viernes 29 marzo 2024

Estados Unidos aplica nuevas sanciones a Ruisa

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Por Atilio Molteni

El 15 de abril el presidente Joe Biden impuso una nueva serie de sanciones a la Federación Rusa y responsabilizó a una de sus organizaciones de inteligencia (llamada SVR), por una acción de interferencia cibernética muy sofisticada, que afectó a oficinas del Gobierno y a empresas estadounidenses.

Se trata de un acontecimiento vinculado con la compañía “SolarWinds” que es contratista del Gobierno, y habría comprendido a no menos de 9 agencias federales, a 100 empresas privadas y un total de 16000 sistemas de computación, por lo cual se lo consideró como una amenaza extraordinaria a la seguridad nacional.

Estas medidas incluyen sanciones a 32 entidades e individuos por acciones de desinformación e interferencia en la elección del 2020, la expulsión de 10 diplomáticos de la Embajada Rusa en Washington, que se supone son operadores de inteligencia. También se unió a los europeos al sancionar a otras 8 entidades y personas vinculadas con la ocupación de Crimea en 2014, coincidiendo con un refuerzo de las unidades rusas en la frontera con Ucrania.

Este desarrollo se completa con una prohibición a las entidades financieras estadounidenses de intervenir en operaciones vinculadas con las emisiones de nueva deuda soberana rusa, en un momento de debilidad económica de Moscú, uno de cuyos orígenes son los efectos de la pandemia, que son significativos, y mas aun cuando necesita inversiones y tecnología externas para su economía. Los analistas interpretan estas acciones como el trazado de una línea roja para definir conductas rusas que se consideran “totalmente inapropiadas”.

En ese sentido, el Secretario de Estado Antony Blinken ya había anunciado que las sanciones impuestas con anterioridad por el Congreso a Rusia, son muy útiles para imponer costos y consecuencias políticas a las acciones de su Gobierno, acordes con el objetivo de proteger la democracia y los valores fundamentales frente a los Estados autoritarios

Biden aclaró a los periodistas que Washington no busca poner en movimiento una escalada de conflictos con Moscú, pues el objetivo es una relación “predecible y estable”, por lo cual propuso a Putin reunirse bilateralmente en los próximos meses en Europa para tratar los temas prioritarios para la seguridad internacional, oferta que todavía no tuvo respuesta.

Por lo pronto, se puede intuir que Biden no va a imitar la política de Obama que, en 2008 con Hillary Clinton como Secretaria de Estado, ofreció a Moscú el “reset” de sus vínculos, ni buscará la amistad de Putin, como lo intentó Trump en la reunión que mantuvieron en Helsinki en 2018. La intervención en el proceso de las elecciones estadounidenses, las actividades ilegales y los ataques cibernéticos rusos están muy presentes para su Gobierno, mientras que el distanciamiento de Estados Unidos con la OTAN ahora quedó atrás con la elección de Biden, con implicancias directas para los países que constituyeron la URSS.

El 19 de febrero, Biden ya había dado vuelta la página a esa política de cuestionamiento a sus aliados europeos. Fue en ocasión de la Conferencia de Seguridad 2021 de Múnich, donde no sólo dejó sentado que su país está de regreso en el mundo, sino también su disposición de reactivar el vínculo transatlántico con Europa, dejando en claro que tal alianza es la piedra angular de los proyectos internacionales de Washington en el Siglo XXI.

También ratificó el compromiso de su Gobierno con la OTAN y su artículo 5, por el que sus miembros asumen que un ataque contra uno supone un ataque contra todos. Al formular dicho anuncio dejó en claro que había detenido el retiro de sus tropas de Alemania. Anteriormente había señalado que la diplomacia habrá de ser el medio principal de las relaciones de su país con el mundo, si bien tras puntualizar que las decisiones y acciones deberán ejercerse desde una posición de fuerza y en conjunto con sus aliados.

Durante su exposición, Biden destacó que el Gobierno de Moscú ataca a la democracia en todas sus formas, motorizando acciones de corrupción y de lesión de los sistemas de equilibrios occidentales, una movida que se encamina a debilitar el proyecto europeo y la fuerza de la OTAN. En ese tramo señaló que era necesario defender la soberanía e integridad territorial de Ucrania y fortalecer sus mecanismos de seguridad colectiva.

Asimismo, sostuvo que la comunidad internacional se halla inmersa en un serio debate acerca del futuro y de la dirección del mundo. Tal realidad los pone de frente a los poderes autoritarios, debido a que los Gobiernos que se apoyan en la democracia deben dar respuesta a los conflictos y dilemas que surgen de la realidad actual. Ante ello, el jefe de la Casa Blanca alegó que el sistema democrático tiene primacía y debe ser defendido, reforzado y renovado.

Aunque el planteo del Presidente estadounidense no consiste en volver a la clase de enfrentamientos o conflictos que se registraron durante la Guerra Fría, aseguró que cada país tiene el derecho a establecer su futuro sin amenazas, violencia o coerción de ninguna especie. Si bien con niveles y blancos diferenciados respecto a los de China, estima que las amenazas del Kremlin son visibles y altamente corrosivas.

Tal declaración parece indicar que, a diferencia de su antecesor, Biden se propone desarrollar una nueva estrategia para estabilizar el orden internacional, incluyendo las críticas a las violaciones de los derechos humanos y el apoyo a los movimientos destinados a garantizarlos (como es el caso de Alexei Navalny, gran opositor político de Putin, hoy encarcelado).

Por consiguiente, una nueva estrategia de contención relacionada a Moscú puede interpretarse como una medida realista, que observa su resurgimiento como una potencia militar, de mayor capacidad nuclear y cibernética, pero que se complementaría con la cooperación en otros temas como el cambio climático, las pandemias, el control de armas, llegar a un acuerdo nuclear con Irán y lograr la estabilidad de Afganistán, al producirse el retiro estadounidense de ese país el 2 de septiembre próximo, después de operaciones militares durante 20 años que lo convirtieron en el conflicto militar más extenso de la historia de Estados Unidos.

En ese sentido, ya se prorrogó el denominado “Nuevo Tratado Start”, único convenio de control de armas vigente entre ambos Estados que estaba por vencer, que tiene la particularidad de limitarlos en el número de cabezas nucleares y en el despliegue de sus sistemas estratégicos.

Pero Washington tendría en cuenta que Rusia es un país antiliberal y antioccidental, en el que la figura de Putin representa un líder populista de tendencias demagógicas y revisionistas, en condiciones de permanecer en el poder durante un largo período de tiempo, debido a la modificación de la Constitución rusa.

Un factor digno de considerar en este contexto, es que Putin ha demostrado gran audacia en varias acciones militares, como en Siria y Libia. Cuestión demostrada cuando en marzo de 2014 ocupó Crimea, lo que provocó una crisis con Occidente que aún se mantiene y al mes siguiente comenzó un enfrentamiento en la región de Donbas entre los simpatizantes separatistas de Rusia y el ejército ucraniano. La aspiración de Ucrania de unirse a la OTAN es considerada por Moscú como una amenaza potencial, por lo cual es un tema prioritario en la agenda occidental.
Atilio Molten-Embajador
INT/BN/cc.rp.

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