Finalmente el Gobierno sigue negociando con el FMI para destrabar fondos frescos. Según fuentes cercanas al equipo económico en las próximas horas las conversaciones seguirían en Washington y ultiman detalles sobre los cambios al acuerdo de Facilidades Extendidas.
Hasta ahora, el jefe de asesores del Ministerio de Economía, Leonardo Madcur, y el viceministro de la cartera, Gabriel Rubinstein, mantuvieron contactos virtuales con el Fondo. La idea es que avancen en un encuentro cara a cara con el staff, una misión de la que formaría parte el vicepresidente segundo del Banco Central, Lisandro Cleri, y uno de los directores de la entidad, Jorge Carrera.
El ministro de Economía busca liberar un desembolso de US$ 4.000 millones que le permita llegar a las elecciones primarias del 13 de agosto, sin sobresaltos en el dólar. Pese a las mayores restricciones cambiarias tras la corrida de abril y el último dólar soja, las reservas del Banco Central siguen cayendo por la venta de yuanes y la cancelación de deuda. Entre el viernes y el lunes, se pagaron US$ 1.000 millones a los bonistas.
La discusión con Washington se da en medio de fuertes tensiones desde que el precandidato presidencial comenzó a acercarse más a Cristina Kirchner y a confrontar con el Fondo. El domingo, en un acto junto al Presidente y la vicepresidenta para inaugurar el gasoducto Néstor Kirchner en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, la titular del Senado elogió su «garra», mientras Massa acusó al organismo de querer «frenar» la obra para reducir el gasto.
Detras de los cruces, persisten diferencias en torno a la revisión del acuerdo. El organismo exige una devaluación y un mayor ajuste del gasto para compensar tanto la pérdida de reservas como la menor recaudación por la sequía. Pero el ministro de Economía se resiste a un salto del dólar oficial por su impacto en el precio de los alimentos y los ingresos. En las últimas horas, advirtió que el acuerdo es «inflacionario» y que «hay que replantearlo».
Si bien se espera que la inflación de junio marque una nueva desaceleración desde el 7,8% en mayo, Economía necesita dólares para evitar que las presiones cambiarias aceleren la suba de los precios. En abril, el costo de vida llegó al 8,4% tras la disparada de los dólares paralelos. Para este año, los analistas esperan una inflación del 142% anual, el mayor récord en los últimos 30 años y un desafío electoral para el gobierno.
La número 2 del organismo, Gita Gopinath, advirtió la semana pasada sobre las dificultades para bajar la inflación en el mundo. Dijo que “las empresas deberían aceptar una reducción en sus márgenes de ganancia, que han aumentado en los últimos dos años», pero se resisten. Y apuntó, por otra parte, a la «desconexión» en los países emergentes, ya que los Bancos Centrales no suben las tasas cuando sí lo hace la Reserva Federal de EE.UU.
Para contener la dolarización, el Gobierno argentino subió las tasas al 97% nominal y desde abril negocia una «recalibración» del programa para refinanciar la deuda de US$ 44.000 millones tomada en 2018 por la gestión de Mauricio Macri. También pidió un adelanto de desembolsos por la sequía y la autorización para intervenir en el mercado paralelo, algo que genera rechazo en el Fondo ante el incumplimiento creciente de las metas.
Sin dólares suficientes, el Gobierno agotó en junio los derechos especiales de giro (DEGs) y utilizó por primera yuanes para pagar US$ 2.700 millones al organismo. La situación se agravó la semana pasada con la unificación de tres pagos de deuda para fin de mes por US$ 2.600 millones. Y si el acuerdo no se aprueba antes de fin de mes, Economía deberá recurrir nuevamente al financiamiento chino para pagar otros US$ 750 millones antes de las PASO.
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