Kiev. Tras diez meses de sangrientos enfrentamientos entre el Ejército ucraniano y los milicianos mercenarios de Wagner, Bakhmut vuelve a estar en el centro de una batalla de comunicaciones entre Moscú y Kiev. Ucrania admitió el domingo 21 de mayo que ahora sólo controla «una parte insignificante» de la ciudad, pero que sigue avanzando por otros flancos.
«Aunque ahora sólo controlamos una parte insignificante de Bakhmut, su defensa sigue siendo importante (…) Seguimos avanzando por los flancos en los suburbios de Bakhmut», declaró en Telegram el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Oleksandre Syrsky.
El jefe del grupo mercenario ruso había reivindicado la toma de la ciudad mártir «en su totalidad» en un vídeo publicado en sus redes sociales. Yevgueny Prigozhin aparece rodeado de soldados encapuchados que portan banderas de la Federación Rusa y de su milicia.
En abierto conflicto con la jerarquía militar rusa, Prigozhin aprovechó la ocasión para criticar una vez más al Ministerio de Defensa. «La operación para tomar Bakhmut duró 224 días. (…) Aquí sólo hubo Wagner».
Este último reafirmó el domingo que había conquistado la ciudad «hasta el último centímetro» dentro de sus «fronteras legales». «No hay ni un solo soldado ucraniano en Bakhmut», afirmó.
No es la primera vez que la milicia privada afirma haber capturado la ciudad tocada por la guerra, pero hay varios indicios de que este podría ser un importante punto de inflexión. Por ejemplo, por primera vez, el presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó al grupo mercenario y al Ejército ruso, según un comunicado del Kremlin.
«Gracias a las acciones ofensivas de las unidades de asalto de Wagner, con el apoyo de la artillería y la aviación del Grupo de Ejércitos Sur, se ha completado la liberación de Artiomosvk», confirmó también el Ministerio de Defensa ruso, que en el pasado ha tendido a matizar las declaraciones triunfalistas del jefe de Wagner.
«Los rusos necesitaban anunciar una victoria en el aniversario de la toma de Mariúpol hace un año», dijo el general Dominique Trinquand, ex jefe de la misión militar francesa ante la ONU, que se refirió a informaciones «contradictorias».
«No queda nada» en Bakhmut
Aunque Ucrania no ha reconocido oficialmente la caída de la ciudad del Donbass, las autoridades admiten que la situación es «crítica» y que sus tropas se han retirado tácticamente a las afueras.
Preguntado el domingo por la suerte de Bakhmut en la cumbre del G7 en Japón, el presidente Volodímir Zelenski, visiblemente preocupado, pareció reconocer implícitamente la caída de la ciudad fortaleza al restar importancia a cualquier éxito ruso. «Deben comprender que allí no hay nada», dijo, «hoy Bakhmut sólo está en nuestros corazones».
Declaraciones ambiguas aclaradas inmediatamente por la Presidencia ucraniana. «El presidente negó la captura de Bakhmut», se defendió su portavoz, Sergei Nykyforov.
A renglón seguido, el Ministerio de Defensa ucraniano aseguró haber «rodeado parcialmente» la localidad gracias a sus conquistasas territoriales en los flancos, como forma de cerrar definitivamente este momento de vacilación en la comunicación de Kiev.
«Bakhmut no está ocupada hoy por Rusia», afirmó entonces Zelenski sin explicar sus palabras, asegurando en rueda de prensa desde Hiroshima que no podía compartir «las opiniones tácticas» de su Estado Mayor.
«No hay malentendidos. Comprendo perfectamente lo que está ocurriendo en Bakhmut. Y todos entendemos claramente por qué está ocurriendo», dijo, aumentando la confusión.
Una ciudad pacífica de 70.000 habitantes antes de la guerra, Bakhmut está ahora en ruinas. De relativo valor estratégico, según múltiples expertos militares, la ciudad se ha convertido en el epicentro de los combates en Ucrania desde el pasado agosto.
Tras tomar la ciudad vecina de Soledar a principios de año, Rusia la ha convertido en su objetivo militar número uno, con la ambición de abrir el camino a otras ciudades del Donbass.
Después de Bakhmut, los rusos «podrían ir más lejos. Podrían ir a Kramatorsk, podrían ir a Sloviansk, el camino estaría libre» para ellos «hacia otras ciudades de Ucrania», advirtió Zelenski en una entrevista con la cadena estadounidense ‘CNN’ emitida en marzo.
Pero para Moscú, la cuestión es sobre todo política. Se trata de poder cantar victoria por fin tras una serie de humillantes derrotas, cueste lo que cueste en vidas humanas.
En primera línea de combate, los mercenarios de Wagner, a menudo mal equipados y mal entrenados, han sido enviados por millares a una muerte segura para doblegar la defensa ucraniana, que acabará agotada por las incesantes oleadas de ataques rusos.
«Bakhmut no será tomada mañana, porque hay una fuerte resistencia, bombardeos, la picadora de carne está en acción», comentó Prigozhin en febrero, refiriéndose a las grandes pérdidas en el campo de batalla.
A principios de mayo, el portavoz del Pentágono de Estados Unidos, John Kirby, calculó que 100.000 soldados rusos habían muerto o resultado heridos desde diciembre de 2022, la mayoría en Bakhmut.
Aunque la mayor parte de la ciudad lleva varios meses en manos rusas, Ucrania ha conseguido recuperar la iniciativa en los últimos días, logrando un avance de dos kilómetros en la línea del frente. Esta estrategia pretende fijar a las fuerzas rusas para darles margen de maniobra en otras zonas donde puedan lanzar contraofensivas.
Al avanzar por los flancos, como pretende ahora, el Ejército ucraniano se está dando la oportunidad de cercar a los milicianos de Wagner. «En el centro, Wagner ha tomado Bakhmut mientras que el Ejército ruso se ha retirado a los flancos. Los ucranianos han aprovechado aquí una oportunidad. La guerra también consiste en adaptarse a las circunstancias del momento», analiza el general Trinquand.
Aunque las últimas horas han marcado, sin duda, una etapa importante en el curso de los enfrentamientos en Donbass, el epílogo de la batalla de Bakhmut aún no está del todo escrito.
INT/ag.agencias.europapress/re.rp.