Con un nuevo recorte de cosecha, la producción total estimada de trigo será de 13,7 millones de toneladas. Este número llevaría a una proyección de exportaciones 2022/2023 de 8,86 millones de toneladas, unos 5,6 millones de toneladas por debajo de 2021/22. Y con menos ventas al exterior el ingreso de dólares por embarques el próximo año sería de US$3025 millones, una caída del 35% en relación con el ciclo 2021/22 (unos US$1575 millones menos).
Las cifras fueron brindadas por los expertos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) durante un encuentro organizado por la entidad llamado ¿Cuánto podemos perder? El panorama de producción, demanda y precios, donde se analizaron las perspectivas del cultivo. Entre los datos relevantes está que serán las exportaciones más bajas desde 2015/16, la industrialización más baja desde 2017/18 y el menor stock final desde 2017/18.
En este contexto, el impacto macroeconómico es enorme, donde, por 5,4 millones de toneladas que no se produjeron debido a la sequía versus las estimaciones iniciales, la Argentina ya resigna un 0,6% de crecimiento económico para el año entrante. Como consecuencia de esto, también el Estado va a recaudar menos por derechos de exportación: una caída de US$189 millones.
Según explicó la especialista Emilce Terré, “son 10 millones de toneladas menos que la campaña pasada y la menor producción desde la campaña 2015/16; en ese entonces la producción había alcanzado 11,4 millones”.
“Si solo mirásemos el rinde, sería de promedio nacional el más bajo desde la campaña 2008/09. Las ventas al exterior están en 8,9 millones de toneladas y la verdad que es difícil pensar que pueda superarse ese número, con lo cual descontando esta exportación de 8,9 millones de toneladas, la molienda este año quedaría en 5,5, millones de toneladas. Ese podría ser el número más bajo de industrialización de trigo desde la campaña 2017, descontando un uso adicional y muy marginal de balanceados en lo que hace trigo y el uso para semillas y otros usos, asumiendo que puede haber una recuperación el año próximo”, dijo Terré.
Para la experta, si este escenario se confirma, el stock final va a quedar el 1,3 millones de toneladas: “Es un nivel muy ajustado en términos históricos para la Argentina. Esa relación stock con consumo de 8% no se veía desde hace muchos años en nuestro país y, lo que nos salva un stock inicial un poquito más cómodo que años anteriores, gracias a que este año tuvimos una cosecha récord de trigo de 23 millones de toneladas: nunca la Argentina había producido tanto, es algo que hoy tenemos que agradecer porque otra sería la situación con una producción más estándar”.
Terré enfatizó que la situación que había alcanzado el trigo argentino en los últimos cinco años, con más producción, más exportaciones, accediendo a nuevos mercados asiáticos, “lamentablemente queda atrás”.
“Volvemos a lo que era usual hasta el año 2015, con una oferta mucho más restringida y menos posibilidades de continuar abasteciendo esos mercados, sobre todo los más distantes. El 1º de diciembre empieza formalmente la nueva campaña de trigo con prácticamente todas las ventas ya realizadas, o sea, el 100% de las ventas al exterior ya fueron presentadas, muy por encima del 60% que estaba vendido anticipadamente el año pasado y también del promedio de los últimos 10 años”, expresó.
La entidad realizó una estimación de costos y de márgenes productivos del trigo en la región núcleo, con un dato fuerte: la sequía y las heladas tardías dejarían pérdidas de entre US$300 a US$800 por hectárea. En detalle, en las 391.000 hectáreas que no serán cosechadas, la pérdida por área es de US$308 millones. Y, en aquellos lotes donde el rendimiento promedio está en torno a 15 qq/ha, las pérdidas alcanzan los US$343 millones.
“Bajo este escenario, la pérdida estimada de los productores en zona núcleo por trigo 2022/23 es en torno a los US$650 millones. En un campo en zona núcleo que no se va a poder cosechar, se está ante pérdidas en torno a los US$600 para campo propio y en torno a los US$800 para campo alquilado, sumando los alquileres que no se van a poder descontar ante un ingreso que va a ser cero, si no se cosecha nada”, indicó Javier Treboux.
Para el experto, esto es riesgo empresario. “Estamos estimando para zona núcleo para rindes en torno a los 20 quintales pérdidas incluso en campo propio en torno a los US$50 por hectárea y de más de US$300 dólares para campo alquilado sumándole por supuesto el alquiler del campo y los demás impuestos”, precisó.
Según describió, este panorama para los productores tiene un impacto muy fuerte en la financiación de la campaña gruesa 2022/2023.
“Nosotros estimamos que el 30% de la campaña se financia con recursos propios, teniendo en cuenta también un contexto de altas tasas y las últimas regulaciones del Banco Central que ponen un 120% de la tasa del link para la financiación de los productores agrícolas que tienen stock de soja. Entonces, se empieza a complicar, no solo va a generar un estrés financiero muy importante en la zona, sino que también va a complicar lo que es la financiación de la nueva campaña”, aseguró.
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