domingo 28 mayo 2023

Cuaderno de opiniones: “El día de la desmemoria”

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Desde su misma instauración, en los albores de la presidencia de Néstor Kirchner, me pronuncié en contra del feriado del 24 de marzo. Sostuve que era insólito que se recordara con un feriado una fecha tan funesta como la de un golpe de Estado, lo que no ocurre, hasta donde sé, en ningún otro país.

Por Dr. Jorge Enríquez(*)

Se me dirá que el feriado no tiene como propósito la celebración, sino el recuerdo, para que, a través de la generación de conciencia acerca de su significado, no se repita en el futuro. Aún así, la cuestión sería opinable. Pero lo que no lo es, para mí, es el carácter faccioso que se le asigna, ya a partir de su nombre: Día de la Memoria. La memoria es una visión subjetiva de la historia.

Pretender imponer de manera oficial una cierta versión de los complejos acontecimientos de la década del setenta es totalitario. La enorme mayoría de los argentinos repudia, por supuesto, tanto el golpe de 1976 como el devenir luctuoso de la dictadura que comenzó entonces.

Sin embargo, son muy disímiles los análisis que se pueden hacer de sus causas. El kirchnerismo se aferra al 24 de marzo porque le sirve a su relato de la historia. Nadie en su sano juicio puede albergar la menor simpatía por nuestra última dictadura militar. Empero, la cristalización del 24 de marzo como génesis de todos nuestros males es otra de las tantas medidas demagógicas y simplistas que componen la estrategia de este gobierno. El terrorismo de estado no comenzó el 24 de marzo de 1976, sino un par de años antes, durante el gobierno peronista.

El terrorismo de izquierda (gran parte del cual era de ese signo político) fue masacrado por el terrorismo de derecha organizado por el estado durante los gobiernos de Juan Domingo Perón e Isabel Perón. Esto se oculta en la narrativa oficial, siempre dispuesta, no obstante, a calificar de “represor” o “genocida” a cualquier persona que critique al kirchnerismo y defienda el estado de derecho. El carácter sesgado que se le está dando a la “celebración” del 24 de marzo poco ayuda a la necesaria comprensión de nuestro pasado y a la conciliación nacional.

Desde hace algunos años, un sector ideológico identificado con la violencia terrorista de los años setenta se ha apoderado de la palabra “memoria”. Ahora en el gobierno, esa parcialidad intenta institucionalizar una memoria sesgada y rencorosa. La “memoria” es una versión histórica parcial, que borra los matices y las complejidades, y que exonera de responsabilidad y, veladamente, elogia a quienes sembraron de horror y de muerte a nuestro país en aquellos tenebrosos años bajo el manto infame de ser una «juventud maravillosa», glorificando a aquellos que descreían de los valores democráticos y se burlaban del estado de derecho como un prejuicio burgués.

Lo natural sería, si fuera necesario establecer un feriado para la conmemoración, elegir la fecha del 10 de diciembre, el día en que recuperamos la democracia, que coincide con el día internacional de los derechos humanos. Pero acaso creen que de tal forma exaltarían la figura de Raúl Alfonsín, a la que usan cuando creen que les conviene, pero que representa valores opuestos a los del populismo autoritario.

En estos días, para vilipendio de la Argentina, el gobierno publicita por todos los medios posibles la celebración de un “Foro Mundial de los Derechos Humanos”, que más bien se debería llamar “Foro Mundial contra los Derechos Humanos”, porque entre los principales invitados hay dictadores latinoamericanos de la peor calaña, que han arrasado contra cualquier atisbo de República y de vigencia efectiva de los derechos en los países que gobiernan.

Es hora ya de no dejarse amedrentar por esa farsa y decir con todas las letras que solo puede haber defensa de los derechos humanos en las democracias liberales. La “memoria” de los montoneros no es la mía ni la de casi nadie en nuestro país, que quiere vivir en libertad y bajo el imperio de la Constitución. Que no nos corran más quienes creen que la división de poderes es una antigualla que debe ser reemplazada. Se dicen progresistas, pero son retrógrados que añoran los tiempos de las monarquías absolutas.

(*) Exdiputado naciona JxC – Presidente de la Asociación Civil JUSTA CAUSA

p/ag.jorgeenríquez/rp.

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