miércoles 24 abril 2024

Colombia. La alianza militar de Maduro con Irán, Rusia, China y Cuba, una amenaza para la región

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Bogotá. El pasado 21 de junio, un Boeing 747-200F de carga, de la aerolínea iraní Fars Air Qeshm, controlada por Mahan Air, aterrizó en la base militar más grande de Venezuela, El Libertador (Bael), ubicada en Palo Negro-Maracay, procedente de Irán. La operación fue revelada por el semanario SEMANA que tiene en su poder informes secretos del régimen de Nicolás Maduro que revelan que en esa aeronave llegó con un poderoso cargamento de armas. Las alarmas están encendidas en Estados Unidos, Colombia y toda la región.

Este es un capítulo crucial en la larga carrera armamentista que emprendió Maduro desde hace unos cuatro años y que Hugo Chávez diseñó hace 15. Las agencias de inteligencia internacionales tienen detectados por lo menos entre 12 y 17 vuelos como este que han llegado a Venezuela. En el mismo mes en que arribó el Boeing 747-200F, el Pentágono en Washington detectó el desplazamiento, por aguas del Atlántico, de dos buques de la Armada iraní hacia costas venezolanas.

La presión obligó a las embarcaciones a cambiar de rumbo. De manera paralela, Venezuela se ha ido convirtiendo poco a poco en una potencia latinoamericana en el uso de drones militares espías y ha contado con la asesoría de Irán y Rusia. Varios de ellos fueron usados esta semana en la frontera, justo cuando el presidente Iván Duque llegó a Villa del Rosario a conmemorar el bicentenario de la Constitución de 1821.

Los documentos, obtenidos por SEMANA, prueban la adquisición, por parte de Maduro, de 2.015 unidades de defensa antiaéreas que fueron almacenadas en los depósitos de bombas y armas aéreas en esa base militar. En total son 1.050 misiles, 400 bombas, 500 cohetes, 30 contenedores y 35 radares. Todo forma parte de la llamada Operación Escudo Bolivariano 2021. . De manera desafiante, a finales del año pasado, Nicolás Maduro dijo: “Venezuela puede comprar balas, fusiles, tanques, aviones y misiles al país que le dé la gana”.

“Tras revista exhaustiva a los distintos sistemas de armas desembarcadas del Boeing 747-200F de Fars Air Qeshm, perteneciente a la República Islámica de Irán, en nuestra base aérea Libertadores (Bael), los cuales son los siguientes: sistema de defensa aérea Talash, misiles antibuque AGM-84, AGM-65G, misiles aire-aire AIM-7, Sparrow AIM-9X Sidewinder, sistema de radar AESA APG-83 SABR, contenedores UPK-23-250, lanzador UB-32 con cohetes S-5, bombas ZAB 500 kg, bomba RBK 500 kg, fusiles de asalto ligeros reparados AK-103 calibre 7,62 mm, rifles Masaf calibre 51,62 mm”, dice el reporte, marcado como “secreto”.

El documento fue elaborado por el mayor general Gerson Enrique Labrador, director general del despacho del Ministerio de Defensa, y lleva un sello de la República Bolivariana de Venezuela. Por su parte el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa de Venezuela, remitió el informe con la etiqueta de “urgente”, el pasado 16 de julio, a la 1;00pm.  al comandante de la Defensa Aeroespacial Integral de la Nación.

En otro documento reservado, con fecha del pasado 9 de septiembre, el comandante general de la Aviación venezolana, general Pedro Alberto Juliac Lartiguez, hace un inventario del armamento recibido y da cuenta de una inspección conjunta con personal iraní. “Dichos armamentos y sistemas fueron inspeccionados por el personal de ingeniería aeroespacial iraní y nuestros oficiales superiores encargados del área de armamento adscritos al Codai en nuestras instalaciones. Quedando a la espera de sus órdenes para maniobras de prácticas y el ensamble de dichos sistemas”. Ese informe fue enviado a Vladimir Padrino López.

Una fuente, consultada por el semanario colombiano, que pertenece a una agencia internacional de inteligencia, confirmó que a Venezuela llegaron además dos grupos élite de la Fuerza Revolucionaria de Irán, el grupo mejor entrenado de ese país en armamento, inteligencia y guerra. Lo que se sabe hasta ahora es que dieron recomendaciones para que el régimen de Maduro modernice sus sistemas cibernéticos y de comunicaciones. Así mismo, acondicionaron barcos venezolanos y dieron indicaciones precisas y estratégicas sobre las posiciones en que se deben ubicar las baterías antiaéreas adquiridas.

SEMANA tiene pruebas de cómo el Gobierno venezolano tiene un despacho en el que asigna recursos millonarios para remodelar instalaciones designadas al “personal de la República Islámica de Irán, el cual se aposentará en nuestras instalaciones una vez arriben”. Así consta en un documento del 28 de enero de este año.

De igual manera, documentos prueban que Venezuela también ha enviado a Irán personal de ese país a cursos de defensa y estrategia, de misiles navales, de equipamiento técnico de misiles navales y de mantenimiento de lanchas misilísticas. Un tercer documento secreto al que tuvo acceso SEMANA está fechado el pasado 10 de septiembre y fue dirigido por Vladimir Padrino López al comandante de la Defensa Aeroespacial Integral de la Nación. Allí hay una revelación explosiva que indica que Nicolás Maduro está al tanto de toda la operación armamentista.

“Proceda a alistar los almacenes de armamentos y sistemas de defensa en la base aérea Libertadores (Bael) para revista por parte del ciudadano presidente de la República Bolivariana de Venezuela y comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ‘Nicolás Maduro Moros’, en conjunto con el alto mando de nuestra gloriosa Fuerza Armada Bolivariana y (sic) ingenieros aeroespaciales de nuestra hermana República Islámica de Irán”. Todos los documentos llevan la siguiente frase al final, después de las firmas: “Chávez vive, la patria sigue. Independencia o nada… ¡Viviremos y venceremos!”.

Fuentes de inteligencia internacional consultadas por SEMANA confirmaron que detrás de los acercamientos y negociaciones de gasolina y armamento entre Venezuela e Irán hay una ficha clave: se trata del detenido Álex Saab, quien próximamente será extraditado de Cabo Verde hacia Estados Unidos. Este hombre, señalado de ser el testaferro de Nicolás Maduro y nombrado negociador en México, a pesar de estar detenido, habría servido de intermediario entre los dos gobiernos. Saab podría entregar información muy detallada a la justicia estadounidense de la carrera armamentista del régimen.

Expertos en armamento analizaron cuánto crece la capacidad bélica de Venezuela al obtener este arsenal proveniente de Irán y cuyas características generan muchas hipótesis porque, aunque hay material de fabricación iraní, también hay procedente de Rusia y Estados Unidos. De las 2.015 unidades de defensa adquiridas, el sistema de defensa antiaérea Talash es de fabricación iraní. Es móvil, de largo alcance, y fue presentado en noviembre de 2013 en ese país. Está diseñado para disparar misiles Sayyad-2 y Sayyad-3, con capacidad para destruir objetivos ubicados a una distancia de hasta 200 kilómetros.

Así mismo, hay 500 lanzadores Ub-32, cohetes S-5, 200 unidades de bombas ZAB de 500 kg, 200 bombas RBK de 500 kg y 30 contenedores UPK 23 250, todos estos de fabricación rusa. También hay arsenal producido en Estados Unidos, como 300 misiles AIM-9 Sidewinder, que han sido empleados en guerras como Vietnam, el Golfo y Malvinas. En el inventario hay otros 300 misiles AIM-7 Sparrow, 250 misiles antibuque, 100 misiles antibuque AGM-84 y 100 misiles tierra-aire AGM 65-g, también de origen estadounidense.

Esta noticia genera una gran alarma en Colombia, Estados Unidos y la región, y la inteligencia internacional ya analiza qué significa que el arsenal no sea totalmente de origen iraní y si esto tiene alguna relevancia. Las primeras conclusiones consideran como una posibilidad que el Gobierno de Irán haya intentado evitar dejar huella y para ello haya utilizado el mercado negro de armas. No hay que olvidar que incluso las Farc, durante décadas, utilizaron armamento de origen estadounidense en su guerra contra el Estado colombiano. Estas armas solo se negocian entre gobiernos, un particular no puede acceder a ellas, y el país que las compra debe someterse a un sistema de verificación después de la compra.

Otra opción podría ser que, aunque se listó este armamento, en realidad se haya recibido otro tipo de arsenal en Venezuela. De hecho, información previa alertaba sobre la posibilidad de que desde el Palacio Miraflores, en Caracas, se estuviera negociando con Irán la adquisición de misiles Fateh, con un alcance de 300 a 500 kilómetros. Lo cierto es que Maduro, en varias oportunidades, ha expresado públicamente su intención de armarse.

“Venezuela puede comprar balas, fusiles, tanques, aviones y misiles al país que le dé la gana. Sea Estados Unidos, Colombia, Irán, Rusia o China. El país que nos quiera vender una bala, se la compramos, si la necesitamos y si tenemos los recursos”, dijo Maduro el 28 de octubre del año pasado, en una rueda de prensa. “Irán nos puede vender y nosotros podemos comprar. En su momento veremos la oferta iraní, y si los vamos a comprar tomaremos la decisión y vendrá ese equipo militar a reforzar la capacidad de defensa de Venezuela”, aseguró Maduro.

Venezuela no solo se está armando con misiles con la ayuda de Irán, sino también se ha especializado en el uso de drones militares para hacer labores de inteligencia en la frontera con Colombia. En este asunto, Rusia también los ha apoyado. SEMANA conoció en exclusiva documentos del Gobierno venezolano en los cuales se ordenan desplazamientos de este tipo de aparatos hacia los estados fronterizos con Colombia.

La decisión de Maduro de adquirir armamento llega en unas circunstancias que generan muchas inquietudes, teniendo en cuenta que su régimen está sentado con la oposición en una mesa de conversaciones en México, buscando una salida negociada y mientras el país se desmorona en medio de una grave crisis humanitaria y económica.

¿Cuáles son los riesgos? Si por alguna razón los diálogos con la oposición no llegan a buen término y se frustran, Venezuela podría desintegrarse y estaría frente a la posibilidad de una anarquía y un Estado aún más caótico. Definitivamente Maduro no controla hoy todo el territorio venezolano y, por el contrario, facciones armadas con vínculos con el narcotráfico cada día toman más fuerza al punto de que, si no hay una salida negociada a la crisis, estos grupos podrían tomar el control absoluto en un determinado momento.

Al fin y al cabo, con Maduro, así sea un dictador, hay un punto de referencia para la comunidad internacional y de alguna manera las potencias como Estados Unidos pueden fijarle algunos límites. El final de 2021 y el inicio de 2022 será un periodo clave porque, paralelo a las negociaciones en México, Colombia entraría en la recta final de su campaña presidencial, por lo cual la pugnacidad del discurso político en el país y lo que estaría en juego podrían generar un ambiente propicio de confrontación con el régimen de Maduro y escalar un ambiente bélico que no le conviene a nadie.

Por eso la llegada a Venezuela de 2.015 unidades de defensa antiaérea, incluidos misiles, es una pésima noticia para la geopolítica. Si este arsenal llega a caer en manos de cualquier grupo armado ilegal, incluyendo las disidencias de las Farc y el ELN, en una situación de caos absoluto en Venezuela, Colombia sería el primer país considerado como un objetivo. Pero toda la región estaría en riesgo y Estados Unidos sabe que, por ejemplo, sus aviones comerciales podrían estar en peligro en América Latina, a cierta distancia, ya que dicho armamento tiene capacidad para derribarlos.

Hay un dato importante y es que frente a las negociaciones y los objetivos armamentistas, hay un enlace: se trata de Tareck El Aissami, exvicepresidente y hoy ministro para las Industrias y la Producción Nacional, quien ha sido fundamental en la relación con Irán y hace parte de quienes quieren impulsar las negociaciones en México.

Por su parte, Vladimir Padrino, ministro de Defensa, es una ficha del Kremlin y su posición sería neutral frente a los diálogos con la oposición. Pero existen unas facciones peligrosas en Venezuela que también hacen parte del régimen y que están en total desacuerdo con las conversaciones. Son las mismas que atacaron al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, e intentaron secuestrarlo este año en el parqueadero de un edificio en Caracas. Las imágenes le dieron la vuelta al mundo.

Esta investigación realizada por SEMANA deja al descubierto las alarmantes intenciones bélicas del régimen de Maduro y cómo Colombia, por su cercanía y por compartir más de 2.000 kilómetros de frontera, queda en una posición de riesgo que, sin duda alguna, debe ser tomada en serio no solo por el presidente Iván Duque y sus Fuerzas Armadas, sino por su principal aliado: Estados Unidos y el Gobierno de Joe Biden, así como por todos los gobiernos de la región.

Maduro está desesperado. Su país se está muriendo de hambre. La justicia estadounidense lo busca por narcotráfico y Álex Saab, una pieza clave en todo este engranaje, podría estar a punto de prender el ventilador en una corte federal. Además, Maduro pierde cada vez más el control territorial de Venezuela. Pero Colombia también saldría muy lesionada.

En la mitad quedan los diálogos en México y la campaña presidencial del 2022 para elegir al sucesor de Duque, una mezcla explosiva que puede desestabilizar geopolíticamente al continente, si alguien decide disparar el gatillo.

Este es el fruto de la macabra alianza de Maduro con el eje Rusia-Irán-China-Cuba. A principios de este año, dos diplomáticos rusos fueron expulsados de Colombia por espionaje, especialmente a objetivos energéticos críticos. Con Cuba las cosas tampoco han sido fáciles y hoy siguen resguardando a comandantes del ELN pedidos en extradición. En Colombia, el país debería cerrar filas, respaldar al Gobierno y a las Fuerzas Militares ante la grave amenaza para la seguridad nacional que representan Maduro y sus misiles.

INT/DS/gentilezaSEMANA.CO./rp.

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