La Paz. En el séptimo día de una marcha que comenzó el pasado martes 17 de septiembre, la autodenominada como ‘Marcha para liberar Bolivia’ ingresó a La Paz este lunes 23 de septiembre, después de que miles de personas se sumaran en la ciudad de El Alto.
La movilización plantea un duro desafío al presidente Luis Arce de su mentor y ahora rival para que dé solución a la crisis económica y reconozca el liderazgo del expresidente Evo Morale al frente del fracturado partido oficialista, así como su habilitación como candidato a los comicios presidenciales de 2025.
El exmandatario, seguido por mineros y sectores indígenas en primera fila, ingresó a la ciudad sede de Gobierno por la autopista principal que une ambas urbes en su séptimo día de caminata que inició desde la localidad de Caracollo, en la región andina de Oruro, y que fue calificada por Arce como un «golpe de Estado» en su contra.
«Una vez más, la conciencia de todo nuestro pueblo está despierta. Nuestra marcha es para decir basta de corrupción, de un gobierno de familias, de encubrimiento al narcotráfico, de destrucción de la economía del pueblo y de ataque a nuestras organizaciones sociales. Nuestra marcha es para defender al Estado Plurinacional, a nuestro modelo económico y a nuestro Instrumento Político», aseguró Morales, mediante un mensaje difundido en su cuenta de la plataforma X.
La tensión parecía apoderarse de las calles del centro de La Paz este lunes ante la concentración de partidarios de Arce en la plaza Murillo, donde está la casa de Gobierno y el Legislativo. Cientos de personas portaban banderas blancas reclamando diálogo, una actitud distinta a la del domingo cuando pretendieron frenar por la fuerza la marcha de Morales que buscaba llegar hasta el centro de la ciudad.
Y es que la llegada de la marcha a La Paz se produce justo después de que el domingo 22 de septiembre se registraran violentos choques tras la llegada de los manifestantes a las afueras de la ciudad de El Alto. Allí, sectores sociales y funcionarios del Gobierno de Luis Arce se concentraban en un cabildo contra la movilización de Morales.
Al encontrarse los dos grupos se registraron detonaciones de dinamita, algunas personas lanzaron piedras contra los afines al mandatario y también hubo agresiones a periodistas. El Ministerio del Interior informó de al menos 3 personas heridas.
Este lunes, Morales hacía también referencia en X a estos hechos. «Mientras el gobierno acude a la violencia para imponer sus desmedidas ambiciones, las y los ciudadanos alteños se levantan para impedir los abusos contra los derechos del valeroso pueblo boliviano que lucha por días mejores», afirmó horas antes.
Luego de los hechos ocurridos en El Alto, el presidente Luis Arce convocó a Morales a dialogar y le advirtió que no le dará el gusto de una guerra civil.
«Una guerra civil, como dice uno de tus operadores, es precisamente lo que quisieran los enemigos internos y externos de nuestro Estado plurinacional de Bolivia para ofrendar nuevamente al imperialismo. No lo permitiremos», aseguró.
Pese al llamado al diálogo, Arce también emitió fuertes reclamos a Morales: «La persistencia de tus posiciones y tu negativa a dialogar nos hacen ver que solo te motiva una obsesión política electoral y una ambición personal de poder que se reviste de una inexistente preocupación por los problemas del pueblo».
Desde el inicio de la marcha en la localidad de Caracollo, en la región occidental y andina de Oruro, desde sectores oficialistas se ha criticado la marcha, a la que algunos funcionarios del Gobierno han denominado incluso «Marcha de la muerte» y se la ha tildado de intento de golpe de Estado.
Evo Morales insistía de nuevo este lunes en su cuenta de X en que la marcha «es para decir basta de corrupción, de un gobierno de familias, de encubrimiento al narcotráfico, de destrucción de la economía del pueblo y de ataque a nuestras organizaciones sociales. Nuestra marcha es para defender al Estado Plurinacional, a nuestro modelo económico y a nuestro Instrumento Político».
Pero la movilización continúa haciendo un fuerte llamado para que Morales, que gobernó entre 2006 7 2019, sea habilitado como candidato presidencial para las elecciones de 2025.
Entre los años 2006 y 2017, Luis Arce fue el ministro de Economía de los diferentes gobiernos de Evo Morales, en los que Bolivia experimentó un alto crecimiento económico de la mano del aumento del precio de las materias primas que exportaba. Sin embargo, en estos últimos meses como presidente ha visto cómo el país ha caído en una crisis económica.
Los principales problemas se encuentran en la escasez de divisas y la devaluación de la moneda local frente al dólar; también en la escasez de combustible, que el propio Ejecutivo ha reconocido.
Según datos del propio Banco Central de Bolivia, las reservas de divisas en el país han pasado de un pico superior a los 15.000 millones de dólares en el 2014, a bajar de los 2.000 millones en este 2024.
El pasado junio, el presidente Arce reconoció la escasez de combustible en un país que, según datos oficiales, ahora importa el 56% de la gasolina y el 86% del diésel que consume.
A lo que nadie es ajeno en Bolivia es a que este es tan solo el último de los episodios de una lucha política entre Evo Morales y Luis Arce por el control del Movimiento al Socialismo (MAS).
La lucha se remonta al 2021 y ha dejado al partido sin renovación de junta directiva ni nuevos candidatos oficiales, de cara a las elecciones de 2025.
En ellas, Morales busca volver a la Presidencia. Para ello los afines al expresidente dentro del MAS en el que le nombraron candidato único. Los afines a Arce realizaron otro Congreso en mayo de este 2024, encabezado por el expresidente. Sin embargo, el Tribunal Electoral no ha aceptado ninguno de los dos.
Ambos sectores se culpan por la crisis económica que Bolivia experimenta y, en entrevista con la agencia de noticias EFE, Morales aseguró que Arce y su Gobierno buscan meterlo preso e incluso asesinarlo.
Arce acusa a su exaliado político de buscar «un golpe de Estado». Bolivia vive así algunos de los días más convulsos de los últimos meses.
INT/ag.agencias.europapress/rp.