En su primera aparición pública tras varios días sin agenda y a una semana de la renuncia del ministro Martín Guzmán, el presidente Alberto Fernández, marcó el tono de su discurso, con motivo del Día de la Independencia, cuando afirmó: “La declaración de la independencia fue la coronación de un largo proceso político. La construcción de acuerdos demandó el esfuerzo de cada uno y semejante lección no puede ser olvidada”.
Inmediatamente enfatizó: : “En el proceso de nuestra independencia se forjó una unidad que requirió de mucho esfuerzo: de respeto, de unidad en la discrepancia. La unidad siempre es el fruto de la disposición de los involucrados por consolidarla. La historia nos enseña que es un valor que debemos preservar en los momentos más difíciles”.
Fernández advirtió sobre la histórica aparición de “agoreros que dividen y siembran el desánimo”. E insistió: “Para llegar a acuerdos que nos unan hace falta derribar muros. A veces los muros se levantan silenciosos, con voces altisonantes o con mentiras, pero en cualquier caso se levantan para dividirnos. Y para poder avanzar debemos derribar muros y comenzar a construir puentes, tal vez hoy desde la Casa del gran acuerdo podamos convocar a los grandes consensos que hacen falta para desarrollarnos de una vez y para siempre”.
Frente al jefe de Estado, escuchaban el jefe de Gabinete, Juan Manzur; el gobernador provincial, Osvaldo Jaldo; el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, entre otros funcionarios cercanos
Lejos de la realidad que el arzobispo de Tucumán, monseñor Sánchez describió con toda crudeza; “Hoy nuestra patria es un pueblo hambriento, desconcertado, preocupado, herido” , Alberto Fernández insistió que a pesar de los vaticinios de “los profetas del odio”, hoy “la Argentina está de pie y camina aun cuando muchos quieran negarlo”.
Y agregó: “Eso no significa que desconozca los problemas que tenemos. Debemos transitar el camino hacia el equilibrio fiscal y estabilizar la moneda. El crecimiento demanda divisas que hoy son escasas y eso hace más difícil la acumulación de reservas. La inflación que se despliega en todo el mundo daña más seriamente a nuestra economía, caracterizada por convivir con persistentes procesos inflacionarios”, señaló.
Tal como es practica en la administración “K”, trasladó a otros la responsabilidad de la grave situación que enfrenta el país: “Venimos soportando en los últimos meses, pero sobre todo en la última semana, una embestida de los grupos concentrados que quieren quedarse con toda la renta, que quieren provocar una devaluación y maximizar sus ganancias con la codicia de siempre. Se aprovecharon de la pandemia y se quieren aprovechar ahora de la guerra. Son los mismos de siempre que ganan millones con nuestra miseria”.
Fernández eludió cualquier tipo de autocrítica, después de jornadas que profundizaron la angustia y la incertidumbre que sacude a la Argentina, a consecuencia de las encarnizadas internas de la coalición gobernante, el primer mandatario volvió a alertar sobre aquellos que buscan, en momentos adversos, separar a los argentinos.
El Presidente piensa que otros son los culpables de la actual crisis y afirmó: “Lo hacen con rumores o falsas noticias que hacen circular en redes sociales o medios de comunicación”, aseguró. Y ante este escenario concluyó con un llamado a toda la ciudadanía: “Los convoco a no sucumbir ante el desánimo; a generar más espacios para el trabajo en unidad y solidaridad; a redoblar nuestro compromiso y nuestro esfuerzo para erradicar la pobreza extrema; a reconstruir el país que tuvimos, que se distinguía por el movimiento social ascendente con un Estado presente; a reducir todo tipo de desigualdades”.
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