domingo 28 abril 2024

Rusia. El Kremlin agitado por una la propuesta que sugiere utilizar una bomba termonuclear sobre Siberia para atemorizar a Occidente

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Moscú. El lunes 2 de octubre Margarita Simonyan, la reina de la propaganda rusa y directora del canal de noticias ‘RT’ lanzó la propuesta y desde entonces, la idea ha provocado reacciones encontradas desde Moscú hasta Novosibirsk, la mayor ciudad de Siberia.

Esta polémica declaración se produce en un momento en que la contraofensiva ucraniana está en pleno apogeo. Margarita Simonyan consideró necesario enviar una «señal fuerte a Occidente», acusado por Moscú de ser el verdadero motor del esfuerzo bélico ucraniano. Para esta propagandista, había llegado el momento de plantearse «detonar una bomba nuclear en nuestro propio territorio, en algún lugar por encima de Siberia donde no haya nadie».

En Rusia, estos comentarios no convencieron en absoluto. Políticos siberianos pidieron a la jefa de ‘RT’ que se disculpara «ante todo el pueblo de Siberia». Más de 33 millones de personas viven en esta inmensa provincia de 13 millones de kilómetros cuadrados, 25 veces la superficie de Francia.

«No hay nada positivo en una explosión termonuclear, y los efectos se dejarían sentir durante generaciones», advirtió Anatoli Lokot, alcalde de Novosibirsk, que se formó como físico. Incluso el Kremlin se distanció de Margarita Simonyan, subrayando que Rusia «sigue obligada por la moratoria internacional [firmada en 1996] sobre las pruebas nucleares».

Sólo Ramzan Kadyrov, el controvertido líder checheno, salió al rescate de Margarita Simonyan. «Ella no es estúpida y no ha propuesto detonar una bomba termonuclear en territorio nacional», dijo. La propuesta de la jefa de ‘RT’ es una explosión en altura, es decir, en la atmósfera o más allá.

¿Es esto mejor? No necesariamente. En primer lugar, «Rusia rompería un auténtico tabú, ya que no se han realizado pruebas atmosféricas desde 1962», señala Jean-Marie Collin, Presidente de Ican Francia (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares).

En segundo lugar, el hecho de que la explosión se produzca muy por encima de nuestras cabezas no significa que no haya lluvia radiactiva, sobre todo con una bomba termonuclear. «Estamos hablando de una bomba H [de hidrógeno], es decir, una bomba de fusión nuclear que produce una explosión increíblemente potente», señala Paul Dorfman, especialista en cuestiones nucleares de la Unidad de Investigación sobre Política Científica de la Universidad de Sussex.

«Es muy probable que la lluvia radioactiva tenga efectos negativos sobre la salud humana y el medio ambiente. Por no mencionar el hecho de que una nube radiactiva viaja y es probable que contamine otros países», afirma Jean-Marie Collin.

La gravedad del impacto depende de la altitud a la que se haya desencadenado la explosión. «Si permanece en la troposfera -es decir, a menos de 12 km del suelo- la contaminación ambiental será real. Si la explosión tiene lugar en la estratosfera -entre 12 y 50 km sobre el suelo- la radiación tardará más en llegar a la Tierra y los efectos serán más débiles», explica Paul Dorfman. Por encima de estas altitudes, los efectos podrían ser nulos para la población terrestre. Pero también en este caso, las estimaciones siguen siendo muy teóricas, ya que no se han vuelto a realizar pruebas con bombas H desde los años sesenta.

Sin embargo, se ha establecido que las explosiones de este tipo son perfectamente capaces de inutilizar dispositivos eléctricos y satélites. Pero «no podemos controlar estas explosiones y decidir que sólo afecten a los satélites occidentales, por ejemplo», explica Jean-Marie Collin. En este sentido, Margarita Simonyan propone en realidad a Moscú «pegarse un tiro en el pie», afirma Paul Dorfman.

Y no sólo un poco. El estallido de estas explosiones tendría un efecto global. En 2011, científicos estadounidenses estimaron que una bomba H detonada en altura sería suficiente «para destruir más del 90% de los satélites civiles del mundo. Sólo los satélites militares con blindaje reforzado podrían resistirla». En aquella época, estas estimaciones se basaban en la explosión de una bomba de apenas 10 kilotoneladas. Hoy en día, las armas nucleares estratégicas rusas corresponden al estándar moderno, «es decir, bombas de al menos 500 kilotoneladas», señala el Washington Post en un artículo dedicado al arsenal ruso.

La propuesta de la jefa de ‘RT’ «probablemente nos devolvería al mundo anterior a los años 60 en términos de medios de comunicación», opina Paul Dorfman. «Sería un cambio de época que podría tener consecuencias catastróficas en todo el mundo, tanto en Occidente como en Rusia», añade Jean-Marie Collin. La desaparición de casi todos los satélites significaría el fin de sistemas críticos en el mundo actual, como el GPS.

En otras palabras, «hay que estar loco para proponer siquiera una idea así», dice Paul Dorfman. O muy cínico políticamente. «Hasta su muerte en 2022, fue el líder ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky quien se pasó el tiempo amenazando con hacer estallar bombas nucleares en casi todas partes, incluso en suelo ruso. Parece que Margarita Simonyan ha tomado el relevo», señala Jeff Hawn, especialista en Rusia y asesor externo del New Lines Institute, un centro de investigación geopolítica estadounidense.

La idea es «recordar constantemente al mundo que Rusia dispone de medios para causar fácilmente enormes daños gracias a su arsenal nuclear», añade. Al mismo tiempo, es también una forma de complacer los sentimientos nacionalistas de la audiencia de ‘RT’, sugiriendo que Rusia está dispuesta a hacer cualquier cosa para defenderse.

Moscú también espera asustar a la gente con esta idea, cuando menos apocalíptica. Margarita Simonyan no es una cualquiera. El hecho de que una figura tan influyente en la política rusa pueda hacer en Washington una sugerencia de consecuencias catastróficas para Moscú pretende intimidar. La jefa de ‘RT’ espera que algunos responsables de la toma de decisiones, especialmente en Estados Unidos, piensen que, después de todo, podría ser mejor no presionar demasiado a los rusos. «Esto podría ser una manera de tratar de fortalecer el campo de los que en Estados Unidos están haciendo campaña para limitar el apoyo a Ucrania», concluye Jeff Hawn.

INT/ag.agencias.f24/rp.

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