Por Luis Domenianni*****
Se llama Ibrahim Traoré. Tiene 37 años. Es capitán del Ejército de Burkina Faso, un estado africano de la región del Sahel, la franja semiárida del continente ubicada inmediatamente al sur del Gran Desierto del Sahara. Hasta allí, nada especial.
Pero ocurre que el capitán Traoré recibe cantos a su gloria entonados por Beyoncé y Rihanna, junto a consultas sobre política africana por parte de Barack Obama y hasta un mensaje de felicitación por el papa León XIV por sus sensacionales logros.
No. No se trata de la realidad, sino de falsas imágenes y videos realizados que, desde finales de abril 2025, pululan por las redes sociales, representaciones mal que bien producidas mediante la utilización de inteligencia artificial.
En 2022, Traoré encabezó un clásico golpe militar. Derrocó al presidente constitucional Paul-Henri Sandaogo e instauró una dictadura militar en el país de los “hombres íntegros”, tal como reza la traducción Burkina Faso al español.
Desde entonces el capitán gobierna el país con el concurso de algunos seguidores en el ejército y de, cuando no, la Rusia de Vladimir Putin, primero a través del Grupo Wagner hasta su disolución y ahora a través del África Corp, su reemplazo.
Traoré cuida su imagen de… revolucionario. Siempre aparece con boina roja, vestimenta militar de fajina, chaleco antibala y pistola al cinto. Mantiene su grado de capitán en su afán de parecerse a Thomas Sankara, otro militar golpista que gobernó el país entre 1983 y 1987.
Sankara, también maestro de la manipulación gustaba en compararse con el “Che” Guevara. Proclamaba un marxismo africano, mucho más declarativo que ideológico. Su asesinato, en 1987, procreó el mito que ahora pretende heredar Traoré.
IB, como lo nombran sus compatriotas, lejos está de ser un hombre tolerante. Opositores detenidos, a veces torturados u obligados al exilio, prensa libre censurada, administración pública solo en manos de adeptos dan cuenta de ello.
En cuanto, a su promesa -y razón de ser del golpe- de derrotar a los grupos djihadistas -Al qaeda y Estado Islámico- que campean por el país, no solo no fue cumplida, sino que, por el contrario, con frecuencia ambos grupos terroristas dan golpes más eficientes contra el ejército burkinabé.
Los hermanos de Traoré -uno de ellos informático- dirigen el aparato propagandístico del “líder”. Los Traoré comprendieron y asimilaron que vivimos la era de la desinformación y en la de los crédulos que no verifican nada.
Para ello, hace falta el Estado, como fuente de financiamiento para mantener activistas e influyentes. Así, con mucho dinero hasta se puede confundir Traoré con Sankara.
No importa la gente, menos aún si no vota. Importa Facebook, X, TikTok, Instagram y YouTube. Lo demás, lo demás solo es pura verdad.
Patriotismo a toda prueba
Con todo, la cosa no termina allí. La noche del 30 de mayo de 2025 estuvo reservada para “La Gran Velada del Patriotismo”. No es la primera, sino la tercera que se organiza anualmente. La velada culmina con la entrega del premio de “Super Patriota del año”.
Obviamente, el acreedor del primer Super Patriota fue Ibrahim Traoré. En 2024, tocó el turno del presidente de la Asamblea Legislativa -designada a dedo-, un tal Usman Bougouma. Esta vez fue para el primer ministro Jean Emmanuel Ouédraogo.
Este super patriota del año cuenta con el mérito -no menor- de haber entregado a los militares golpistas la estación de la televisora pública, que dirigía por mandato del gobierno civil depuesto. Semejante acto de “arrojo” contra un gobierno constitucional fue “debidamente recompensado”.
Ya maduro, tras tres años de “vigor patriótico”, el premio fue internacionalizado Abarcó a los presidentes de los vecinos Mali, Assimi Goita, y del Níger, Abdurahamane Tiani. Ambos, claro, también militares golpistas que tomaron el poder y se arrogaron la presidencia de sus respectivos países.
El “Patriota de Honor” -tal la nominación internacional del premio- Assimi Goita es un general de Ejército de 41 años que ostenta, en su haber, el récord de dos sucesivos golpes de estado. El último, el 28 de mayo de 2021.
Por su parte, el “Patriota de Honor” Tami es un general de brigada quien, sin solución de continuidad, pasó de jefe de la guardia del presidente civil a jefe del golpe de estado y presidente del país. Mucho mérito de ambos.
Para justificar su conducta, los tres prohombres recurrieron al imperialismo. No es nada nuevo, claro. La culpa siempre es del otro. En este caso, el malvado imperio es Francia. La ex potencia colonial que dejó de serlo en 1960. Hace 65 años, pero…
Rusia y Bielorrusia
Y como escoba nueva siempre barre bien, los patriotas cambiaron Francia por Rusia que aceptó inmediatamente el convite. Para Rusia siempre es importante que se trate de un régimen de facto. Si es represivo mejor. Por eso, acaba de convertirse en el primer país del mundo en reconocer al régimen talibán de Afganistán.
Sí claro, las mujeres de Rusia, felices de la vida. Aunque no se tienen porqué enterar demasiado. Para eso, sirve la censura y el atiborrar de mensajes a las redes sociales.
Y ya que estamos con Rusia, hablemos de su hermano menor: Bielorrusia. Como Ucrania, Bielorrusia formaba parte de la Unión Soviética. A la implosión del “paraíso” comunista tras la caída del muro de Berlín en 1989, Bielorrusia alcanzó su independencia.
Desde 1994 a la fecha -solo 31 años- preside el país Alexandr Lukachenko. Diputado, por aquel entonces, fue el único legislador que no votó por la independencia del país, sino por el mantenimiento de la Unión Soviética. Música para los oídos del ex cuadro de la KGB, ahora presidente, Vladimir Putin.
Y así llegamos a la actualidad. Concretamente a enero de 2025, cuando Lukachenko -como buen demócrata- se sometió al veredicto de las urnas. Obtuvo el 87,6 por ciento de los votos. Un evidente y casi total apoyo de sus conciudadanos.
¿Qué usted desconfía? Bueno, no es el único. Es todo el mundo, menos China y sus aliados, Cuba y los suyos y Rusia con los propios. Que también desconfían pero no lo dicen. Como se puede apreciar, la mancomunidad de los transparentes.
Pero, no todo mal dura para siempre. Lukachenko acaba de liberar a varios opositores, entre ellos Serguei Tsikhanovski, ex candidato presidencial y esposo de Svetlana, figura central de la oposición bielorrusa.
La liberación de opositores fue una concesión de Lukachenko al presidente Donald Trump, según reconoció el vocero de la presidencia bielorrusa.
Para algunos observadores -los menos- Trump estaría pensando en un Minsk II, como corolario del encuentro del 2014 en la capital bielorrusa que puso un freno momentáneo a la guerra ruso-ucraniana tras las invasiones rusas de los oblast -provincias- de Crimea, Donetsk y Luhansk. No parece probable.
De retorno con el 87,6 por ciento, el porcentaje recuerda a las elecciones en los países comunistas o en las dictaduras de mediados del siglo XX en la América de habla hispana.
INT/ag.luisdomenianni.vfn/rp,