martes 23 abril 2024

El arte de la Tana Pujals, Pájaros en vuelo: sueño de muchos

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”Por eso vuelo y me voy
Vuelo y no vuelo pero canto;
Soy pájaro furioso
de la tempestad tranquila.” – Pablo Neruda-


Desde el primer día que empecé a retratar animales evitaba los pájaros porque me parecían que sus miradas no tenían mucha expresión, con excepción de algunos como la familia de aves rapaces. Siempre admiré sus coloridos plumajes, verdaderas obras de arte en sus más variadas combinaciones. Algunas tan perfectas que, al mirar mi colección de lápices, no conseguía encontrar ese color tan perfecto aunque intentara mezclar o sobreponer diferentes tonalidades.

Poco a poco me fui animando porque cuando te hacen un pedido no puedes negarte. Los primeros fueron unos cauquenes patagónicos. Me gustó el desafío y quedé satisfecha. Siguieron aguiluchos, teros, gallos, flamencos y loros. Todos ellos parados, posando sin desplegar sus alas o sea sin volar.

Llego el COVID-19, la cuarentena, el encierro. Los primeros días era todo novedad. Con el pasar de las semanas todo paralizado, sin ruidos, sin polución. El mundo a mi alrededor había quedado en pausa pero no así los pájaros. Sin nunca haber sido una “bird watcher” no podía dejar de observar por la ventana la llegada de varios pájaros al jardín de mi edificio. Las palomas dejaron de venir para dar lugar a los pájaros carpinteros con sus plumas negras, blancas y rojas; zorzales, los cantantes matutinos y los benteveos con sus pechos amarillos. Los podía observar en las ramas del palo borracho a 2 metros de mi ventana.

Una tarde, en el momento que el sol empieza a despedirse apareció un carancho: solemne, altivo con una mirada penetrante de cazador. Abrió sus alas, las sacudió un poco, miró a su alrededor y levantó vuelo. Lo seguí por unos segundos. Mientras yo estaba encerrada dentro de mi casa ellos eran libres, en cierta manera se convirtieron en los dueños de la ciudad, pudiendo volar adonde quisieran. Basta levantar la vista para verlos planeando por arriba de los techos con ese movimiento delicado y sincronizado de sus plumas.

Me senté en mi taller y empecé a buscar material: los dibujos de Leonardo da Vinci y sus estudios de las alas. Volví a ver la película de Jonathan Livingstone “Seagull”; busqué filmaciones de vuelos de cóndores, águilas y aves migratorias. Eso era gozar de la libertad en su máxima expresión. Ver todo de arriba, seguir las térmicas, cruzar nubes, planear en una aparente tranquilidad.

Y así me animé a dibujar pájaros volando. El primero terminó en la basura, en mil pedacitos. No era lo que buscaba. Quería algo que uniera los conceptos de ciudad, encierro y libertad. Finalmente me decidí por unas gaviotas. Ellas me recuerdan al mar, la playa, las vacaciones. Por sus colores blanco/negro puedo jugar con ese contraste que busco transmitir: encierro/libertad. Mientras las dibujaba sentía esas ganas de volar, de ir donde me lleven las térmicas, mirar hacia abajo y ver el mundo con todos sus colores. Un mundo en pausa por un virus llamado COVID-19 al que no puedo pintar. Todavía.
Tana Pujals.
Artista con pasión por retratar animales.
CC/BN/CC/rp.


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