viernes 26 abril 2024

Alemania. Angela Merkel comienza a tejer una nueva alianza de poder

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En política, como siempre, lo impensable se verifica. Al igual que en Austria, en Alemania no son pocos quienes imaginan una futura alianza entre verdes y conservadores que deje atrás una década de “gran coalición” entre conservadores y socialdemócratas.

Reparar en las encuestas muestra que es perfectamente posible. Los conservadores –social cristianos- de la canciller federal, Angela Merkel, acreditan entre un 26 y un 28 por ciento del electorado. Los verdes, de su lado, muestran entre un 21 y un 23 por ciento.

Por supuesto, no son pocas las voces de resistencia que se alzan de un lado y del otro. Bastante más del lado verde que del conservador. Sin embargo, son muchas las impresiones a priori que indican que todo quedará resuelto de manera pragmática antes que ideológica.

Y la tierra tembló… en términos políticos. Fue el 05 de febrero, cuando en el land –Estado- de Turingia, el nuevo presidente Thomas Kemmerich, miembro del Partido Liberal Alemán (DFP), fue ungido con los votos de su partido, de algunos conservadores y de… la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD). Un tabú fue roto.

Pero, el temblor tuvo consecuencias inmediatas. Objeto de presiones múltiples y, sobre todo, de la dirección nacional de su partido, Kemmerich renunció solo dos días después.

Y, por sobre todo, la renuncia de Annegret Kramp-Karrembauer, actual ministro de Defensa, pero sobre todo presidente de la conservadora Unión Social-Cristiana y candidata única a la sucesión, por su partido, de la canciller Angela Merkel, a la presidencia y a la sucesión.

Como consecuencia, para las elecciones –Angela Merkel, en el poder desde el 2005, anunció que no se presentará- a poco menos de año y medio, los conservadores deben buscar nuevo candidato.

Kramp-Karrembauer se pronunció inmediatamente contra la actuación de los dirigentes y electos de su partido en Turingia. Fue a Erfurt, la capital regional, intentó convencer de dar marcha atrás y fracasó. La solución vino del lado liberal, no del conservador. Consecuencia inevitable: la renuncia.

Ahora, el principal candidato es Friedrich Merz, rival histórico de Angela Merkel, ubicado en la derecha del partido. Los otros: el actual ministro de Salud, Jens Spahn, y el presidente de Renania del Norte-Wesfalia, Armin Laschet.

No obstante, sorpresa, el primero en declararse candidato fue el titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Bundestag –cámara baja del Parlamento- Norbert Rottgen, atlantista definido que desconfía del presidente ruso Vladimir Putin y es enemigo declarado de Huawei –china- para la atribución del mercado 5G en Alemania.

Todos los eventuales candidatos a la sucesión son renanos, católicos y varones.

Finalmente, el 04 de marzo, el candidato de la izquierda –Die Linke- Bodo Ramelow con 42 votos sobre 92 ganó la presidencia de Turingia frente a un candidato de la extrema derecha. Saldo: división entre los conservadores.

Unos días antes, el 20 de febrero, la atención desviaba hacia el atentado doble de Hanau, land de Hesse, ciudad próxima a Frankfurt. Consecuencia de un tiroteo contra dos bares “shisha” –narguilé- frecuentados por kurdos, por parte de un racista. En total, nueve muertos.

El 24 de febrero de 2020, elecciones regionales en el Land de Hamburgo, fuerte derrota de los conservadores. Con seis puntos menos que en el 2015, los socialdemócratas salvan la ropa y ganan con 39,2% de los votos. Los Verdes, 24,2 por ciento, doblan la elección anterior. Los conservadores, 11,2 por ciento (casi 5 puntos menos). La izquierdista Die Linke, 9,1 por ciento. La Alternativa por Alemania, 5,3 por ciento y los liberales con 4,9 por ciento.

En escaños, los socialdemócratas pierden 4 (54), los verdes ganan 18 (33), los conservadores pierden 5 (15), la izquierda gana 2 (13), la extrema derecha pierde 1 (7) y los liberales pierden 8 (1).

Ya en pleno coronavirus, elecciones municipales en Baviera con una participación del 58 por ciento, tres puntos más que en 2014, claro que el 28 por ciento votó por correo, frente a un 22 en aquella oportunidad. Segunda vuelta, solo por correspondencia.

En materia de política exterior, la diplomacia alemana emerge de su letargo de años con la convocatoria a Berlin, en enero pasado, de una conferencia sobre la guerra civil en Libia.

Quizás más trascendente que el resultado en sí –una mera declaración, violada en la práctica, de cese el fuego entre los contendientes y de no intervención extranjera, desoída hasta por los firmantes- fue la irrupción alemana en los asuntos internacionales.

La pérdida de oportunidades similares en el pasado -2014 en Siria- y la retracción del gobierno de Estados Unidos con la administración Trump, dieron origen a la nueva implicación.

Si para Francia, el terrorismo djihadista constituye la prioridad de su involucramiento a escala internacional, para Alemania, dicha prioridad es la inmigración. Y Libia constituye la principal fuente de entrada a Europa, Mediterráneo mediante.

Alemania considera que su principal argumento para implicarse con éxito en Libia es la legitimidad. No participó del derrocamiento del asesinado dictador libio Muamar Kadafi, en 2011. Y no fue, en el pasado reciente, una potencia colonial ya que perdió sus territorios –Tanzania, Namibia, Togo, Camerún, Ruanda, Burundi, parte de Papúa-Nueva Guinea, las islas Marianas, Carolinas, Marshall, Palau, Samoa y Naurú, junto a dos concesiones en China- con el Tratado de Versalles de 1920, hace un siglo.

Al respecto, si bien no fue a Namibia, su ex colonia, la canciller federal Angela Merkel viajó a Sudáfrica y a Angola, para confirmar la nueva estrategia de presencia internacional alemana. En Sudáfrica están instaladas numerosas empresas alemanas. La Angola petrolera parece un objetivo futuro.
Luis Domenianni


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