Kursk se convirtió en un teatro clave de la guerra en agosto, cuando Ucrania, dos años y medio después de la invasión a gran escala de Putin , dio vuelta la situación al apoderarse de una porción del territorio ruso, una potencial moneda de cambio en futuras negociaciones.
Siete meses después, Kursk vuelve a estar en el centro de atención, mientras las fuerzas rusas intentan expulsar completamente a los ucranianos y Estados Unidos insta a Rusia a aceptar un alto el fuego en la guerra más amplia.
Moscú anunció el viernes que sus fuerzas habían recuperado otra aldea de Kursk. Sin embargo, el Estado Mayor ucraniano indicó que la situación en el campo de batalla prácticamente no había cambiado.
«Los informes sobre el supuesto ‘cerco’ de unidades ucranianas por parte del enemigo en Kursk son falsos y fabricados por los rusos con fines de manipulación política», afirmó, añadiendo que las unidades se habían «retirado a posiciones defensivas más ventajosas».
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, dijo a los periodistas que la ofensiva de Kursk había logrado desviar a las fuerzas rusas de otras posiciones del frente de batalla.
Zelenskiy añadió que veía «una buena oportunidad» para poner fin a la guerra, teniendo «sólidos entendimientos de seguridad» con los socios europeos.
Dijo que estaba discutiendo con los aliados de Kiev las futuras garantías de seguridad y también el apoyo económico, añadiendo que se requeriría una cobertura de defensa aérea del 100% como disuasión en un acuerdo de paz.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien se reunió con Trump el jueves, dijo a Fox News que el esfuerzo de Trump para lograr que Rusia perdonara las vidas de los soldados ucranianos fue «extremadamente útil y extremadamente importante».
Pero dijo que la OTAN necesitaba una disuasión colectiva a largo plazo para que Rusia nunca más intentara capturar territorio en ninguna parte del mundo.
El viernes, Trump volvió a presionar a Rusia para que firme y complete «un alto el fuego y un acuerdo final».
Putin dijo el jueves que apoyaba en principio la propuesta de Trump, pero que los combates no podían detenerse hasta que se resolvieran varias condiciones cruciales, lo que aumentaba la perspectiva de negociaciones más largas.
Putin ha declarado que quiere que Ucrania abandone sus ambiciones de unirse a la OTAN y limite el tamaño de su ejército. Rusia también quiere que Ucrania ceda el control de cuatro regiones que Moscú reclama, una exigencia que Kiev rechaza.
También ha dejado claro que quiere que se alivien las sanciones occidentales y que se celebren elecciones presidenciales en Ucrania, algo que Kiev considera prematuro mientras la ley marcial siga en vigor.
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