Colombia se abstuvo en una votación de la OEA para que el Gobierno de Nicolás Maduro entregue «inmediatamente» las actas. La Cancillería justifica la decisión en la necesidad de mantener el diálogo con el chavismo. Conversaciones que también siguen con la oposición. Petro busca ser un interlocutor clave para todas las partes: los necesita y le necesitan. Un papel negociador que viene desde sus tiempos de guerrillero del M-19.
El futuro de Venezuela está en Caracas. Pero es indudable que también se decide en el exterior. Una de las principales plazas es Bogotá. Concretamente en los pasillos de la Casa de Nariño, sede de la presidencia de Colombia, el país vecino.
A días del ecuador de su mandato, Gustavo Petro se encuentra frente a una crisis en la que tiene mucho que decir y que sueña con resolver desde su llegada al poder. Con el destino de Venezuela en vilo, el presidente de Colombia trata de alinearse con el mundo, sin enfadar al chavismo y en contacto con la oposición. Es la tercera vía.
Malabares para resolver una situación en constante estancamiento, tratando de vestir el traje de gran mediador internacional, pero con la presión interna de evitar una nueva llegada masiva de venezolanos, que podría condicionar la segunda mitad de su presidencia, la que reserva para acometer sus grandes reformas.
Jugando en equipo con Brasil o México. Pero también solo. Como demuestra su comunicado del miércoles, después de días de silencio.
Finalmente Petro pidió en la red social X una veeduría internacional sobre las actas electorales, respeto al derrotado de las elecciones, que Estados Unidos levante las sanciones contra Venezuela y evitar una guerra civil, como la que, asegura, lleva viviendo Colombia desde hace 75 años. Human Rights Watch cifra en 20 los muertos desde el domingo.
En este contexto, Petro estaría logrando su objetivo: tender la mano izquierda al chavismo y, la derecha, a la oposición.
Esto dijo Nicolás Maduro el miércoles: Agradecemos todas las cooperaciones, de todos los que tengan posibilidad de cooperar con la paz de Venezuela, así se lo dije al presidente Petro, a quién respeto mucho, es uno de los hombres más inteligentes que he conocido en mi vida, y respeto sus consejos, sus ideas. Tuve la oportunidad de conversar con él hoy y le expliqué muchas cosas.
Y, pese a abstenerse Colombia, el miércoles, en la resolución de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que pedía al Consejo Nacional Electoral entregar «inmediatamente» las actas», la líder opositora, María Corina Machado, se refirió así en X, en un tono mucho más calmado que el de los opositores a Petro en Colombia:
El embajador de Colombia ante la OEA cierra su pronunciamiento en esta sesión extraordinaria planteando tres cosas: 1. Deben conocerse todas las actas. 2. Que todas las actas sean auditadas por el mundo entero. 3. Que prevalezcan las garantías electorales para todos los sectores y despejar cualquier duda sobre los escrutinios.
La abstención de Colombia en la OEA: ¿diplomacia o blanqueamiento?
La oposición colombiana encontró el miércoles argumentos para criticar la actuación diplomática del Gobierno Petro, después de días de incertidumbre y silencios. Múltiples voces condenaron que Colombia fuese uno de los 11 países que se abstuvieron en la resolución de la OEA, que fracasó por tan solo un voto.
Una buena muestra es el trino del expresidente de Colombia, y Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos: «El voto de Colombia hoy en la OEA es una vergüenza».
La resolución de la OEA se alinea con lo que ha estado diciendo la Cancillería de Colombia así como con el último comunicado del presidente. Por lo que los opositores hablan de incoherencia entre las palabras y los actos.
Para otros, la lectura es bien distinta: Petro no puede quemar los puentes que tiene con el chavismo. Una posición de privilegio en una región sin apenas interlocución con Caracas. Esto, cuando Colombia, Brasil y México tratan de mantener una posición conjunta y, mientras, incluso, en Estados Unidos, reina la cautela, con un presidente Joe Biden, que todavía no ha hablado de fraude electoral.
Los anteriores intentos de derrocar al chavismo han fracasado. Es una visión que comparten Gustavo Petro, Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva, Andrés Manuel López Obrador, e incluso, Gabriel Boric. Por lo que la única alternativa que contemplan es una salida negociada.
Esa ha sido la línea dispuesta por la Cancillería en un comunicado sobre lo acontecido en la OEA. Aseguran que su abstención se debe a que Venezuela no forma parte del organismo, abogan por mantener el diálogo, informan de que están manteniendo conversaciones con todas las partes y defienden la prudencia y discreción diplomática por todo lo que está en juego.
Seis encuentros entre Petro y Maduro en dos años
Una de las primeras acciones de Gustavo Petro como presidente fue restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela. En sus primeros días de Gobierno ambos países nombraron embajadores, después de cuatro años sin relaciones. Antes de los primeros dos meses del Gobierno Petro, la frontera se había reabierto, después de siete años cerrada.
Muestra del acercamiento son los seis encuentros de Gustavo Petro con Nicolás Maduro en Venezuela en estos dos años. Viajes constantes desde Colombia, en ocasiones, sorpresivos, rodeados de secretismo.
De todas esas reuniones, la última fue significativa. El 9 de abril, Gustavo Petro viajó a Caracas de urgencia. Las relaciones entre Colombia y Venezuela volvían a estar un punto crítico. Días antes, la principal opositora venezolana, María Corina Machado, había sido inhabilitada para participar en las elecciones del 28 de julio. También su sucesora: Corina Yoris. Petro habló de «golpe antidemocrático». Maduro se refirió, en respuesta, a «la izquierda cobarde».
Ese 9 de abril se reconciliaron. Ese 9 de abril Petro también se reunía con el entonces candidato opositor Manuel Rosales. Días después este retiraba su candidatura y era nombrado candidato presidencial de la opositora Plataforma Unitaria, Edmundo González. Un perfil más moderado y conciliador. El presidente de Colombia aplaudió el movimiento.
Un mes después, a fines de mayo, Petro habría logrado que Maduro aceptase recibir un borrador para un acuerdo de «paz política» entre oficialismo y oposición, según publicó ‘El País’. Una forma de garantizar una transición pacífica para los chavistas. Maduro nunca lo habría firmado.
A estas mediaciones del presidente de Colombia, se suma la que hizo junto a otros líderes, desembocando en octubre de 2023, en el ‘Acuerdo de Barbados’, entre chavismo y oposición, que buscaba garantías para los comicios del 28 de julio. Antes, en abril de 2023, en Bogotá, Petro había liderado una conferencia internacional sobre el proceso político de Venezuela, sin demasiado éxito.
Economía, paz y migración: los intereses de Colombia en Venezuela
Entre éxitos y fracasos, resolver la crisis de Venezuela ha sido una obsesión para Gustavo Petro. Detrás de las intentonas: su voluntad de ejercer un rol determinante a nivel internacional, elevando su perfil y el de Colombia en el tablero geopolítico.
Pero más allá del rol protagónico, Petro tiene múltiples necesidades internas para lograr estabilidad en el país vecino.
Una de las principales es económica. En 2023, el intercambio comercial se situó por encima de los 800 millones de dólares. Lejos del promedio 2010-2015, que se situaba en los 3.100 millones de dólares, pero un 8,7% mayor al de 2022, y el mejor dato desde 2016. La estabilidad es clave para volver a cosechar los números de antaño.
La anhelada ‘paz total’ de Gustavo Petro, que busca finalizar el conflicto político de más de 60 años en Colombia, también necesita a una Venezuela estable. De hecho, el Alto Comisionado para la Paz, Otty Patiño, dijo que la crisis venezolana es «absolutamente preocupante» para las conversaciones adelantadas por el Estado de Colombia. Venezuela es garante de las conversaciones con el ELN, la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central. El Gobierno de Nicolás Maduro ha acogido conversaciones en su territorio, pero, además, estos grupos se mueven en la frontera entre ambos países, dotando a Caracas de información estratégica tanto militar, como de negociación
También está en vilo la migración. Colombia tiene cerca de tres millones de venezolanos en su territorio, de los 7,7 millones que hay en el mundo. Es el país que más acoge. En 2014, eran poco más de 20.000 en suelo colombiano, en un éxodo que comenzó tras el inicio de la crisis política interna derivado de la muerte de Hugo Chávez, el colapso económico y las sanciones contra Venezuela.
Una nueva crisis política que desemboque en un bloqueo económico, en nuevas sanciones o, incluso, en un conflicto armado interno, volvería a sacudir a Venezuela, provocando un nuevo desplazamiento al exterior.
Los países de América Latina, como Colombia, quieren evitar una nueva llegada masiva de venezolanos, en países con un débil mercado laboral, una inflación alta y pocos recursos públicos para garantizar una mejor vida a aquellos que llegan. Además, tratan de evitar nuevamente el uso político xenófobo contra los venezolanos, con el que la ultraderecha busca sacar réditos electorales en todo el continente.
Petro, inspirado por el acuerdo de paz del M-19
El presidente de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva, es el interlocutor público de Estados Unidos. El presidente saliente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha mantenido su defensa sobre el Gobierno de Maduro al afirmar que «no hay pruebas de fraude». Pero quién ha logrado erigirse clave para todos los bandos parece ser Gustavo Petro.
Colombia necesita buenas relaciones con los chavistas, en caso de que mantengan el poder. Pero también con la oposición, en caso de que Maduro no continúe. Los chavistas necesitan a Petro para lograr el menor daño posible en caso de perder el poder; la oposición necesita a Petro para conseguir que Maduro pueda aceptar una transición política.
Pero no es el único diálogo por el que aboga Gustavo Petro. Lo hace con los grupos armados dentro de su territorio, e incluso ha llamado, en distintas ocasiones, a un acuerdo nacional con los distintos grupos políticos colombianos. No siempre con éxito y, en ocasiones, rodeado de incoherencia. También ha pedido negociaciones internacionales para resolver las guerras de Gaza y Ucrania.
Petro sabe moverse en las sombras. En las grietas de todo lo que es público, es donde el presidente de Colombia deposita sus apuestas políticas, haciendo relucir su pasado de clandestinidad, como combatiente de una guerrilla de prácticas marxistas, acostumbrada a obrar en los márgenes.
Era el M-19, que logró un acuerdo pionero de paz en el mundo en 1990 con el Estado de Colombia. En esas negociaciones estuvo Petro, quién quiere seguir aquella estela de diálogo, en su país, en Palestina, en Venezuela, y allá donde pueda encontrar su papel soñado de mediador.
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