jueves 28 marzo 2024

EE.UU. El Pentágono reconoce que la salida de Afganistán fue un «fracaso estratégico»

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Washington DC. El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el general Mark Milley, ha reconocido este martes que la retirada de Afganistán fue un «fracaso estratégico», aunque ha precisado que no se ha llegado a esta situación tras una gestión de veinte días, sino por los «efectos de veinte años» de guerra.

«Ha habido cuatro presidentes, veinte comandantes, siete u ocho jefe del Estado Mayor Conjunto, docenas de secretarios de Defensa (…) y resultados como este no están determinados por los últimos cinco o veinte días, o por el último año», ha dicho Milley en su comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado.

«Los resultados en una guerra como esta, un fracaso estratégico –el enemigo está a cargo en Kabul, no hay otra forma de describirlo– son resultado de una acumulación de hechos durante veinte años, no de 20 días. Hay una gran cantidad de lecciones estratégicas, operativas y tácticas que deben aprenderse», ha explicado.

El general también ha querido dejar de manifiesto que desde finales de 2020 aconsejó tanto a la Administración del expresidente Donald Trump como a la actual del presidente, Joe Biden, que llevar a cabo «una retirada acelerada» podría «poner en riesgo» los logros cosechados en Afganistán, así como suponer un «daño» a la credibilidad mundial de Estados Unidos y el «colapso del gobierno afgano».

En este sentido, ha recordado que en sus recomendaciones señaló que Washington debería mantener 2.500 soldados estadounidenses en Afganistán, una declaración que entra en conflicto con afirmaciones de Biden, quien en agosto manifestó que los asesores militares no le habían aconsejado dejar tropas en el país después de la retirada, recoge la cadena estadounidense CNN.

Milley ha comparecido este martes junto al resto de los principales responsables jerárquicos del Pentágono, el secretario de Defensa, Lloyd Austin y el general del Comando Central de Estados Unidos, Frank McKenzie, para responder por primera vez a las preguntas del Congreso después de la caótica y apresurada salida de Afganistán tras la llegada en agosto de los talibán.

Austin ha reconocido también que la retirada «no fue perfecta», pero ha pedido mantener en perspectiva que se trató del «puente aéreo más grande llevado a cabo en la historia de Estados Unidos y se hizo en 17 días».

«Sacamos a tanta gente tan rápidamente de Kabul que nos encontramos con problemas de capacidad y gestión en otras bases fuera de Afganistán», ha explicado Austin, quien a pesar de todo ha insistido en que las tropas estaban «preparadas» y que si bien fue «un fracaso estratégico» también fue un «éxito logístico».

El secretario de Defensa ha remarcado que mientras desde el Pentágono se estimaba que entre 70.000 y 80.000 personas podrían haber sido evacuadas por estas fechas desde el Aeropuerto Hamid Karzai de Kabul, finalmente el Ejército ha podido sacar del país a más de 124.000 personas, unas 7.000 al día, en aviones que en ocasiones lograban despegar «cada 45 minutos».

En este sentido, ha resaltado que el proceso de evacuación se llevó a cabo ante múltiples desafíos, como principal, la «amenaza terrorista activa, creíble y letal». «Operamos en un entorno profundamente peligroso. Resultó una lección de pragmatismo y profesionalismo», ha reivindicado.

Al respecto, el secretario ha defendido también el no haber utilizado el aeródromo de Bagram para la evacuación y ha ahondado en que este espacio hubiese requerido «poner en peligro» a al menos 5.000 soldados estadounidenses, al tiempo que ha hecho hincapié en que está alejado de Kabul, el principal centro de población, por lo que habría sido «de difícil acceso» para los evacuados.

«Quedarse en Bagram, incluso con fines antiterroristas, significaba permanecer en guerra en Afganistán», ha añadido, para, por otro lado, defender el fin de la misión en el país centroasiático el 31 de agosto, ya que si se hubiese extendido la presencia estadounidense, se hubiese enfrentado «más peligro» y no se habría «cambiado significativamente» la cantidad de personas evacuadas.

Austin ha recordado que el colapso del Gobierno afgano «tomó a todos por sorpresa», que «sería deshonesto afirmar lo contrario» y ha responsabilizado directamente al expresidente Ashraf Ghani, así como a la «profunda corrupción» y al «deficiente liderazgo» del resto de altas autoridades de lo ocurrido.

«Verdades incómodas», ha dicho, que no permitieron anticipar «el efecto bola de nieve» que trajo consigo también los pactos que los talibán sellaron con líderes locales durante los acuerdos de Doha, que para Austin, «tuvieron un efecto desmoralizador en los soldados afganos».

«Ayudamos a construir un estado, pero no pudimos forjar una nación», ha dicho el jefe del Pentágono, quien a su vez ha lamentado que las tropas afganas, tras ser entrenadas, se «desvaneciesen», sin siquiera disparar «un solo tiro».

Austin ha afirmado que la rendición del Gobierno «tomó a todos por sorpresa» y ha lamentado que, al final, Estados Unidos «no pudo dar» a las fuerzas afganas «la voluntad de ganar», si bien ha saludado a todos aquellos que en los veinte años de presencia estadounidense en el país murieron en batalla.

En ese sentido también han ido dirigidas algunas de las críticas del general Milley, a quien le extrañó «profundamente» la rápida caída de las fuerzas afganas, pues la información sobre el terreno preveía que Kabul resistiese hasta la primavera de 2022. «No había ninguna evaluación de Inteligencia que previera el derrumbamiento de gobierno y ejército en once días», ha dicho.

«Muchas unidades lucharon al final, pero la gran mayoría dejó sus armas y se desvaneció en un período de tiempo muy, muy corto. Creo que eso tiene que ver con la voluntad, el liderazgo», ha apuntado Milley.

Por su parte, el comandante McKenzie ha vuelto a asumir toda la responsabilidad del ataque que a finales de agosto segó la vida de once civiles inocentes, entre ellos siete niños, cuando un avión no tripulado del Ejército de Estados Unidos bombardeó un complejo residencial de Kabul donde creía que se encontraba un integrante de Estado Islámico Provincia de Jorasán (ISKP).

«El asunto está bajo investigación, pero lo que puedo decirles, y para reafirmar algunas de las cosas que dije antes, soy responsable de aquello. Ocurrió en mi área de responsabilidad, así que soy el oficial responsable del ataque», ha insistido McKenzie durante su turno de palabra.

«No estaba bajo presión y nadie bajo mi cadena de mando lo estaba. Actuamos basándonos en la lectura de los informes y de las investigaciones. Hemos actuado varias veces sobre esta base y hemos tenido éxito previniendo ataques», pero «esta vez, trágicamente, nos equivocamos», ha reconocido.

McKenzie también se ha mostrado cauto ante la posibilidad de descartar que los talibán permitan a Estado Islámico, Al Qaeda, u otras organizaciones terroristas utilizar territorio afgano como base de operaciones y ha señalado que «aún está por ver» que puede suceder en este sentido.

INT/ag.europapress/rp.

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