El ministerio de Economía publicó días atrás en su web el informe al segundo semestre de este año de la “Ejecución presupuestaria de empresas públicas no Financieras”. Las cifras no sorprenden: reflejan el creciente déficit operativo de las principales empresas administradas por el Estado. El “rojo” alcanzó, oficialmente, los 394.071 millones de pesos, que traducidos al tipo de cambio oficial promedio del primer semestre, arroja un déficit operativo de 3.456 millones de dólares, 89% superior al rojo operativo de 1.839 millones de dólares observado en el primer semestre de 2021. Apuntan a cerrar el año en torno a los 6.000 millones de dólares de rojo operativo.
El déficit operativo es la aproximación más real a la situación de las empresas: refleja la diferencia entre los ingresos genuinos que genera la compañía y los gastos que necesita para llevar adelante sus operaciones. En la mayoría de los casos, lo que recaudan -ingresos operativos- está lejos de cubrir las necesidades. La diferencia de plata la pone el Tesoro, mediante transferencias directas.
La política de tarifas subsidiadas que -con mayor o menor intensidad- se viene sosteniendo desde hace 20 años explica una parte sustancial del rojo de las empresas públicas.
En lo que va de este año, algo más de la mitad del agujero fiscal que provocan las empresas públicas se explica por IEASA (perdió 1.919 millones de dólares, a razón de US$ 10,6 millones por día). La misión de la compañía es importar energía a precio de mercado y revenderla a menor precio al mercado local. La disparada de los precios provocada por la invasión rusa a Ucrania obligó a un mayor gasto en importaciones, que no se trasladó a los precios internos.
Algo parecido ocurre con el sistema de trenes de pasajeros. La principal empleadora del país (con más de 30.000 puestos de trabajo supera a todas las empresas privadas) observó pérdidas por 621 millones de dólares, cerca de 3,45 millones de dólares por día).
Lo mismo pasa con AySA, la empresa que brinda agua corriente y servicios sanitarios al área metropolitana. Pierde 1,35 millones de dólares por día.
El Correo Argentino, con 18.091 empleados -el doble que, por ejemplo, Mercado Libre-, registró pérdidas diarias por 640.000 dólares.
Hay dos empresas que escapan a la justificación de operar con tarifas subsidiadas -y por ende imposibilitadas de cubrir los costos operativos- como explicación de su déficit.
Aerolíneas, pérdidas a velocidad crucero
Aerolíneas Argentinas pierde 1,45 millón de dólares por día pero sus pasajes se venden a precios parecidos a los que ofrece la competencia privada. El costo para el Tesoro, es decir para todos los argentinos, usen o no la aerolínea estatal, viaja a velocidad crucero de entre 500 y 600 millones de dólares anuales desde hace bastante tiempo. Los defensores de Aerolíneas -por ende enemigos de cualquier cosa que suene a privatización- señalan el rol social de la empresa, dando conectividad mediante el uso de rutas que no interesarían a las empresas privadas. Quienes apoyarían políticas de racionalización, dicen que se podría aplicar una política de subsidios puntual para los destinos deficitarios, y darle la ruta a la empresa que menos subsidios solicite.
Otra empresa que pierde mucha plata es Radio y Televisión Argentina (2.400 empleados): US$ 320.000 dólares por día. Días atrás se conoció su plan económico para 2022: admitió que perderá $ 14.000 millones de pesos.
En el plan de negocios 2022 la empresa dice que “no tiene como objetivo alcanzar rentabilidad desde el punto de vista económico sino la de avanzar en la obtención de beneficios sociales, tales como la difusión de información pública, la cooperación con instituciones educativas y de salud, la de emitir contenidos culturales y de entretenimiento, atendiendo especialmente el aspecto federal”.
Un argumento por lo menos discutible, dados los bajísimos niveles de audiencia que registran la radio y la tv pública. Y el fácil acceso de los ciudadanos a todo tipo de información desde, por ejemplo, el teléfono celular, artefacto que está presente en usuarios de todos los niveles económicos.
La excelencia de los trenes
El rol social de los trenes está destacado en el plan 2022. “El objetivo de la Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado, se enfocará en incrementar sustancialmente la rentabilidad social que se genera a través de la prestación de este servicio público esencial. En este sentido, a través del mejor uso de los recursos públicos, destinados a sostener el funcionamiento operativo de la Operadora, es que se desarrollarán un conjunto de acciones esenciales para brindar un servicio de transporte de pasajeros de excelencia”. Cualquier podría cotejar la enunciada excelencia con, por ejemplo, la duración de un viaje de larga distancia, que suele duplicar a la de un viaje terrestre.
Otro caso interesante es el de Correo Argentino, que tomó la decisión de competir con Mercado Libre. Lo explican así: “Con el lanzamiento de “Correo Compras” a fines del año 2020, se plantea un nuevo desafío de negocio. Durante el año 2022 se espera incrementar la participación de mercado, teniendo como objetivo posicionarlo como uno de los Marketplace favoritos de los consumidores y PYMEs/emprendedores a nivel nacional”.
Agregan: “El 2022 se presenta como un año de grandes transformaciones necesarias para brindar un mejor servicio a un público cada vez más exigente.” “La misión es ser una compañía dinámica, eficiente, innovadora, con identidad nacional y con respeto hacia las personas, a la comunidad y al medio ambiente”.
Días atrás, la Oficina de Presupuesto del Congreso emitió un informe sobre la situación de las empresas públicas. Destacó por un lado que los presupuestos terminan siendo desdibujados por la inflación. También alertó por la transparencia no siempre adecuada de la información que emiten las empresas, y sostiene que hace falta “consolidar un sistema de información de las empresas estatales que permita monitorear y evaluar su desempeño sobre bases homogéneas y actualizadas de datos, porque su importancia económica y presupuestaria merece una mayor atención y comprensión”
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