Con el apoyo de YPF el Gobierno fijó el precio sostén del llamado “barril criollo” en u$s 45, mientras que el Brent, para entrega en julio, se pagó hoy u$s 30,87. El respaldo de la petrolera de bandera formalizado por el nuevo CEO, Sergio Affronti permitió el ajuste.
Esta posición de Affronti dejó expuesto, sin embargo, el desacuerdo con el presidente de YPF, Guillermo Nielsen, que rechazaba la medida, solicitada insistentemente por las provincias petroleras que temían por las regalías que reciben de la actividad.
Como era de esperar, los gobernadores mostraron su satisfacción por el precio sostén, ya que ven asegurados su ingresos presupuestario, igual reacción se observó en empresas productoras no integradas. Pero surgió preocupación en las refinadoras, ya que ante los precios internacionales su actividad se verá resentida, incluso advirtieron que podrían entrar en quiebra.
La producción de petróleo y su refinación exhiben un mercado en manos de tres empresas que absorben el 80% de la actividad. Esta conformación impide la formación de “precios de mercado”, ya que la regulación del mercado está siempre sometida a políticas públicas, en las que incide la capacidad de lobby de las petroleras.
La pregunta que queda planteada con respecto al mantenimiento de un “barril criollo” a u$s 45, es el impacto sobre las actividades cuyos productos deben competir a nivel internacional, con empresas de países que han corregido el precio de los combustibles a la baja.
Datos de las Cámaras, que agrupan a los sectores de la industria petrolera, exhiben que la caída en la demanda de combustibles, como resultado de la pandemia del Covid-19, ronda el 80% que afectó a toda la cadena de comercialización, desde las estaciones de servicio hasta las empresas extractoras, algunas de la cuales se han visto obligadas a cerrar pozos por la disminución del consumo y la falta de espacio para almacenamiento.
Los operadores advierten que un valor tan elevado, respecto al precio internacional, va a tener consecuencias negativas en la demanda de crudo en los meses venideros que amenaza con provocar una importante caída de la actividad, con el consecuente cierre de yacimientos.
Admiten, también, que el precio del “barril criollo” puede ser necesario para los productores, que deben mantener un equilibrio entre la preservación de las fuentes de trabajo con las demandas de los sindicatos, pero por parte de los refinadores, que abastecen a las estaciones de servicio, hay riesgos de no poder pagar el precio sostén y que además serias reservas respecto a la recomposición de la demanda.
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