jueves 25 abril 2024

Luis Felipe Noé en tres galerías: Un Ménage à Trois de cuatro

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Por Eleonora Jaureguiberry

Luis Felipe “Yuyo” Noé es, a los 87 años, un sobreviviente por partida doble: es el único artista vivo de la mítica Nueva Figuración, y acaba de sobreponerse al coronavirus. Para probar que lo de él es prevalecer inaugura tres muestras simultáneas en tres galerías que desafían la pandemia y la crisis del mercado del arte local y se asocian exclusivamente para este proyecto.

Con humor, y haciendo referencia a la incorrección que es marca del artista, las muestras tienen un nombre que las hermana: Ménage à Trois. Las inauguraciones sucesivas arrancaron el 3 de noviembre en Rubbers, la galería liderada por Mariana Povarché que representa al artista hace décadas. Povarché, que algo del tema sabe ya que custodia el legado de Rubbers y el del Museo Xul Solar, decidió transformar la tradicional muestra anual de Noé en un evento cooperativo sin precedentes para el circuito de las galerías locales.

“Dos mil veinte. El virus reina” muestra la obra que el artista realizó en estos meses de encierro e incertidumbre. En los cuadros hay barbijos, hombres solos, una naturaleza apabullante y una convivencia entre lo figurativo y lo abstracto mediada por el color, más vibrante y descriptivo que nunca. Estamos frente a una obra libre y madura que se comprende mejor mirando con atención “La teoría del color es teología”, una pintura anómala que devela la inquietud de Noé por los aspectos formales de su obra.

Desde el 5 de noviembre la galería Gachi Prieto exhibe obra de los últimos diez años con curaduría de Andrés Waissman. La muestra se llama “Apto para todo público”, y sin duda guarda relación con el repertorio de artistas contemporáneos que Gachi Prieto representa y que pueden verse en la trastienda. La galería, que hoy ocupa un espacio privilegiado en el corazón de Palermo, es el producto de largos años de trabajo de su titular, que se inició en el oficio en California manejando la obra de Waissman. A su vuelta al país, sin prisa y sin pausa, logró establecerse como una galerista de perfil contemporáneo de prácticas serias y mirada certera sobre el sistema del arte.

Waissman y Gachi Prieto eligieron obra en distintos soportes de su repertorio más conocido; por época y tema es similar al material que fue seleccionado para representar a nuestro país en la Bienal de Venecia en el año 2009. Hay dos obras que valen la visita: “Toda anda sobre ruedas”, una pintura de grandes dimensiones que es una alegría de ver, y el collage “Latin American way of life”, para mirar de cerca y con tiempo.

Avanzando en el calendario pero yendo hacia atrás en el tiempo, a partir del sábado 7 en la Galería Jacques Martínez se puede ver obra de la década del 70 del período se conoce como “la vuelta a la pintura”. La elección de la serie “La naturaleza y los mitos” no fue casual, ya que fue exhibida por primera vez hace 45 años en la Galería Carmen Waugh, cuyo director era el mítico Jacques Martínez. Su hija Clara es quien está ahora al frente de la galería que fundó Jacques cuando la chilena Carmen Waugh se fue del país. Clara Martínez asume el legado de su padre y de su abuelo Rosendo (a su vez director de Witcomb), y lleva la idea de galería al siglo XXI.

En el espacio subterráneo state of the art que la gestora construyó en su casa de San Isidro suele verse obra histórica de gran potencia. Esta vez le toca a la que hizo Noé cuando volvió a pintar luego de un lapso de tiempo en el cual los artistas de su generación decretaron el fin de la pintura, frustrados por no poder transformar a través del arte la realidad política del momento.

Noé dejó de pintar seguramente influido por el espíritu de la época, pero llevado también por otras razones: la disolución del grupo Nueva Figuración (conformado por Noé, Deira, De la Vega y Macció, con quienes había inaugurado un modo de pintar que los llevó en muy poco tiempo a la fama internacional), y la muerte temprana de Jorge de la Vega, su colega y amigo. En sus palabras, “… y muy a pesar mío me encontré sin mi lenguaje, la pintura, porque lo sentía inapropiado para asumir mi entorno. Por ello muchas veces he dicho que yo no dejé la pintura sino que ella me dejó a mí, en el momento en que más la quería. Y, como el tango, volvió cuando menos lo esperaba”.

La serie se complementa con otra de dibujos realizada en la misma época, fruto de sus sesiones con el psicoanalista Gilberto Simoes, que fuera compilada en el libro “En Terapia” editado por Rubbers. A primera vista menos impactante que las tres bellísimas obras de “La Naturaleza…”, los dibujos son sin embargo las joyas de la muestra. Hay en ellos pureza en los temas; verlos en conjunto nos remite a los procesos que conforman el arte antes de convertirse en tal. Allí puede detectarse la génesis de muchas de las ideas que luego se ven reflejadas en su obra canónica pero en tono más erótico, más terrible, más personal. La línea justa, el gesto exacto, el humor duro: estamos frente a un maestro que desnuda, con muy poco, nuestras almas.

La muestra tiene un nombre que parafrasea al artista: “Porque pintó lo que pintó, dejó de pintar lo que no pintó, y ahora pinta lo que pinta”. Escribiéndolo ahora pienso que es un título que celebra la pintura como oficio y como forma de vida. Dejando de lado la virtualidad por un rato y recuperando el contacto con la materialidad de la obra, se me ocurre que así queremos también vivir nosotros: participando de la fiesta, a la vez íntima y pública, que propicia el arte.
Eleonora Jaureguiberry
Socióloga. Gestora Cultural
CC/NB/CC/rp.

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