El grupo de mercenarios ruso, que tiene estrechos vínculos con el presidente Vladimir Putin y se ha utilizado en zonas de conflicto de todo el mundo, amplía su presencia en Ucrania. En las últimas semanas, más que un rol de respaldo a las tropas de Moscú ha pasado a tomar protagonismo, adjudicándose avances para tomar territorios como Soledar, en el este. Esta fuerza paramilitar privada resulta crucial para un Ejército invasor debilitado y ansioso por mostrar ganancias en el frente de batalla.
Pese a tener el segundo Ejército más poderoso del mundo, Moscú prolonga el conflicto con la ayuda estratégica de este grupo de mercenarios. Se trata de una fuerza paramilitar privada rusa que opera como una rama independiente del Estado, pero que ha resultado crucial en la expansión de la influencia de Moscú durante conflictos en distintos países, principalmente en África, aunque también en Siria.
Investigadores de la ONU y grupos de derechos humanos aseguran que los miembros de Wagner han atacado a civiles, llevado a cabo ejecuciones masivas, violaciones sexuales, y saqueos a propiedades privadas en zonas de conflicto, entre otros vejámenes en cada una de las naciones donde han participado a favor del Kremlin.
La red se ha ido expandiendo en el territorio ucraniano y en las últimas semanas ha tomado un mayor protagonismo en el frente de batalla, tras reclamar incluso el control de Soledar, victoria que luego fue desmentida por Kiev. Sin embargo, actualmente la ciudad en el este ucraniano parece estar en gran parte en manos rusas.
Muchos de sus combatientes han sido transportados desde África. Solo en enero de 2022, un mes antes de que Putin lanzara oficialmente la guerra, entre 2.000 y 4.000 hombres llegaron a Ucrania para engrosar sus filas, según una fuente cercana al movimiento citada por el diario británico ‘The Times’.Desde entonces Wagner ha ganado espacio hasta convertirse en la punta de lanza de las tropas del Kremlin en el territorio ucraniano.
¿Cuál es el origen de Wagner?
El movimiento fue fundado en 2014 durante la anexión rusa de la provincia de Crimea, en el sur de Ucrania.En ese momento, los mercenarios comenzaron a respaldar a las fuerzas de Moscú y a las milicias prorrusas tanto en Crimea como en la guerra del Donbass, en el este del país, la cual inició en abril de ese año.
Pero sus raíces provienen de la participación de mercenarios en conflictos previos en otros países. Muchos de sus integrantes procedieron del denominado Cuerpo Eslavo, una compañía militar que participó en una operación fallida en Siria un año antes.
Sus miembros se caracterizan por respaldar el nacionalismo ruso y el neopaganismo eslavo, un colectivo de religiones de la segunda mitad del siglo XX en Europa Oriental, con inclinaciones de racismo en su doctrina.
Su nombre fue tomado del compositor alemán Richard Wagner, seudónimo del fundador del movimiento Dmitri Utkin y quien quiso de esa forma honrar al músico favorito de Adolf Hitler.
Este es un grupo extraoficial que principalmente ha operado de forma clandestina y durante mucho tiempo estuvo sin el reconocimiento explícito del Gobierno de Putin, pese a actuar en su nombre. Recientemente, en medio de la guerra en Ucrania eso ha cambiado.
Aun así, el grupo no se encuentra registrado como entidad legal en ninguna parte del mundo. De hecho, bajo la ley rusa los mercenarios son ilegales, por lo que está penalizado ejercer como soldado a sueldo.
Con el paso de los años, Wagner se ha ido expandiendo en el marco de los conflictos donde el Kremlin ha visto interés. En 2015, el movimiento extraoficial ruso arribó a Siria para apoyar al Ejército de Rusia y Bashar al-Assad en la guerra civil.
Si bien Wagner es ahora la fuerza militar privada más conocida de Rusia, no es la primera. Desde la caída de la Unión Soviética también han surgido agrupaciones de contratistas con roles similares, como el grupo RSB.
Pero Wagner no está constituido comercialmente, a diferencia de otras empresas de seguridad privadas, vacío que facilita su accionar sin rendir cuentas.
Un arma geopolítica al servicio del Kremlin en el exterior
Wagner ha resultado ser un poderoso aliado para permear la influencia de Rusia en el exterior. Su presencia se ha confirmado en al menos once naciones.
Además de su participación en Siria, Libia, la República Centroafricana y Ucrania, los operativos de Wagner incluyen Sudán, Malí y Mozambique, donde han actuado en nombre de Rusia, al cumplir las órdenes del Kremlin y, en ocasiones, incautando campos de petróleo y gas o asegurando otros intereses materiales.
El Gobierno ruso ha ramificado su presencia mediante acuerdos de seguridad con los países involucrados en guerras. Allí no solo actúa como un movimiento militar ruso, sino que ofrece entrenamiento y cooperación a las tropas locales. Una forma con la que fortalece su influencia mientras va quebrantando la de otras potencias como Francia.
Los expertos señalan que su colaboración a favor de alguno de los bandos del conflicto se da a cambio de acceder a reservas de oro y metales preciosos. Una estrategia visibilizada en lugares como Libia, país que se ha convertido en una prioridad para los intereses de Moscú dada su ubicación geográfica para controlar las rutas migratorias y el suministro de hidrocarburos a Europa.
Este asunto es especialmente relevante para Rusia, que durante años ha sido el principal exportador de gas natural hacia la Unión Europea, y pese a las sanciones impuestas por Occidente tras lanzar la guerra contra Ucrania, el flujo del recurso con un tope de precios continúa.
Tras el inicio del conflicto contra su vecino país, el Kremlin ordenó trasladar a Ucrania miles de combatientes de Wagner que se encontraban en África.
De acuerdo con información del Pentágono, muchos de los combatientes parecían haber sido reclutados en Siria y Libia. El Gobierno de Putin recurre a ellos para reforzar sus tropas, especialmente en el este de Ucrania, debido a que el movimiento ha acumulado experiencia en combates en esa región durante los últimos ocho años.
Wagner se abastece con la ayuda de las Fuerzas Armadas de Rusia, que les proporcionan armas y entrenamiento.
Wagner en Ucrania ¿“carne de cañón” o estrategia de guerra?
Ante los fuertes reveses del Ejército ruso en el país invadido y las grandes pérdidas humanas entre sus filas, Putin ha acudido a Wagner para tener refuerzos con experiencia en conflictos, subrayan las agencias de inteligencia de Estados Unidos.
Pero simultáneamente, y dado que actúan bajo la sombra y sin reconocimiento oficial, esos hombres estarían siendo usados para minimizar el número de bajas que sufren las tropas de Moscú.
“Es probable que estos soldados se utilicen como carne de cañón para tratar de limitar las pérdidas militares rusas”, apuntó a la prensa local, Jeremy Fleming, director de la agencia de vigilancia electrónica de Reino Unido. Asimismo, su existencia sombría le permite a Rusia distanciarse de las atrocidades cometidas por los combatientes de Wagner.
“Opera en una situación de opacidad, hay una verdadera falta de transparencia y ese es el punto (…) Su estructura les permite tener una negación plausible y crear distancia entre el Estado ruso y el grupo”, resaltó Sorcha MacLeod, presidenta del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre el uso de mercenarios, que ha evaluado las acciones de Wagner.
Pero no todo es alianza ni complicidad. El accionar de Wagner ha resultado crucial para el avance de los rusos en partes del territorio ucraniano y con ello también se han revelado tensiones entre las dos partes.
El pasado 16 de enero, el Ministerio de Defensa ruso salió a negar que exista algún tipo de conflicto entre la fuerza militar privada y esa cartera. ¿La razón? Las informaciones de la prensa, incluidos medios de comunicación prorrusos, que reportaron un contrapunteo.
Al menos de forma abierta, la tensión estalló el pasado viernes 14 de enero cuando el ministerio reclamó la captura de la ciudad ucraniana de Soledar, pero no mencionó el papel de Wagner en esa batalla.
El dirigente de Wagner, Yevgeny Prigozhin, se pronunció en contra de lo que consideró intentos de minimizar el papel de sus fuerzas y menospreciar sus logros. Posteriormente, el Ministerio de Defensa emitió una actualización elogiando las «acciones valientes y desinteresadas» de los combatientes de Wagner.
Una declaración con la que los tiempos en que Moscú se desligó de actuar junto al grupo estarían quedando atrás.
«En cuanto a cualquier conflicto, estos son principalmente producto de manipulaciones informativas, que, bueno, a veces son arregladas por nuestros oponentes informativos, pero a veces nuestros amigos se comportan de tal manera que esos enemigos no son necesarios», sostuvo el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
«Todo el mundo está luchando por su país. Así es como debe verse», agregó.
A este panorama se suman las informaciones filtradas por exmiembros de Wagner que indican que no todo es miel sobre hojuelas.
Andrei Medvedev, excomandante del grupo y quien asegura que se unió a él el 6 de julio de 2022 con un contrato para combatir por cuatro meses en suelo ucraniano, huyó de su país y pidió asilo en Noruega, tras señalar que temía por su vida.
El hombre, que estuvo en prisión antes de unirse a las filas rusas, aseguró que escapó del movimiento privado luego de que presenciara cómo fueron ejecutados otros desertores de Wagner que posteriormente fueron atrapados.
«Tengo miedo de morir en agonía», declaró Medvedev a Vladimir Osechkin, fundador del grupo de derechos humanos Gulagu.net, ONG a la que se acercó temiendo por su vida.
El exmilitar de Wagner sostuvo que cruzó la frontera con Noruega, trepando cercas de alambre de púas y evadiendo una patrulla fronteriza con perros, mientras escuchaba a los guardias fronterizos disparar detrás de él cuando corría por un bosque helado.
Según las declaraciones del desertor, las pérdidas humanas han sido muy altas después de que Wagner comenzó a enviar un gran número de prisioneros al frente del conflicto en la segunda mitad de 2022 y agregó que el servicio de seguridad interna de la fuerza impuso castigos extremos a sus miembros, incluidas ejecuciones en caso de intentar huir.
¿Cómo se financia Wagner?
Su mayor financiador conocido es Yevgeny Prigozhin, un empresario ruso y hombre cercano al presidente ruso, señalado como “el chef de Putin”, debido a su negocio de catering con el que ha organizado banquetes de Estado en Rusia, según información difundida por el Gobierno de Estados Unidos.
El Grupo Wagner ha diversificado con éxito su flujo de financiación y, aunque parcialmente esté financiado por los estrechos vínculos de Prigozhin con el Kremlin, el movimiento también ha recibido fuentes de dinero extranjeras.
Por ejemplo, por su trabajo ha sido parcialmente pagado en oro y diamantes. Un pago como este es ideal para una organización interesada en ocultar sus finanzas. Las gemas preciosas son portátiles, eluden el escrutinio del sistema financiero formal y se lavan fácilmente.
Asimismo, los expertos destacan que Wagner fue pagado en recursos naturales, específicamente petróleo y gas, por su trabajo en Siria.
Recibir reembolsos en productos básicos y gemas preciosas es particularmente fundamental para este movimiento, sujeto a sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Su impulso es cada vez mayor en el territorio ucraniano y con él las tropas rusas recompensan y reequilibran los decesos sufridos en combate.
Según un balance de Estados Unidos publicado el pasado noviembre, “hay más de 100.000 soldados rusos muertos y heridos”, una cifra mucho menor a la reconocida por Moscú que no actualiza estos números con frecuencia. Para septiembre de 2022, Rusia admitió casi 6.000 militares fallecidos en el conflicto.
Mientras las muertes aumentan de lado y lado, la participación de Wagner mantiene el patrón de Rusia cuando los mercenarios se involucran en las guerras: el conflicto se prolonga con su refuerzo y los civiles se ven afectado de manera sustancial en medio de graves violaciones a derechos humanos y la dificultad para que los responsables sean llevados a la Justicia.
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