jueves 28 agosto 2025

El Amazonas: conflictos fronterizos, tensiones políticas y soberanía en América Latina

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Ppr Sebastián Ruda(*)

El Amazonas no solo es el pulmón del planeta, también es un escenario de disputas fronterizas y tensiones políticas. Las islas y cauces cambiantes reconfiguran límites, avivan nacionalismos y ponen a prueba la diplomacia regional.  

En la frontera compartida por Colombia, Perú y Brasil, la isla Santa Rosa ha encendido una disputa entre los gobiernos de Perú y Colombia. Esta porción de tierra, habitada por unas tres mil personas en el río Amazonas, se ha visto afectada por la sedimentación potenciada por el cambio climático.

El fenómeno ha modificado las fronteras y amenaza las dinámicas sociales y comerciales de la zona, principalmente en Leticia. Como resultado, se han avivado narrativas nacionalistas.

Más allá de un ecosistema, la Amazonía es una frontera viva. El río Amazonas, el más largo y caudaloso del mundo, cambia su cauce por razones climáticas y ambientales. Fenómenos como la sedimentación y las sequías redibujan límites entre naciones.

 El Tratado Salomón-Lozano de 1922 y el Protocolo de Río de Janeiro definieron las fronteras por el canal más profundo. Sin embargo, el cambio climático y la deforestación han generado nuevas islas, como Santa Rosa, desatando disputas.

Estas tensiones no se limitan a lo territorial. También tienen un componente estratégico: el Amazonas es clave para el comercio y la seguridad, pero igualmente para el narcotráfico y las economías ilegales.

En la actualidad, la Amazonía exige un replanteamiento de la soberanía. Esta debe abordarse desde una perspectiva ambiental y diplomática, que considere tanto la protección del ecosistema como la estabilidad regional.

El caso de Santa Rosa: Colombia vs Perú

En julio de 2025, Perú creó el distrito de Santa Rosa de Loreto, reclamando la isla Santa Rosa. Esta surgió en los años 70 por la sedimentación de la isla Chinería.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, acusó a Perú de violar el Tratado de Río de Janeiro. Dicho acuerdo exige negociaciones bilaterales para reconocer nuevas formaciones territoriales. Petro incluso trasladó la celebración de la Batalla de Boyacá a Leticia para reafirmar la soberanía colombiana.

Por su parte, Perú, presidido por Dina Boluarte, defiende que Santa Rosa es parte de Chinería, asignada a su país en 1929. También acusa a Colombia de incursiones aéreas.

La Comisión Mixta Permanente (COMPERIF) aún no logra consenso. Mientras tanto, el izamiento de banderas y los roces policiales escalan las tensiones en la frontera.

Más allá de lo territorial, la disputa refleja inestabilidades internas. Petro enfrenta crisis domésticas, como el asesinato del opositor Miguel Uribe, casos de corrupción en la UNGRD y escándalos personales. Boluarte, con solo un 7% de aprobación, recurre al patriotismo para desviar críticas y fortalecer su imagen política.

Un conflicto con impactos multidimensionales

El conflicto por Santa Rosa amenaza el comercio de Leticia, que depende del Amazonas como vía al Atlántico. La sedimentación, intensificada por la sequía, podría dejar a Leticia sin acceso fluvial para 2030, afectando significativamente su economía. En seguridad, la triple frontera es un foco del narcotráfico: Leticia y Tabatinga registran tasas de 80 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Grupos criminales como los Comandos de la Frontera explotan la permeabilidad fronteriza y controlan las rutas fluviales. También ejercen control territorial y aprovechan las ventajas de la geografía y la ausencia de presencia institucional.

Ambientalmente existe una alteración de los ecosistemas por la deforestación y la sedimentación. Ésta disputa genera tensiones diplomáticas e incluso ha generado el riesgo de escaladas de conflicto si no se activa una solución diplomática, lo que permite evidenciar cómo la Amazonía es un nudo crítico de soberanía, economía y seguridad regional.

Narrativas y desinformación en la disputa

La desinformación amplifica el conflicto. En Colombia, narrativas acusaron a Perú de «anexionismo». En Perú, calificaron a Petro de «expansionista». Es importante comprender que Colombia está ad portas del inicio de la campaña presidencial. El tema se ha convertido en un eje narrativo nacional, donde las campañas explotan el nacionalismo para polarizar.

El candidato imputado por corrupción, Daniel Quintero, publicó un vídeo izando una bandera colombiana en Santa Rosa con el lema «Patria o Muerte». El material se viralizó, avivando tensiones. En respuesta, líderes de la oposición colombiana compartieron un vídeo que mostraba cómo el exalcalde de Medellín huía tras ser cuestionado por personal peruano. También divulgaron el desmonte respetuoso que realizaron las autoridades peruanas de la bandera.

Finalmente, el Congreso peruano declaró a Quintero persona no grata por «afrenta a la soberanía». Aprobó la Moción 18499 con 85 votos y exhortó prohibir su ingreso a Perú.

¿Es posible una guerra colombo-peruana?

Una guerra entre Colombia y Perú por Santa Rosa es improbable debido a la limitación de recursos de ambas naciones. También influye la inestabilidad y la ausencia de control territorial. Colombia cuenta con alrededor de 456.000 efectivos. Sin embargo, Petro ha reducido su asignación presupuestal de manera significativa, lo que ha generado tensiones internas. Perú, con 120.000 tropas, carece de capacidad para sostener un conflicto prolongado.

Aun así, podrían surgir roces limitados, como enfrentamientos entre patrullas navales en el Amazonas, si no se resuelve la disputa diplomáticamente. Esto agravaría la situación del comercio fluvial en Leticia, que representa cerca del 60% de su economía. Además, permitiría que el narcotráfico se fortalezca en la zona y generaría nuevos desplazamientos. El escalamiento de este conflicto podría incluso amenazar la estabilidad regional.

El camino hacia una solución sostenible

Resolver el conflicto requiere reactivar la COMPERIF para asignar la soberanía mediante diálogo binacional. Como exige el Protocolo de Río de Janeiro. La OTAN ha sugerido monitoreo satelital para rastrear los cambios fluviales, combinado con cooperación ambiental para mitigar la sedimentación. Los ciudadanos en zonas fronterizas deben verificar la información, evitar compartir narrativas no confirmadas, reportar incidentes a autoridades legítimas y participar en los foros binacionales.

La colaboración regional, incluyendo a Brasil, es clave para garantizar la navegabilidad del río Amazonas y frenar el narcotráfico. En 2025 la diplomacia y la resiliencia comunitaria son esenciales para una Amazonía estable.

La disputa por Santa Rosa revela la fragilidad de las fronteras amazónicas, dónde el cambio climático y el narcotráfico desafían la soberanía, Petro y Baluarte deben priorizar la diplomacia sobre el nacionalismo, reactivando la COMPERIF para proteger Leticia y la estabilidad regional.

La Amazonía es un pulso vital de Suramérica, con impacto global, por lo que exige cooperación internacional para preservar su riqueza y evitar que una isla desate un conflicto mayor.

(*) Master profesional Analista de Inteligencia

INT/ag.agencia.lisanewss./rp.

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