Por Marta Nercellas
Hay muchos matrimonios mal avenidos y no es por culpa de la pandemia. Son intrínsecamente incompatibles. Para confundirnos se muestran públicamente disfrazados con trajes idénticos: evidencias-creencias; verdad-relato; Fernández-Fernández; justicia-política; soberbia-ineficiencia; acuerdos- ideologías; defensa de la vida- detractores de la cuarentena. La lista podría ser infinita porque lo que vuelve irreconciliables a esas parejas es la credibilidad perdida. Definitivamente perdida.
Hoy las palabras se convirtieron en meros sonidos guturales, pero por eso no dejan de señalar con precisión cuál es el botín de guerra: la impunidad de “todos y todas”.
El plan “venganza” está urdido con astucia. No pretende señalar la corrupción ajena, alcanza solo con mostrar algo que se le parezca; basta con equipararla a la propia y compensar delitos para obtener un balance equilibrado que no de saldo a pagar.
Usar el poder político para fines que erosionan la república es una constante. Sueñan que no generará reflejos ciudadanos porque la gente se encuentra adormecida por la cuarentena, el cansancio ante la repetición constante, el triste espectáculo de la lucha impulsada por mezquindades personales y deviene el hartazgo al sospechar que al final, todos son iguales. La verdad no importa a casi nadie, está envuelta en paquetes con idénticos colores.Con gesto monárquico la ley se subordina a la voluntad de una persona.
La crisis económica- sanitaria y social no puede distraerlos del objetivo esencial por el que accedieron al poder. Amenazar, destruir, negociar, apretar el botón rojo o reducir las vidas ciudadanas a una pelea por la subsistencia, a una lucha lo suficientemente intensa, como para que no se distraigan a observar en qué se está convirtiendo la república.
Apoderarse del estado les permite asir las tijeras con las que diseñan a medida los trajes que necesitan para convertir en víctimas, a quienes pueden pagar esa trasformación con los dineros públicos.
No se trata solo de impunidad. Quieren que no queden dudas sobre quien tiene el poder. Algunas sobreactuaciones no se entenderían si no fuera por esa necesidad de refregar en la cara quien manda, haciendo que sigan retrocediendo, que no defiendan sus espacios.
El paso más audaz fue nombrar como juez en un tribunal superior y unipersonal, a la Historia. Su absolución es inapelable , ahora solo hay que instrumentarla.
Si para ello es necesario desoír una decisión judicial y avanzar con la revisión de las designaciones de dos camaristas que tuvieron la osadía de confirmar los procesamientos de la actual vicepresidenta , “adelante”, para eso tienen la mayoría que les permite bloquear a la oposición.
No importa como se obtuvo el voto para que el Consejo autorizara la revisión de sus traslados. La coincidencia del millonario aporte a la Obra Social de Barrionuevo, es sólo eso, una coincidencia.
Los recursos presentados por los Dres. Bruglia y Bertuzzi obligaron a acelerar el trámite. La medida pre cautelar concedida por la Juez no iba a desbaratar la estrategia. Por eso el Senado decidió desoírla afirmando una mentira burda: “Le estamos dando publicidad a los pliegos enviados por el Poder Ejecutivo“. La palabra stop es desconocida para ellos. La resolución conservadora y prudente, ordena casi disculpándose, pero igualmente es ignorada.
La jurisdicción, como dijera Montaigne, no se otorga a favor del que imparte justicia sino a favor de quien la recibe. Desde ese lugar defiendo las investiduras de los agredidos, sin siquiera escudarme en el particular respeto que me merecen.
El Presidente atento a las necesidades de su pueblo, envió la reforma porque, según nos dijo: «la sociedad demandó un nuevo sistema judicial». El proyecto nos distrae. Discutimos si se lo que se procura es una impunidad en manada mediante centenar de designaciones y mientras tanto intentan apoderarse de la estructura misma del sistema judicial: el Consejo de la Magistratura, la Corte y el Ministerio Público.
El legislativo y el ejecutivo sujetan a la justicia, desobedecen sus órdenes, la enfrentan desafiantes, acusan a sus funcionarios. Es el derecho que les dieron los votos. El pueblo los eligió. No disimulan los atropellos, sólo los naturalizan.
Elaboraron en secreto el proyecto, (como si estuvieran armando una bomba nuclear) y ahora simulan escuchar a todos, ofreciendo 7 minutos a los especialistas para que expongan sus ideas, mientras empollan su voto afirmativo escrito antes que el proyecto llegara al recinto.
Descafeinar el poder judicial les parece sencillo, (ya lo hicieron en Santa Cruz)
Los signos de resistencia fueron neutralizados con el sometimiento de un número importante de integrantes de ese poder, que en lugar de controlar prefirieron obedecer.
El peronismo históricamente tuvo una relación tormentosa con cualquier institución que pretenda ponerle límites y la justicia no ha sido la excepción. Pero esa tarea agota, así que ahora decidieron dominarla, ser sus jefes, darle órdenes para que obedezcan.
Las denuncias contra el anterior gobierno se suceden y aceleran; la verdad no importa- tampoco la conozco- pero en este escenario carece de valor. Lo que interesa es que sean tantas denuncias que le permitan acorralar a los miembros del gobierno anterior en tribunales para que parezcan iguales a ellos, así una “compensación” parecerá justa. El hartazgo de la gente se multiplica y ya en lugar de justicia lo que desea es paz.
Parecía una venganza pero es una herramienta de negociación. Ensucia al poder pero, si todos están igualmente enlodados, nadie lo observará. Pagar con recursos públicos las deudas ilícitamente contraídas, con libertades individuales las promesas que incumplieron, con la esperanza ciudadana la degradación institucional, les resulta intrascendente.
Degradada la palabra, la farsa y la verdad tienen idéntico rostro. No hay transformación posible si no recuperamos la credibilidad y el valor del consenso social y político. Los togados de incuestionable lealtad con el oficialismo actual pueden encontrar argumento para justificar unos bolsos cargados de millones que vuela por el aire, un prevaricato propio o ajeno o una persecución respaldada por innumerables pruebas objetivas pero que estuvo amañada, según afirman, por el deseo de persecución.
Quedan en el aire preguntas que nadie intenta siquiera contestar: ¿El Ejecutivo puede decidir que un conflicto judicial lo salde el Senado?; ¿éste puede desobedecer una orden judicial? ¿ qué parte no entendieron de la orden de suspender el tratamiento de los pedidos de Acuerdo de los Dres. Bruglia y Bertuzzi? ¿el conflicto de poderes no les importa?
La Cámara Federal ordena a la jueza Servini investigar pero sin continuar con su expedición de pesca. Desoye el mandato (que refleja una exigencia constitucional) y continúa con la prueba excusándose en la falta de firmeza de la orden. Le niega la apelación a la defensa y pide que se investigue al abogado que osó exigir su cumplimiento.
Un Juez provincial “estorbó” en Vicentín y, salteando la valla que el respeto institucional impone, el presidente lo agravia intentando amedrentarlo. Lo que no podremos decir es que no fueron lineales y explícitos para informarnos que usarán el poder para debilitar a quienes pretendan obstaculizar sus avances, sin importar la legalidad o ilegalidad a la que deban recurrir.
Sólo acordarán después de poner de rodillas a quien sindicaron como enemigo. No importa la prueba reunida. No tienen por qué rendir cuentas, todo debe ser anulado o en caso contrario, todos deben ser absueltos.
Con la pantalla de la emergencia desarman filtros y controles institucionales. La coalición gobernante puede bloquear con su prepotencia cualquier intento de impedirlo. La oposición deshilachada tiene cerrados sus micrófonos no solo cuando en forma explícita la jefa del Senado se los desconecta. Parecen no entender que hay momentos en que no alcanza con declamar.
La división de poderes no es un capricho de Montesquieu. El avance de quien tiene poder es inexorable y solo se lo puede detener con poder. Los excesos solo pueden ser limitados si existe vigilancia y control recíprocos impidiendo que un poder pueda predominar sobre los demás. Ninguno es ni infalible ni incorruptible. En el mejor de los casos es un tema de dosis.
Cuando alguno de ellos, por seducción, corrupción o temor reduce al otro logrando romper el equilibrio de controles y contrapesos, los abusos del gobierno los padecerá la población. Si sucumbe la capacidad, el derecho y la responsabilidad de supervisar a los otros poderes, la excusa con la que se justifique no interesa, lo que ponen en juego es el estado constitucional de derecho.
Aislamiento por cuarentena, reforma judicial por plan de impunidad, afirmaciones contundentes fundadas en contrafácticos y eufemismos aparentando ser verdad. Santa cruz es un espejo que adelanta, no será en vano observar aquel proceso.
Saramago afirmó que el poder abusa de las palabras y agregó que la que más se usa y de la que más se abusa, es “democracia”. Hoy cada vez que se la enuncia se la está negando y esta vez el autoritarismo no se está colando silencioso por las ranuras de nuestras ventanas, viene ingresando por la puerta principal entonando su canción de guerra.
Marta Nercellas
Abogada, especialista en Derecho Penal y Derecho Penal Económico
P/BN/CC/rp.
