sábado 20 abril 2024

Contaminación atmosférica, más allá de la cuarenta del COVID-19

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Advierten que si bien con la cuarentena disminuyó el dióxido de nitrógeno en las ciudades, por la menor circulación de vehículos, otros gases como el dióxido de carbono persisten en el ambiente y siguen impactando sobre el calentamiento global.

En los últimos meses circularon diferentes noticias en los medios de comunicación sobre cómo habrían disminuido los gases contaminantes en la atmósfera de grandes ciudades del mundo con la cuarentena, debido a la menor circulación del tránsito vehicular, principalmente. Ahora, ¿Qué pasará una vez que los vehículos vuelvan a rodar sobre las calles y las autopistas, y que la actividad urbana vuelva a sus niveles habituales, previos a la aparición del COVID-19?

«La cuarentena por el COVID 19 sirvió para despertar conciencia sobre cómo nuestra actividad efectivamente impacta en el ambiente. Eso es algo bueno para quienes desacreditan el cambio climático», dijo Magali Ovejero. No obstante, advirtió que una vez que termine la cuarentena y regrese el nivel de actividad anterior a la aparición del virus en las ciudades, la contaminación volverá a sus valores habituales y, para disminuirla, será necesario el compromiso de toda la sociedad.

Ovejero consideró que, para comprender las noticias vinculadas con la contaminación atmosférica difundidas en los medios en las últimas semanas, es necesario distinguir entre los gases de stock o de acumulación, que son persistentes y que contribuyen significativamente al cambio climático, de los gases flow, de vida corta, que son removidos más rápidamente de la atmósfera.

«Circularon muchas imágenes donde se mide el dióxido de nitrógeno, que había mermado en China y en Italia, por ejemplo. Este gas se genera mayormente por los automóviles, entonces es lógico que ni bien disminuye el tránsito, también disminuya la concentración de este gas, que además tiene una vida corta. En ciudades de China, cuando retomaron las actividades al salir de la cuarentena, otra vez volvió el problema de la contaminación atmosférica porque es algo que está íntimamente ligado con la actividad del hombre», dijo.

En cambio, la docente aclaró que la situación es distinta en el caso del dióxido de carbono, que persiste en el ambiente y que en abril alcanzó un nuevo record mundial, con una concentración de 418 partes por millón, según el observatorio de Mauna Loa, Hawai. «Las centrales energéticas y el consumo domiciliario no pararon durante la cuarentena, por lo tanto la emisión de dióxido de carbono y de este tipo de gases de efecto invernadero, que son de acumulación, no disminuyeron», informó.


«La juventud es un motor que impulsa a todos los que vienen trabajando desde hace años a esta problemática, que nos recuerda que hay un futuro, pero que ese futuro no es mañana, sino hoy. Somos la primera generación que puede vivir cambios significativos en el ambiente, y a la vez somos la última que puede hacer algo para mitigar los efectos del cambio climático. Si no tomamos en serio nuestro papel, esta problemática va a seguir quedando relegada a negociaciones diplomáticas, que no alcanzan para cumplir las metas propuestas de aquí a menos de nueve años, porque el desafío es hacia 2030, y ya empezamos la cuenta regresiva», afirmó.

En la conferencia de Madrid, a Ovejero le llamó la atención la distancia que mantenían muchos funcionarios políticos y científicos con los jóvenes que participaron del evento. «Pude ver que estaba la comunidad científica y política por un lado y por el otro la sociedad civil. Los funcionarios muchas veces subestiman a la juventud y esto genera una brecha entre las dos partes. Sería ideal empezar a trabajar en cerrar esas brechas y generar proyectos a corto plazo, pero con proyección a largo plazo, con impacto local y global», consideró.

«Es muy importante que empecemos a entender que el calentamiento global es un problema de todos, que incluye a los mercados, a los consumidores y a otros sectores. Hablar de ambiente también es hablar de economía, de política, de sociedad, de ciencia y de cultura. Cuando volvamos a normalidad, va a ser necesario un cambio integral para cumplir con las metas de reducción de emisiones de dióxido carbono en la Argentina, que se tiene que dar desde los consumidores así como desde el Estado», concluyó.

Magali Ovejero, docente ad honorem de la cátedra de Química, Inorgánica y Analítica de la Facultad de Agronomía de la UBA y becaria del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas vinculadas a la Agricultura (IFEVA, UBA-Conicet), quien a finales del año pasado viajó a España para representar a la Argentina como «embajadora de la juventud por el cambio climático de la LCOY15» (Local Conference of the Youth, por sus siglas en inglés), en el marco de la cumbre de cambio climático COP25 Chile/Madrid.
SLT-FAUBA/ J.M. Repetto/rp.


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