Jerusalén. El presidente Isaac Herzog, solicitó este lunes 27 de marzo detener «inmediatamente» la controvertida reforma judicial, que le daría más poder al Ejecutivo de turno. Su llamado se produce horas después de que el primer ministro Benjamin Netanyahu cesara en su cargo al ministro de Defensa, Yoav Gallant, tras declaraciones en las que pedía revocar esa norma. Multitudinarias manifestaciones protestan contra la medida y el grupo sindical más grande del país convocó a una huelga de varios sectores.
El sindicato Histadrut, el más grande del país, convocó a una huelga general que podría paralizar gran parte de la economía de Israel, ya que representa más de 700.000 trabajadores en numerosos sectores, desde bancos hasta transporte y salud.
Las protestas se elevaron luego de que en la noche del domingo el premier israelí destituyera del cargo al ministro de Defensa, Yoav Gallant, después de que este pidiera públicamente pausar el proceso de aprobación de la norma, que limitaría el poder de la Corte Suprema y aumentaría el del Parlamento.
Al llamado de Gallant se sumó este lunes 27 de marzo el presidente Isaac Herzog, quien señaló que el trámite de la impopular medida debe ser suspendido «inmediatamente». «por el bien de la unidad del pueblo».
La prensa local cita fuentes del Likud, el partido político de Netanyahu, y reporta que se espera que el primer ministro anuncie la congelación de la legislación durante un discurso televisado.
No obstante, en las últimas horas y a través de su cuenta de Twitter, el llamado del primer ministro se dirigió hacia quienes se manifiestan en su contra: «Hago un llamado a todos los manifestantes en Jerusalén, a la derecha y a la izquierda, para que se comporten de manera responsable y no actúen violentamente Somos gente fraterna», indicó Netanyahu.
Anoche miles de personas salieron a las calles para protestar contra el despido de Gallant, quien se convirtió en el primer alto funcionario de la coalición gobernante en hacer un llamado público para desechar la propuesta.
Los expertos resaltan que principalmente la medida busca limitar el poder de la Corte Suprema y aumentar el del Parlamento y por ende el del Ejecutivo de turno.
La Administración de Netanyahu argumenta que el alto tribunal tiene un poder «excesivo».
En este sentido, afirma que la reforma es necesaria para controlar a los jueces activistas y establecer un equilibrio adecuado entre el Gobierno electo y el poder judicial. Sin embargo, los opositores lo consideran una forma de quebrantar los controles y equilibrios legales y una amenaza para la democracia de Israel.
El proceso se da en un contexto en el que la Corte Suprema ha frenado proyectos de la actual Administración, la más derechista de la historia del país, sobre temas relacionados con nuevos asentamientos en Cisjordania y leyes anti LGTBIQ+ o que discriminan a la población árabe.
La oposición describe el plan como un primer paso hacia el autoritarismo y acusa a Netanyahu de emprender un golpe constitucional.
Además, los críticos del premier aseguran que la reforma es una estrategia para no pisar la cárcel en medio de las investigaciones por corrupción que pesan en su contra, pues la Corte Suprema no podrá pedirle explicaciones una vez la nueva normativa sea aprobada.
La crisis ha arrojado luz sobre el propio Netanyahu, el líder con más años en el Gobierno del país, y hasta dónde puede estar dispuesto a llegar para mantener su control del poder.
El despido de su ministro de defensa, en un momento de mayores amenazas a la seguridad en Cisjordania y otros lugares, pareció ser la gota que colmó el vaso para muchos, lo que provocó una nueva oleada de oposición.
El líder de la oposición, Yair Lapid, sostuvo que la crisis está llevando a Israel al borde del abismo: «Nunca hemos estado más cerca de desmoronarnos. Nuestra seguridad nacional está en riesgo, nuestra economía se está desmoronando, nuestras relaciones exteriores están en su punto más bajo, no sabemos qué decirles a nuestros hijos sobre su futuro en este país (…) Hemos sido tomados como rehenes por un grupo de extremistas sin frenos ni límites», aseveró Lapid.
Esta agitación divide aún más a Israel y magnifica las diferencias de larga data desde su establecimiento.
Los manifestantes insisten en que luchan por el alma misma de la nación y consideran la reforma un desafío directo a los ideales democráticos de Israel.
El gobierno, por su parte, los ha etiquetado como «anarquistas», que buscan derrocar a un liderazgo elegido de forma democrática.
INT/ag.agencias.europapress/fp.rp.