Las democracias del mundo han condenado casi unánimemente los resultados de elecciones presidenciales de Venezuela y han pedido un recuento transparente de los votos para confirmar lo que la oposición dice fue su aplastante victoria sobre el presidente Nicolás Maduro.
Dos de los aliados más cercanos de Maduro —los presidentes izquierdistas de Brasil y Colombia— se han unido recientemente a un coro de naciones, incluido Estados Unidos, que han expresado profundas preocupaciones sobre elecciones presidenciales del domingo, , que según las autoridades electorales venezolanas el presidente ganó por siete puntos.
Sin embargo, Maduro hasta ahora se ha mantenido firme: ha proclamado su victoria, ha encarcelado a sus opositores y ha amenazado con detener a su rival, Edmundo González. La oposición afirma que González derrotó al autoproclamado líder socialista en las urnas por un margen de más de 2 a 1.
A medida que el impasse electoral avanza hacia un territorio desconocido, estas son algunas de las opciones de Maduro:
Rehacer elecciones
La ventana para que Maduro dé marcha atrás se estrecha cada hora. El Consejo Nacional Electoral ya lo proclamó oficialmente ganador.
Si Maduro reconsidera su futuro, las opciones van desde renunciar a la presidencia hasta ordenar una nueva elección con la presencia de observadores internacionales para garantizar que los resultados tengan más credibilidad. Cualquier cambio de este tipo sólo podría surgir de intensas negociaciones con la oposición y Estados Unidos sobre un acuerdo para compartir el poder y proteger a Maduro y sus aliados de ser procesados.
Pero hasta ahora, Maduro no ha hecho más que redoblar sus esfuerzos. Su gobierno afirma haber arrestado a 700 personas vinculadas a la violencia postelectoral. Al menos 11 personas han muerto en manifestaciones en todo el país.
“Él cuenta con que podrá esperar a que pase esto y la gente se cansará de manifestarse”, dijo Cynthia Arnson, miembro distinguida del Wilson Center, un centro de estudios de Washington. “El problema es que el país está en una espiral de muerte y no hay posibilidad de que la economía pueda recuperarse sin la legitimidad que surge de una elección justa”.
Sin rampa de salida
Un obstáculo importante es que Maduro tiene mucho que perder con cualquier transición política.
Se enfrenta a una investigación por abusos a los derechos humanos en la Corte Penal Internacional por la represión de las protestas antigubernamentales en 2014 y 2017. Mientras tanto, Estados Unidos ha ofrecido una recompensa de 15 millones por su arresto por cargos de tráfico de drogas.
Incluso si Maduro estuviera dispuesto a dar un paso al costado, muchos de sus aliados, incluido el alto mando militar, enfrentan sus propios cargos criminales y podrían limitar cualquier acuerdo.
“Probablemente él considera que su caso base para las opciones de salida está en algún punto entre una larga temporada en La Haya y ser colgado con una cuerda de piano en la Plaza Bolívar”, dijo Daniel Lansberg-Rodríguez, analista político nacido en Venezuela y fundador de Aurora Macro Strategies, una firma de consultoría de riesgo geopolítico enfocada en los mercados emergentes. “Así que la única opción es quedarse en la mentira”.
Apalancamiento extranjero
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha estado al frente buscando una desescalada del conflicto, reconociendo lo que está en juego no sólo para la élite gobernante sino para los 29 millones de venezolanos en el país.
“Maduro sabe perfectamente que mientras más transparencia haya, mayor será su posibilidad de tener paz para gobernar Venezuela”, dijo esta semana.
Otros izquierdistas que han intentado apelar a Maduro incluyen al presidente Gustavo Petro de Colombia, que tiene una miríada de intereses comerciales con su vecino, y Pablo Iglesias, uno de los fundadores del partido político español Podemos, un aliado cercano de Maduro.
Sin embargo, el país que tiene la verdadera influencia es Estados Unidos. Desde la última elección de Maduro, Estados Unidos ha acumulado una serie de sanciones petroleras punitivas, ha cerrado su embajada en Caracas y ha acusado a Maduro y a varios de sus principales colaboradores. Durante más de un año, el gobierno de Biden ha ido dando marcha atrás lentamente en la llamada campaña de “máxima presión” con la esperanza de que Maduro abriera más espacio político.
Aunque el gobierno de Biden ha pedido una auditoría exhaustiva para que los venezolanos puedan confiar en los resultados, hasta ahora ha evitado acusar al gobierno de fraude y declarar ilegítima la victoria de Maduro. Pero las amenazas de arrestar a González y a su principal partidaria, la líder opositora María Corina Machado, pueden obligar a Estados Unidos a deshacerse de las últimas reservas de moderación.
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