martes 14 mayo 2024

Cuaderno de opiniones. “Un discurso a pura verdad”

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Por Dr.Jorge Enríquez (*)*****

La salida de uno de los peores gobiernos de la historia argentina es por sí sola un motivo de celebración. El kirchnerismo seguirá existiendo, y sería ingenuo reeditar esa expresión que algunos usaron a partir del 10 de diciembre de 2015: “No vuelven más”. Pero es cierto que a nuestro país le vendría muy bien que, si ese regreso se produce, tarde el mayor tiempo posible. El daño que causaron ha sido inmenso.

El acto de jura ante la Asamblea Legislativa exhibió por última vez a Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner intentando acaparar el protagonismo. Se movía incesantemente, no dejaba de hablar y de dar órdenes. Sus manos permanente en el bolsillo de su atuendo y el balanceo constante de su cuerpo marcaban más profundamente los signos que la crispación asomaba en su rostro: desprecio por la República, fastidio frente a quien por un porcentaje abrumador asumía legítimamente la Presidencia de la Nación, el Dr. Javier Milei.

Irrespetuosa, intolerante y maleducada dejaba al desnudo su verdadera esencia resumida finalmente en el gesto obsceno y grosero que le hizo a la gente al entrar al Congreso. Alberto Fernández era su contracara: opacado por ella, permanecía detrás sin saber muy bien qué hacer (como durante su gobierno), actuando como un mediocre actor de reparto que no sabe cuándo debe entrar o salir de escena.

Un último acto digno de esa tragicomedia de la que fueron figuras estelares. Solo faltaba Sergio Massa. En lo demás, en cuanto tuvo que ver con la organización de las nuevas autoridades, se trató de un acto sobrio, moderado y respetuoso, muy alejado de las chabacanerías a las que nos tenía acostumbrados el elenco saliente. Por otra parte, cabe resaltar que la multitud que acompañó las celebraciones llegó espontáneamente, sin aparatos ni presiones, para disfrutar ese rito que es la fiesta de la democracia.

Muy trascendentes personalidades del mundo se hicieron presentes, como el Rey de España, Felipe VI, los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou, de Chile, Gabriel Boric y del Paraguay, Santiago Peña, y –lo que sin dudas le dio al acto un gran relieve  internacional- el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. Esto habla de un nuevo rumbo en nuestras relaciones con el mundo, que retoma, así, la senda marcada durante la presidencia de Mauricio Macri.

El discurso inaugural de Javier Milei tuvo una gran virtud: habló descarnadamente y sin subterfugios del desastre económico que deja el kirchnerismo. Y no pretendió edulcorar lo que se viene. Al contrario, postuló con claridad la necesidad de un severo ajuste. El solo hecho de haber mencionado esta palabra con todas las letras es digno de encomio.

Los argentinos estamos cansados de las mentiras

Claro y contundente expresó que prefería decir una verdad incómoda antes que una mentira confortable. Menos plausible es, sin embargo, la periodización histórica que trazó. Si nuestra decadencia comenzó hace cien años, el punto de partida fue entonces el inicio de la presidencia de Marcelo T. de Alvear, uno de los más grandes presidentes que tuvo la Argentina. Ojalá recuperemos algo de ese espíritu de un país pujante, próspero, faro cultural de América Latina, y de ese ejemplo de republicanismo que fue la gestión de uno de los mejores presidentes de nuestra Historia. Pero quizás haya mencionado los cien años sin pretender fijar fechas precisas.

Lo importante es que haya rescatado las figuras de Julio Argentino Roca y Domingo Faustino Sarmiento, tan denostados siempre por el peronismo y la izquierda vernácula. Reivindicó así a dos de los grandes constructores de la Argentina próspera, abierta al mundo, con una amplia clase media, una movilidad social ascendente y una excelente educación.

La situación es extraordinariamente severa

Las palabras iniciales de Javier Milei abren una gran esperanza, aún para quienes no lo votamos en la primera vuelta. Su estilo probablemente sea excéntrico, aunque haya moderado ciertas sobreactuaciones propias de la campaña electoral. Nos puede gustar más o menos, pero es el presidente legítimo de la Argentina y no nos ha mentido en su discurso inaugural. Ha dicho las verdades de “a puño”. No promete un Edén, sino un camino plagado de cardos y espinas, para construir el país que los argentinos de bien anhelamos y nos merecemos.

Más que a las formas, necesitamos prestarle atención a la sustancia de las políticas que ponga en marcha. La crisis es tan profunda que sería una imperdonable frivolidad detenerse en aspectos secundarios o anecdóticos. Sin otorgarle a nadie un cheque en blanco, lo que no sería republicano, es deber de todos trabajar sin mezquindades para que nuestro país empiece a recorrer el camino del progreso y de las oportunidades para todos.

(*)Presidente Asociación Civil Justa Causa; Diputado Nacional (MC), JxC, PRO

P/ag.jorge Enríquez.vfn/gr.

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