Los países de América Latina tienen una débil presencia en el comercio internacional y en los procesos de innovación, que son la principal fuerza del desarrollo económico. Por el otro lado tienen fuertes asimetrías territoriales. En buena medida ambas debilidades se explican en la precariedad de las instituciones y políticas que gestionan el desarrollo económico y la particular debilidad de un enfoque territorial de dicha gestión.
Lo que parece un asunto de incapacidad de los políticos y los estados tiene una explicación adicional: las universidades de la región, en sus carreras de economía, ciencias políticas o negocios estudian “teoría de desarrollo”, pero son anémicos los programas de enseñanza e investigación sobre las instituciones, organizaciones, recursos y capacidades necesarias para la gestión del desarrollo.
Hay en nuestro país y en la región universidades que estudian la gestión del desarrollo del nivel local –regional o municipal-, pero son escasas las casas de estudio que enseñan e investigación desde una visión multinivel y global, donde se integre en un marco conceptual los roles y responsabilidades de cada uno de los tres niveles de gobierno y, en cada uno de ellos, el rol y las responsabilidades del sector público, el empresarial, el sistema educativo, las organizaciones de la ciencia y la tecnología y la sociedad civil.
Esto es particularmente crítico porque el proceso de innovación de las pymes y –por lo tanto- su posibilidad de crecimiento y de creación de empleo, únicamente puede darse en el nivel local, por ejemplo: es inimaginable que un grupo de pymes de Salta, venga a la Capital a demandar una especialización laboral o un ensayo de laboratorio, la respuesta debe ser local.
Pero para que esa demanda pueda ser satisfecha, algunas organizaciones públicas o privadas locales deben tener los recursos, las capacidades y los incentivos necesarios. Y para eso debe haber instituciones, capacidades y recursos nacionales, de segundo piso, que –junto con contrapartidas locales- hagan viable la atención de las organizaciones salteñas a esas pymes salteñas.
Esta visión es más relevante que la mirada sectorial porque –cada vez más- lo que define la competitividad es la creación, incorporación y difusión de la tecnología y la innovación. Y esa incorporación requiere ecosistemas empresarios, financieros, educativos, tecnológicos y organizativos públicas y privadas locales.
La diferencia de competitividad de Córdoba respecto de Salta radica en la densidad del ecosistema cordobés, respecto del salteño. Por ejemplo: no hace mucho, cuando cayó la actividad del sector automotriz cordobés y apareció en el mapa de oportunidades Vaca Muerta, muy rápidamente industriales metalúrgicos de Córdoba empezaron a producir y vender equipo petrolero especial para la explotación del shale oil.
A modo indicativo detallamos algunos de los temas y preguntas que no se enseñan y que son escasamente investigados en nuestro país y que podrían orientar al Estado y a la clase política en una adecuada gestión del desarrollo:
En Europa, en China y en Estados Unidos, los gobiernos locales están interesados en el desarrollo de sus regiones, estados o provincias. Nuestros gobernadores e intendentes tienen ese mismo interés?, se diría que muchos no, porque si sus votantes “viven” de los votos del empleo público y los planes sociales, su prioridad es otra. Entonces: qué podemos aprender de los incentivos de los gobernadores de Europa, China o Estados Unidos para proponer cambios en el sistema de incentivos de nuestros gobiernos provinciales?
Supuesto que ese cambio de incentivos se alcanza, ninguna región en el mundo hace todo y sabe todo. Las provincias y ciudades eligen su perfil de especialización. Con qué metodologías y con qué incentivos pueden juntarse empresarios, investigadores, educadores y funcionarios públicos para elegir esas especializaciones y construir las capacidades que aseguren la competitividad?, cuáles deben ser capacidades empresarias y cuáles capacidades públicas?
En el AMBA, desde hace rato, las desventajas de la aglomeración trascienden a sus ventajas. La inseguridad, el deterioro del medio ambiente, los tiempos y costos de los traslados, las dificultades de la gestión y de la satisfacción de las necesidades sanitarias o habitacionales conspiran contra el desarrollo económico. Cómo se resuelve la gobernanza de esa región?, cómo se coordina la creación de dicha gobernanza con la prioridad de un desarrollo multipolar de todo el país?
“Todo el país”?, no sería más eficaz fortalecer los ecosistemas de Santa Fe, Córdoba y Mendoza o gestionar recursos en forma más horizontal?, cómo se resuelve ese dilema?
Cómo se organiza la transferencia de recursos para el desarrollo?, cómo asegurar que esos recursos no terminan en la corrupción o en más empleo público?
En muchos países la investigación de las tecnologías transversales, que habilitan la competitividad de todas las provincias, es competencia de los niveles nacionales. Si optamos por ese modelo: cómo se organizan las interfases para que un grupo de empresas de Misiones –por ejemplo- acceda a esas tecnologías?
La Argentina tiene el CONICET, pero la vinculación de esa organización con el sector empresario es –en el mejor de los casos- precaria, y en el peor el conocimiento de los investigadores argentinos termina en patentes de empresas extranjeras. Cómo se hace para que TODA la investigación del CONICET fortalezca el entramado empresario argentino?
Con qué información deben contar los “cluster” locales para gestionar el desarrollo local?, qué información debe tener el nivel nacional para gestionar sus responsabilidades y para monitorear a las provincias?, quién debe producir esa información?, cómo se chequea el impacto de la gestión del desarrollo para retroalimentar el conocimiento de dicha gestión?
Las preguntas siguen, se presentaron solamente para problematizar a los lectores sobre la vacancia que tienen las universidades de nuestro país y del resto de América Latina, y hasta qué punto, resolver esa vacancia es un tema crítico para el desarrollo económico.
Luis Rappoport
Miembro del Club Político Argentino