Madrid. La Directiva de Defensa Nacional se compromete a dotar al Ministerio de Defensa con la financiación que sea necesaria para sostener todos sus compromisos nacionales e internacionales, favorecer la industria nacional de Defensa que será «prioritaria» y reforzar las capacidades del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en un contexto en el que apuesta por una OTAN «sólida», reforzar el papel de la mujer en la resolución de conflictos en las misiones de paz, y preparar a las Fuerzas Armadas para apoyar a las autoridades civiles en casos de crisis o emergencias como la del COVID-19.
La Directiva de Defensa Nacional 2020 supone la actualización del último documento de esta categoría que fue publicado en 2012 y es también la primera Directiva de Defensa derivada de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017. En ella se incluyen las implicaciones que tienen para la Defensa, la Seguridad y la protección de los ciudadanos acontecimientos como la pandemia de coronavirus o las fluctuaciones en el orden geopolítico mundial y particularmente en nuestro entorno.
De hecho y para cumplir con ese mandato de protección frente a emergencias como el COVI-19, entre las 16 directrices que marcan la actuación de la Defensa se prevé impulsar la «preparación del personal de las Fuerzas Armadas y la adquisición de capacidades que permitan la colaboración y apoyo a autoridades civiles especialmente en situaciones de crisis y/o emergencias».
En el ámbito de la prevención y la respuesta integral a las amenazas globales, el Gobierno considera que la inteligencia adquiere gran importancia y apuesta por reforzar las capacidades del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y fomentar la coordinación de actividades de los órganos de inteligencia, la actuación en el ciberespacio, y la gestión responsable de la información pública.
Además, se incluye la decisión de que la política de Defensa se guíe por la búsqueda constante de la paz, la estabilidad y el fomento de la Seguridad Humana. Y en su directriz número 10 destaca especialmente que, en sus operaciones en el exterior, las Fuerzas Armadas «prestarán especial atención a la protección de grupos vulnerables, especialmente mujeres y niños, apoyando la implementación de la agenda Mujer, Paz y Seguridad y la iniciativa de Escuelas Seguras de Naciones Unidas».
A ello, se añade la potenciación del papel de la mujer «como agente eficaz en la mediación y resolución de conflictos». Así, en las operaciones de paz, apuesta por la «aportación de las mujeres, tanto de la población local como de las que sirven en las FAS» como un factor facilitador, disruptivo del conflicto, que dinamice su resolución aportando un punto de vista innovador.
Destaca especialmente que cuando las actuaciones sean en el exterior, los factores esenciales para promover la paz, libertad y justicia serán: el respeto a las culturas locales, la empatía de nuestros soldados con la población civil, y una asistencia honesta que no pueda ser tachada de interesada.
De hecho y según la introducción de la Directiva, España se ofrece al exterior como socio responsable y solidario, plenamente comprometido con la paz y la mejora de la estabilidad global. Y se añade que se trata de un «proveedor de seguridad» con un modelo propio que se asienta en el respeto a la soberanía e idiosincrasia de otros pueblos, en la empatía en el trato con otras poblaciones, en el interés por la Seguridad Humana como elemento de prevención de conflictos, y en la experiencia de más de 30 años de participación de las FAS en operaciones internacionales.
Para seguir manteniendo ese modelo con «eficacia» y seguridad, la última directriz que incluye este documento es el compromiso de la «financiación que resulte necesaria para abordar también los compromisos internacionales, la renovación y sostenimiento de las capacidades militares, y en particular una atención especial a las necesidades y calidad de vida del personal de las Fuerzas Armadas».
En este compromiso está incluido como «prioritario» el fortalecimiento de la industria de defensa nacional y el desarrollo de una Base Industrial y Tecnológica Europea. De esta forma, señala el texto, se asegura el equipamiento de las FAS en la vanguardia tecnológica.
Para ello, el Ministerio de Defensa trabajará en estrecha coordinación con otros departamentos con responsabilidad en tecnología e innovación, fomentará proyectos de colaboración con la industria europea de defensa en condiciones de competitividad, y prestará una especial atención a las posibilidades de uso dual de estas tecnologías. De hecho, recalca que «España debe participar en proyectos tecnológicos clave para incrementar las capacidades de la Unión Europea».
Otro de los compromisos es que, para poder asumir el nivel de responsabilidad tanto nacional como internacional, las FAS deberán ser capaces de sostener el despliegue permanente del número de efectivos que, con aprobación del Gobierno, establezca la Directiva de Política de Defensa, y de realizar, cuando la situación lo requiera, un esfuerzo suplementario al menos un 50% superior por un periodo máximo de un año.
Además de las fuerzas terrestres, navales y aéreas, estos despliegues deben incluir todas aquellas capacidades adicionales adecuadas, especialmente ciberdefensa, inteligencia, operaciones especiales, uso militar del espacio ultraterrestre y cooperación cívico-militar (CIMIC).
En cuanto a la OTAN, apuesta por una organización «sólida» y precisa que la contribución será con aportación solidaria de capacidades y fuerzas a sus estructuras y operaciones. Y en el debate político dentro de la OTAN se defenderá una «combinación de disuasión y diálogo», apostando por soluciones que favorezcan la distensión y el establecimiento de foros y medidas de confianza.
Y sobre la contribución a misiones de organizaciones internacionales (UE, OTAN, ONU), el Gobierno apuesta por concentrar el esfuerzo en los despliegues y atendiendo al valor añadido de las distintas misiones, con especial atención al entorno europeo cercano, al Mediterráneo, al Sahel Occidental y al Océano Atlántico.
El texto señala que la Defensa de España se asentará en una completa red de relaciones bilaterales con otros países, además de las capacidades propias y su integración en organizaciones internacionales y orientará su actuación a establecer «dinámicas de cooperación» y generación de confianza.
«La Diplomacia de Defensa y los Acuerdos y Tratados bilaterales vigentes juegan un papel destacado en el establecimiento de ese clima de confianza, solidaridad y colaboración», recalca.
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