Bogotá. El miércoles 29 de marzo se perpetróó un nuevo atentado en el nororiente de Colombia. El ataque, en el que perdieron la vida nueve personas, fue atribuido a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), con la cual el Gobierno adelanta negociaciones de paz. Desde que asumió su cargo, el presidente Gustavo Petro ha apostado por desarticular a los grupos armados que operan en el país, pero sus planes han tenido varios tropiezos.
Hacia las 3:00 de la mañana de este 29 de marzo (hora local), un pelotón del Ejército colombiano fue emboscado por un grupo de la guerrilla del ELN con explosivos y disparos mientras dormían en la región del Catatumbo, una de las zonas más violentas de Colombia.
Los sobrevivientes del atentado, afectados por las esquirlas de los explosivos, fueron trasladados a un hospital de Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander y paso fronterizo con Venezuela.
La noticia fue confirmada y repudiada por el presidente Gustavo Petro, quien aseguró que convocó a una consulta a la delegación de su Gobierno, la cual desarrolla una mesa de diálogo de paz con el ELN desde noviembre del año pasado.
Helder Giraldo, comandante general de las Fuerzas Militares, atribuyó el hecho al frente Camilo Torres, del ELN, que opera en el lugar del atentado. Según un comunicado, el punto no está catalogado como «zona roja»—como se le denominan a las partes del territorio colombiano donde se desarrolla la conducción de las hostilidades por parte de los actores armados—, lo cual explica la presencia de soldados jóvenes que prestaban su servicio militar obligatorio.
Por su parte, el ministro del Interior, Alfonso Prada, condenó los hechos mediante su cuenta de Twitter y dijo que: «Siempre hay la posibilidad de levantarse de una mesa cuando no hay condiciones para el diálogo o, como ya lo hicimos, suspender un cese y ordenar ofensiva total cuando no hay voluntad real de Paz! Repudio nacional debe ser oído por las partes!».
La «paz total» es uno de los planes más ambiciosos del Gobierno de Petro, con el que busca negociar simultáneamente con grupos guerrilleros y narcotraficantes el cese de sus operaciones, la desmovilización de sus filas e incluso, su incursión en la política del país, tal y como sucedió con la extinta guerrilla de las FARC en el 2016.
El plan escaló y fue sancionado como una ley en noviembre del año pasado por el presidente Petro. Desde ese momento, fue instalada una mesa de negociación, la cual ya ha tenido dos rondas, una en Venezuela y otra en México, con la presencia de garantes internacionales y otros actores.
Varios han sido los intentos por lograr una tregua. En el último respiro del año pasado, el presidente colombiano sorprendió con el anuncio de un cese al fuego bilateral. Sin embargo, posteriormente el ELN desmintió que fuera cierto.
El jefe de la delegación de negociación del Gobierno con el ELN, Otty Patiño, dijo mediante un comunicado que pedirá un cese al fuego con la guerrilla para lograr avanzar en otros puntos de las negociaciones.
«Mi posición en la reunión que tendremos el lunes con el presidente será la de hacer prioritaria la exigencia del cese al fuego y de hostilidades como condición necesaria para adelantar la participación de la sociedad civil en este proceso y el desarrollo de alivios en zonas donde el ELN puede interferir o afectar las acciones y dinámicas humanitarias», dijo Patiño.
Expertos consultados por France 24 concuerdan en que no es momento para realizar una tregua entre las partes y que, en este momento, es necesario que la Fuerzas Militares muestren su poder para presionar al ELN a negociar.
La complejidad de negociar con un grupo como el ELN es que a diferencia de rencia de las FARC, se puede decir que el ELN no tiene un mando centralizado, cada célula tiene autonomía en sus acciones, por lo que hace que las negociaciones sean aún más difíciles y que no se logre llegar a un cese al fuego unificado.
Durante los siete meses que lleva el primer Gobierno de izquierda en Colombia, la violencia generada por el ELN y otros grupos ilegales no ha logrado ser reducida.
Según la Policía Nacional, los secuestros y las extorsiones siguen siendo crímenes comunes en el país. Las negociaciones se están llevando a cabo en medio del conflicto.
Recientemente, las Fuerzas Militares han reportado que el ELN está sembrando minas antipersonales en el departamento de Antioquia, mientras que aumenta su presencia en las zonas cocaleras del país, ya que esta es una de sus más importantes fuentes de financiación.
Según explica Rosanía, actualmente hay una fractura dentro de la organización del ELN, la cual se divide en tres partes: los que negocian en México, el frente oriental, el cual limita con Venezuela y opera desde allí; y el frente occidental, ubicado en la frontera con Panamá.
Pero los esfuerzos de este Gobierno no son los primeros que buscan acabar con la guerrilla activa más antigua en Colombia.
El exmandatario Juan Manuel Santos negoció con sus representantes durante seis años, pero los diálogos fueron suspendidos en 2019 por el expresidente Iván Duque, luego de registrarse un ataque a una escuela de policía que dejó 22 muertos y 89 heridos.
A pesar de esto, el Gobierno de Santos logró un cese bilateral de 101 días, al que se acogieron todos los frentes.
«Lo que nos muestra la historia y la lógica de la guerra es que a medida que las partes se acercan a un acuerdo de paz, las mismas partes empiezan a mostrar su capacidad militar,por lo que podemos esperar más ataques de este tipo», explica Daniel García-Peña, excomisionado de paz y director de la ONG ‘Planeta Paz’, a France 24.
El Gobierno seguiría manteniendo su voluntad de negociar El proceso del ELN es el más adelantado de la «paz total» y podría eventualmente llevar a una negociación política.Los más recientes hechos no llevarían a que el Gobierno se levante de la mesa, según explica Andrés Macías, investigador en seguridad y construcción de paz de la Universidad Externado de Colombia.
«El Gobierno no va a suspender los diálogos inmediatamente porque esto significaría una derrota política, mucho menos después de las caídas de las reformas de la salud y pensional», agregó Macías.
Entretanto, los expertos concuerdan en que, si el Gobierno realmente quiere cumplir su objetivo, es momento para cambiar la estrategia que ha mantenido hasta el momento y mostrarse más fuerte militarmente. Un cambio táctico que también serviría como ejemplo para los otros grupos que se quieran acoger a la «paz total».
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