Aquel 30 de octubre de 1983, los argentinos decidieron cambiar. Entró en la Casa Rosada, de la mano de Raúl Alfonsín, los valores fundamentales con los que impulsó su campaña, y que permanentemente exhibía como un rezo laico, cuando se le preguntaba hacia donde marchan, porque luchan y la respuesta era univoca, “que marchamos, que luchamos para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.”
Hace 38 años en Argentina se volvió a vivir en democracia, y hoy en tiempos difíciles resulta imprescindible que todos, absolutamente todos tengan plena consciencia que es necesario defenderla y resulta de enorme valor, y de una relevante actualidad, tener presente una de las frases que Alfonsín pronunció en el cierre de su campaña en la Av. 9 de Julio: “En esta marcha, entonces, para afianzar las libertades de todos no habrá distinciones políticas, no habrá radicales ni antiradicales, ni peronistas ni antiperonistas, para preservar la sociedad argentina, de cualquier loca aventura golpista, estaremos todos luchando por el futuro argentino.”
Finalmente llegó el momento en que al asumir su gestión, desde los balcones del Cabildo, con una plaza de Mayo colmada de ciudadanos, ya presidente Raúl Alfonsín reiteró: “Tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina.” Contundente pensamiento que en la actualidad, cuando surgen amenazas sobre las bases de la Constitución Nacional, mantiene total vigencia.
P/BN/vfn/rp.