquemas electorales amañados y tramposos, colectoras, ley de lemas, manipulación de padrones, policías bravas, etc.
4) Destrucción de sector privado y productivo con empobrecimiento y clientelismo
5) Baja calidad institucional, confusión de partido y estado y rechazo a la independencia de los poderes
6) Nepotismo. El poder esta concentrados en clanes familiares.

Por eso es que no debe llamar la atención el apoyo que se profesan el kirchnero-peronismo y el feudalismo, pues está en su ADN, y es esta alianza la que explica buena parte de su poder político y territorial. Lo llamo Feudoperonismo.
Blas Hoyos
PR/BN/cc.rp.

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