Por Dr. Jorge Enríquez (*)*****
La Corte Suprema revisó que no se hayan violado garantías constitucionales y que la sentencia condenatoria contra la ex presidente no sea arbitraria. Todo, de acuerdo a Derecho.
Cristina Fernández de Kirchner ya tiene condena firme y en los próximos días comenzará a cumplir su condena como presa, aunque sea, por su edad, en su domicilio. La Corte Suprema rechazó el recurso de queja interpuesto y confirmó el fallo de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación que la condena a seis años de prisión y a inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública. La causa se vincula con cincuenta y una licitaciones de obra pública en la provincia de Santa Cruz adjudicadas a sociedades controladas por Lázaro Báez, también condenado en la causa.
El fallo de la Corte fue no solo unánime, sino con una fundamentación común de los tres jueces. No hay, pues, ya ningún resquicio para demorar el cumplimiento de la condena. En la sentencia se detallan prolijamente los argumentos que sustentan el recurso extraordinario, al que se le reprocha carecer de fundamentación autónoma, como requieren estas presentaciones. Pero el máximo tribunal no se queda ahí, sino que va descalificando uno por uno los agravios (como se dicen en el lenguaje judicial) del recurso, es decir, los motivos por los que los recurrentes consideran que la sentencia debe ser revocada.
No es la Corte la que condena a Cristina Kirchner. Eso lo hicieron tribunales de instancias inferiores. Lo que hace la Corte es revisar que no se hayan violado garantías constitucionales y que la sentencia no sea arbitraria. No se trata de la mera discrepancia. Para que haya arbitrariedad la resolución judicial no debe ser una derivación razonada del derecho vigente y contener errores inexcusables tanto de interpretación jurídica como de valoración de los hechos y la prueba.
Como era de esperar, Cristina Kirchner se presenta ahora como una proscripta. Más aún, como una “fusilada que está viva”, en alusión a los fusilamientos del General Valle y otros militares en junio de 1956, dispuesto por las autoridades de la Revolución Libertadora. Es su papel de siempre, el de víctima universal. Pero ya sus recursos actorales están muy gastados y el público no se deja engañar más. Nadie la proscribe. Los jueces de todas las instancias solo aplicaron el Código Penal, que incluye para el delito que cometió la pena accesoria de inhabilitación para ocupar cargos públicos.
Claro que es un tema muy delicado que una expresidente, que todavía mantiene el liderazgo sobre ciertos sectores de la ciudadanía, se halle en esa situación. Sin embargo, sostener que el fallo viola la democracia es creer que hay ciertas personas que están al margen de la ley. Nada más contrario a los principios republicanos. Los jueces no deben considerar y no consideraron esos efectos políticos. Su tarea consiste en aplicar la Constitución y las leyes a los casos en los que deben intervenir.
Lejos de preocupar, el fallo debe estimarse como muy saludable para nuestra democracia. En este caso, la condenada fue Cristina Kirchner, pero el mensaje es que puede ser cualquiera que transgreda las normas jurídicas. La propia Constitución Nacional, luego de su reforma de 1994, señala a la corrupción como un atentado al sistema democrático. De ahí que la vulneración de la democracia se da cuando hay corrupción, no cuando se la juzga con todas las garantías del debido proceso.
Siempre ha habido, lamentablemente, bolsones de corrupción en la administración pública. La peculiaridad de los Kirchner es haber desarrollado la corrupción como sistema y a una escala nunca vista en nuestro país.
Los fiscales y los jueces que han actuado merecen nuestro respeto. Así se podrá afianzar la confianza en la justicia, que es indispensable. Pero también deben ser aplaudidos todos los ciudadanos y dirigentes políticos que denunciaron esa corrupción.
Muchos lo hicieron tempranamente, cuando todavía la sociedad estaba anestesiada en los primeros años del kirchnerismo luego del traumático fin de la convertibilidad. Hoy es probable que muchos de ellos, que señalan la falta de valores republicanos del actual oficialismo, sean menospreciados como “tibios” o “ñoños”. No importa. La justicia y la verdad a veces tardan, pero siempre se imponen.
(*)Presidente Asociación Civil Justa Causa; Diputado Nacional (MC), JxC, PRO; Miembro de Profesores Republicanos
P/ag.jorgeenríquez.vfn/rp.