miércoles 24 abril 2024

EE.UU. Nadie arriesga el resultado electoral de una elección muy disputada

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Por Atilio Molteni
El 20 de enero de 2021 asumirá la presidencia de Estados Unidos el candidato elegido por los 538 miembros del Colegio Electoral, los que serán electos en la elección general del 3 de noviembre.

A seis semanas de esta elección las encuestas muestran a Joe Biden superando al presidente Donald Trump, pero el resultado final está condicionado por los seis Estados que se caracterizan por oscilar en su voto entre demócratas y republicanos, otorgando sus electores en favor de uno u otro de los candidatos.

Recordemos lo que ocurrió con Hillary Clinton en 2016, que a pesar de tener un mayor apoyo de los votantes perdió frente a Trump, quien obtuvo 304 electores frente a 227 de la candidata demócrata. Este resultado debe atribuirse al sistema constitucional vigente, por el cual el candidato que gana en un Estado cuenta con todos ellos. En otras palabras, el que gana se lleva el conjunto de los votos de sus electores.

En enero la reelección de Trump parecía asegurada, pero el Covid-19 y los errores de gestión cometidos por su Gobierno cambiaron el panorama electoral, pues Estados Unidos se encuentra muy afectado por la pandemia, la recesión y la persistente desigualdad racial.

Un nuevo elemento de controversia se añadió esta semana en un momento crítico de la campaña, cuando trascendió el contenido de un nuevo libro titulado “Rabia”, del famoso periodista Bob Woodward, (uno de los personajes centrales que, en 1972, por sus revelaciones en el Washington Post vinculadas al escándalo “Watergate” provocó la caída de Richard Nixon). Su obra, que reúne 18 entrevistas y conversaciones con Trump desde diciembre a julio, relata que en febrero el presidente le dijo que el virus era muy peligroso y que se transmitía muy fácilmente. También contiene la trascripción de una conversación grabada el 19 de marzo, en la cual afirmó que no había trasmitido al público la gravedad del Covid-19 para no crear pánico, y formuló otras revelaciones del mismo tenor. Posiblemente, al hacer estos comentarios el presidente actuó con la extrema confianza que caracteriza al síndrome de “hubris”, sobre el que los griegos comentaron que tenía especial vigencia en aquellas personas que ostentan el poder.

Estas manifestaciones contrastan con la información que Trump dio al público durante meses, cuando llegó a comparar al virus con una gripe que desaparecía con la llegada del verano, mientras se oponía a las cuarentenas estrictas y a la utilización de máscaras. El resultado fue devastador: más de 193.000 personas murieron, millones están sin empleo y la crisis económica es la mayor desde la que tuvo lugar en los años 30.

El presidente contestó estos cargos defendiendo la actuación de su Administración ante la pandemia, afirmando que se había hecho una labor increíble ante la pasividad de China que debió haber detenido al virus, y que no había querido asustar a la población. La reacción de Biden fue inmediata, al afirmar que la pasividad de Trump ha sido casi criminal, argumento que también sostuvieron otros líderes demócratas, al que agregaron otro, que no está a la altura de los desafíos del país.

Los comentaristas políticos destacan que con este desarrollo de la campaña, Biden puede aumentar su ventaja y ganar con la ayuda del mismo Trump, logrando hacer realidad su empeño de transformar la elección en un referéndum sobre el presidente, para lo cual utiliza las características más negativas de su personalidad. Al respecto, las encuestas indican que un 52% opinan negativamente de él, superando al 42% de los entrevistados que apoyan su gestión de Gobierno, cifra que se mantuvo bastante constante a lo largo de su mandato.

Otro problema adicional para Trump es que hace cinco meses su campaña de reelección disponía de 1.100 millones de dólares obtenidos desde comienzos de 2019 hasta julio, de los cuales ya se llevan gastados 800 millones, lo cual tiene como consecuencia cierta falta de fondos para hacer frente a las exigencias propias de las últimas semanas de campaña, mientras Biden no parece sufrir el mismo problema.

Un dato a tener en cuenta de la campaña electoral estadounidense (con consecuencias en las encuestas) es que la composición de los votantes se modificó desde las elecciones de 2016. Las estadísticas actuales demuestran que el 54% son de raza blanca, 24% hispanos -el grupo que más creció-, 24% afroestadonidenses, 4% asiáticos y el 4% restante es multirracial. Esta nueva composición incide con una menor gravitación de los primeros, entre los cuales se cuentan muchos de los votantes republicanos de bajos ingresos, especialmente en el Medio Oeste y el sur del país. Los hispanos son muy diversos en materia de preferencias políticas y sus lealtades se distribuyen entre ambos Partidos, mientras que la mayoría de los afroestadounidenses apoyan a Biden.

A su vez, debemos hacer mención a un aspecto generacional, pues va a ser la primera elección en la que no van a ser tan importantes los llamados “baby-boomers”, los nacidos entre 1946 y 1964, cuando después de la Segunda Guerra Mundial se produjo un aumento notable de la natalidad, mientras se va a destacar una generación más joven, especialmente los llamados “milenios” por haber nacido entre 1981 y 1996, y la “generación z” que son los venidos al mundo entre mediados de los 90 y el año 2000.

Estos dos últimos grupos superan en número a los “boomers”, ya que ahora alcanzan al 51% de la población y el 40% con derecho a votar, razón por la cual pueden llegar a decidir el resultado final, debido a que en su mayoría simpatizan con las tendencias progresistas del Partido Demócrata, con la aclaración que en Estados Unidos el voto no es obligatorio, aunque está en marcha una intensa propaganda para que estos sectores jóvenes concurran a votar.

Otros factores que inciden en la votación es que, según los organismos de inteligencia estadounidenses, China e Irán se han unido a la Federación Rusa en la búsqueda de influenciar la elección utilizando medios encubiertos, que son de una importancia relativa dado los avances que han tenido los sistemas de votación, pero de todos modos representan un problema adicional para las autoridades estaduales que están a cargo de su desarrollo y control.

Para las elecciones del 3 de noviembre existen varios escenarios posibles: el primero de ellos sería que Biden obtenga una gran victoria, el segundo es que su victoria no sea significativa, y el tercero es que Trump no llegue a obtener la mayoría en la votación popular, pero luego logre imponerse en la Convención Electoral. En estos dos últimos casos, las discusiones entre ambas partes pueden ser significativas y dar lugar a planteos y acciones que deberían ser resueltas por la Justicia, dando lugar a un período de una gran incertidumbre, que tendría una repercusión mundial.
Atilio Molteni
Embajador
IN/BN/CC/rp.

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