En los últimos meses y debido al aislamiento obligatorio, no hubo estrenos de teatro ni recitales ni ferias ni inauguraciones de muestras. Sin embargo, el mundo entero ha discutido y consumido películas y series, podcasts, videojuegos y lecturas varias, y propuestas de artistas e instituciones en streaming y en redes sociales. A pesar de la tragedia económica que la pandemia supone para el sector cultural, sus agentes están muy vivos y concentrados en desafiar los límites formales y conceptuales que las plataformas virtuales suponen.
Claro está que no todos lo hacen con iguales resultados. Muchos tratan de reproducir en este mundo lo que antes hacían en el otro. Hubo museos que plantearon hacer visitas virtuales, salas que echaron mano de sus archivos de entrecasa para reproducir funciones de ópera o de teatro, y músicos que cantaron desde sus casas; algunos lo hicieron muy bien, otros nos hicieron añorar el Luna Park y, de paso, entender mejor el entramado complejo detrás de cada producción.
Hay quienes le encontraron la vuelta y le sacaron el jugo. Comparto a modo de ejemplo algunos casos que disfruté especialmente. El primero es la propuesta de la cantante española Sheila Blanco, “Bio Classic”. Sheila colgó en Youtube unos videos de formato casero y factura impecable, en los cuales canta fragmentos de las composiciones clásicas más famosas con letra que sorprende: las biografías de sus autores. Mozart, Beethoven, Wagner, Debussy son cantados en su música, con humor y con mucha información.
El Malba sorprendió el sábado pasado con un día de videos en Instagram dedicados a Liliana Porter. Sin intermediación de discurso curatorial alguno, la artista habló de su trabajo mientras mostraba su precioso y matemático taller. Liliana abrió la puerta de su vida: allí estaban su pareja, su jardín, sus insumos y su obra terminada, su método, su recorrido. Claridad conceptual y falta de afectación hacen de estos videos un material relevante tanto para el que conoce bien su obra, como para el que se encuentra con un artista por primerísima vez.
La galería Jacques Martínez también eligió Instagram para arrancar despacio y sin advertencia previa un feed que, a razón de un posteo diario, fue maridando la serie de dibujos y grabados de La Peste de Clorindo Testa con el libro homónimo de Albert Camus; mientras tanto la peste nuestra avanzaba en tiempo real. La apoteosis de las tres pestes al unísono es mucho más que coincidencia: es poesía.
El Museo del Juguete de San Isidro puso manos a la obra en una guía didáctica de juegos coloniales y tradicionales. El resultado es un compendio de tutoriales de construcción, de instrucciones de juego, y mucha historia de la sociabilidad. El museo no tardó en ofrecerlo a las escuelas que, ávidas de material, lo enviaron a sus alumnos como parte de la currícula. Envalentonado, el museo lo compartió luego con redes de museos de América, que se ocuparon de viralizarlo por el continente.
La Wallace Collection de Londres es un museo delicioso cuya colección es de un eclecticismo extraordinario. Pintura, miniaturas, porcelanas, muebles, armas y la casa que las contiene son el fruto de la pasión (y la fortuna inmensa) de siete generaciones de coleccionistas. ¿Qué hizo de nuevo este museo? Nada. Pero se merece estar en esta lista porque ya había comprendido, seguramente guiado por la necesidad de encontrar un modo de comunicar ese acervo tan particular, que las redes tienen un público no especializado que se ve atraído por las historias bien contadas. Mediante una larga lista de efemérides, el museo celebra el día del beso, el cumpleaños de Rubens, el aniversario de una revolución; en el camino discute los aspectos formales de las piezas, y los contextos históricos en los cuales fueron creadas. Cada posteo es una ventana hacia algo nuevo.
Estas cinco estrategias tienen cosas en común: todas utilizan la forma (las redes) para afinar una voz propia, para hablar con honestidad y confianza de quiénes son. De paso, nos recuerdan que la cultura es una fuerza crítica pero también es alegría y goce. Y se les notan las ganas de llegar a otros. Haciendo de la necesidad, virtud, nos animan a asomarnos al alma humana y a la diversidad de miradas y de experiencias que la constituyen, y le devuelven al proceso creativo el lugar de intérprete de esas experiencias. Como el formato lo requiere, es corto. Pero no es poco.
Eleonora Jaureguiberry
Socióloga. Gestora Cultural
CC/BN/CC/rp.