sábado 27 abril 2024

Irán acaba de cometer un grave error,  Teherán debería enfrentar importantes consecuencias diplomáticas y económicas

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New York. Es fácil dejarse deslumbrar por el modo en que los israelíes, los norteamericanos y otros aliados militares derribaron prácticamente todos y cada uno de los drones y misiles lanzados por Irán contra Israel el sábado por la noche, y llegar a la conclusión de que Irán ya cumplió con su represalia por el ataque de Israel contra su sede diplomática en Siria, y que la cosa queda ahí.

Esa sería una lectura peligrosamente equivocada de lo que acaba de pasar, y un garrafal error geopolítico de Occidente y del mundo en general.

Lo que tiene que haber ahora es una masiva y sostenida iniciativa global para aislar a Irán, no solo para disuadirlo de querer repetir sus aventura, sino también para no darle razones a Israel para tomar inmediatas represalias militares. Ese también sería un error muy costoso: Irán tiene una red regional de fuerzas delegadas, y además de Estados Unidos, Israel necesita una alianza regional para disuadirlas a largo plazo.

Por lo tanto, Irán debe enfrentar importantes consecuencias diplomáticas y económicas, y países como China finalmente deberían dar un paso al frente: cuando Teherán lanzó todos esos drones y misiles, no podía saber que casi todos serían interceptados. Algunos fueron derribados sobre Jerusalén. Un misil podría haber alcanzado la mezquita de Al-Aqsa, uno de los santuarios más sagrados del Islam. (En internet pueden verse imágenes de cohetes iraníes interceptados en el cielo justo encima de la mezquita). Otro misil podría haber impactado en el Parlamento israelí, o un edificio de departamentos de gran altura, lo que podría haber provocado cientos de víctimas.

En otras palabras, hablamos de una escalada sin precedente en la larga y fuertemente contenida guerra en las sombras entre Irán e Israel, que hasta ahora se había limitado casi exclusivamente a ataques selectivos israelíes contra las unidades de la Guardia Revolucionaria de Irán en el Líbano y Siria -donde, para empezar, no tienen nada que hacer-, y con Irán tomando represalias a través de su milicia libanesa, Hezbollah, con sus cohetes contra Israel. Como parte de esa guerra solapada, Irán también contrabandeaba armas y explosivos desde Siria a Jordania, la Franja de Gaza y Cisjordania, para usarlos contra israelíes y desestabilizar Jordania, y vimos al Mossad, por su parte, asesinar a un científico nuclear dentro de Irán.

Israel nunca ha lanzado un ataque tan masivo con misiles directamente contra Irán, y hasta ahora Irán tampoco lo había hecho contra Israel. En realidad, ningún país había atacado directamente a Israel desde hace 33 años, cuando el Irak de Saddam Hussein les lanzó sus misiles Scud. Sin una iniciativa global encabezada por Estados Unidos para imponer sanciones a Irán y aislarlo aún más en el escenario mundial, la conducta de Teherán se vería tácitamente naturalizada, en cuyo caso lo más probable es que Israel tome represalias del mismo modo, y eso alcanzaría para encaminarnos a una gran conflagración en Medio Oriente y a un precio del petróleo de 250 dólares el barril.

“La alternativa a una guerra regional más amplia y a gran escala, que ni Israel ni nadie quiere: no puede ser un retorno al statu quo anterior”, dice Nader Mousavizadeh, fundador y CEO de la consultora geopolítica Macro Advisory Partners y asesor principal de Kofi Annan cuando era secretario general de la ONU. Un esfuerzo global para aislar a Irán, señala Mousavizadeh, “es la mejor manera de separar al régimen iraní de su pueblo, de tranquilizar a Israel y a los israelíes en cuanto a su seguridad, y cancelaría la necesidad de una escalada militar regional, lo que sería un regalo para Irán y sus milicias delegadas.”

Y también es la mejor manera de garantizar que el primer ministro Benjamin Netanyahu no termine arrastrando a Estados Unidos a una guerra regional para apuntalar su propia y destartalada base de sustentación política.

Es imposible exagerar las implicaciones político-militares de lo que acaba de suceder. Poco después del ataque con misiles, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, emitió una declaración en la que anunció que la Guardia Revolucionaria había “dado una lección al enemigo sionista”. Seguramente sí, pero tal vez no sea la lección que Raisi cree.

Sin darse cuenta, Irán acaba de revelarle al mundo entero que su gobierno está tan infiltrado por las agencias de espionaje occidentales -porque muchos iraníes odian a su propio gobierno- que el presidente Joe Biden pudo predecir casi la hora exacta del ataque con más de un día de antelación, y mostró al mundo entero que Israel y sus aliados occidentales tienen capacidades antimisiles muy superiores a las de Irán.

Tal vez por eso, después de alardear de haberle dado una lección a Israel, Raisi pidió -¿suplicó?- que Estados Unidos y todos los demás “partidarios del régimen ocupante… aprecien esta acción responsable y proporcionada por parte de la República Islámica” y no sigan adelante con la ofensiva contra Irán. El mensaje al mundo desde Teherán es este: fue un pequeño disparo de advertencia, nada grave, demos vuelta la página…

Una de las razones por las que Irán apoya la guerra de Hamas y prefiere que Israel siga estancado en Gaza y ocupando Cisjordania es que mantiene al mundo y a muchos norteamericanos enfocados en el accionar Israelí y no en la brutal represión contra los manifestantes prodemocracia en Irán ni en la vocación imperialista de Irán en la región, donde controla la política del Líbano, Siria, Irak y Yemen a través de milicias delegadas y utiliza esos países como bases militares para atacar a Israel.

Que nadie crea que Irán no es más que un tigre de papel. Teherán todavía puede lanzar miles de cohetes de corto alcance contra Israel a través de Hezbollah, y como algunos de esos cohetes tienen guía de precisión, podrían causar daños importantes a la infraestructura israelí. Además, el arsenal de Irán también cuenta con misiles mucho más potentes.

De todos modos y en última instancia, lo ocurrido el sábado representa un impulso significativo para lo que yo llamo la “Red de Inclusión en Medio Oriente”, -integrada por los países más abiertos y conectados de la región, como Jordania, Arabia Saudita, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Israel y los aliados de la OTAN- y un verdadero revés para la Red de Resistencia -los sistemas cerrados y autocráticos representados por Irán, Hamas, Hezbollah, los hutíes yemenitas y las milicias chiítas de Irán en Irak- y también para Rusia. Desde el domingo a la mañana, lo que se escucha insistentemente dentro de Irán y de la Red de Resistencia es como esa voz del GPS del auto cuando doblamos antes de tiempo: “Recalculando, recalculando, recalculando.”

INT/ag.gentilezaTheNewYorkTimes/rp.

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